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We Tripantu: entre la cosmovisión y la visión científica

24 Junio 2013

El académico del Instituto de Historia UV, Luis Manzo Guaquil, realizó un análisis de lo que significa en la actualidad la celebración del Año Nuevo Indígena.

El 24 de junio marca varios hitos, pues por un lado ocurre el solsticio de invierno, aspecto que no sólo puede ser situado e interpretado por las distintas culturas en su propia cosmovisión sino también en la visión científica moderna. También marca una designación institucionalizada por el Estado como aquel día en el que se recuerda a los Pueblos Indígenas que habitan Chile. La pregunta es ¿cuál de estas significaciones es la que tiene mayor importancia?

Esta es la pregunta que el académico del Instituto de Historia de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Valparaíso, Luis Manzo Guaquil, intentó responder en el marco de un nuevo We Tripantu.

El profesor de Historia señaló que la mayor parte de las personas reconoce aquel día como la “Noche de San Juan”, festividad europea asociada al solsticio de verano, y que en ese sentido se puede observar cómo los noticieros y diarios acentúan el sentido coloquial de la realización de ritos vinculados a las distintas creencias.

“Se produce un choque entre las tradiciones y el mundo científico, en el cual este último tiene menor peso, lo que no implica que no sea verosímil sino que hay un desplazamiento en cuanto a la importancia que se le otorga. Pocas personas reconocen en esta fecha el solsticio de invierno, que marca un hito en la distribución de las estaciones y en lo que respecta a los fenómenos astronómicos”, afirmó el académico.

We Tripantu

Por otra parte, algo no tan masivo, pero que cada día ha obtenido una mayor significación para las nuevas generaciones, es el Año Nuevo Indígena. Quizá no todos lo conocen con la profundidad que se requiere, pero se ha incluido en las celebraciones escolares, incluso vistiendo a los niños y niñas con atuendos mapuche, aunque según indicó Manzo, “en algunos casos se trata más bien de un disfraz o un intento por reconocer y valorar la importancia de los pueblos indígenas”.

El académico explicó que “en las comunidades indígenas y polinésicas aquello tiene una importancia que va más allá de la decretación del día nacional de los pueblos indígenas”, impulsado durante el gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle y concretado en 1999. “Es parte de una celebración que se enraíza en lo más profundo de los pueblos, y que debe ser realizada según los ritos correspondientes”.

También el profesor manifestó que este día “es la noche más larga, en la cual la naturaleza guarda las fuerzas, los árboles botan sus hojas y los animales parecen dormitar; se cierra un ciclo de la vida, para comenzar otro. Se renuevan los lazos entre las generaciones, los abuelos cuentan historias a los niños, y la naturaleza entrega los nuevos brotes y da nueva fuerza a los animales para que puedan criar nuevamente”.

Después de la noche más oscura y de las sombras más largas sobreviene, pausadamente, el alargamiento del día y se acortan las sombras. Para el pueblo Mapuche aquel día es el We Tripantü, para los Aymará el Inti Raymi y para los Rapa Nui el Aringa Ora o Koro. “Es interesante observar la importancia que las distintas culturas del mundo entregan a la celebración del solsticio de invierno”, aclaró Luis Manzo.

Finalmente el investigador precisó que “el peso de la significación ha cambiado con el tiempo, pero todavía queda camino por transitar. En él se ocultan las distintas maneras como se ha invisibilizado al indígena, como se lo ha negado en el tiempo y en el espacio, como se lo ha confinado a territorios lejanos, acallándolo en la larga noche. El We Tripantü es la nueva salida del sol de la cual no podemos estar ausentes, pues somos parte de ellos”.