Doctorado en Ciencias e Ingeniería para la Salud: especialista abordó los desafíos de la preservación dinámica para trasplante de órganos
Con la conferencia titulada “Preservación dinámica para trasplante de órganos: del hielo a la temperatura corporal”, que dictó el médico cirujano e investigador Rolando Rebolledo, el Doctorado en Ciencias e Ingeniería para la Salud de la Universidad de Valparaíso inauguró su año académico 2024.
En su charla, el reconocido especialista en cirugía y trasplante hepático dio cuenta de los avances y desafíos que el mundo de la medicina y la ingeniería enfrentan hoy en materia de preservación de órganos que se procuran para ser trasplantados.
Para Rebolledo, el cuerpo es una máquina compleja, cuyo funcionamiento está determinado por una serie de partes —sus órganos—, que son piezas únicas para las que no se venden repuestos y que cuando presentan fallas que hay que arreglar se debe enfrentar el hecho de que a esta máquina no se la puede parar.
En este contexto, el trasplante es la principal —y a veces la única— alternativa. Sin embargo, esta opción también tiene límites que son insalvables para evitar el deterioro celular y lograr la preservación de esas partes: temperatura y tiempo.
“Mantener baja la temperatura de un órgano o injerto, para frenar su metabolismo y evitar la isquemia, con miras a preservarlo durante el mayor tiempo posible, es clave en esto. Hasta ahora, básicamente lo que se ha hecho es conservar los órganos donados en hielo o recipientes refrigerados, algo que se conoce como preservación estática fría. Esta ha permitido mejorar sustantivamente la capacidad de trasplantarlos. Se ganó tiempo, de cero o veinte minutos (cuando el donante estaba al lado de quien recibía el órgano) a unas seis u ocho horas, en general, y hasta 24 horas en el caso de los riñones”, explicó Rebolledo.
Sin embargo, el especialista comentó que lo anterior representa solo un trabajo enfocado en la solución temporal y no en paralelo a otro factor relevante: la calidad del injerto. Si el órgano es de un paciente añoso o tiene una condición particular, por ejemplo, mantenerlo frío ya no es suficiente y pasa a ser algo marginal.
“El salto ahora está en algo más, ya que otro de los problemas que enfrenta la terapia de los trasplantes es la escasez de órganos. Por eso es que ha vuelto a la idea de diseñar máquinas que permitan preservar órganos un tiempo aún mayor, dispositivos capaces de mantener el injerto que se va a trasplantar con fluidos en sus vasos sanguíneos, mediante la perfusión de una solución, que dependiendo de la estrategia que uno utilice puede ser una que contenga solo sales o algo de glucosa —en suma, una buena cantidad de oxígeno y electrolitos—, además de conservar baja su temperatura”, dijo Rebolledo.
Esta técnica se conoce como preservación dinámica, que curiosamente no es nueva. Su origen se remonta a1935, cuando Alexis Carrel y Charles Lindbergh diseñaron una bomba de perfusión capaz de mantener vivo un órgano humano fuera del cuerpo. Pero su invento no tuvo impacto.
“Ahora contamos con mucha más tecnología y materiales para hacer esto. Estas máquinas se han desarrollado principalmente en Europa y Norteamérica. En Chile han llegado solo algunas y de riñón. Pero no están disponibles dado su alto costo para el estándar local. Las que existen básicamente se utilizan para actividades de laboratorio y en el Hospital Sótero del Río, donde trabajo, pero allí no empleamos máquinas comerciales sino que unas que hemos ido adaptando nosotros mismos, en base al sistema de Oxigenación por Membrana Extracorpórea o ECMO, que se utilizan en cardiocirugía”, reveló el médico.
Y la creatividad en esto vale, por cuanto estas máquinas —cuyo costo supera los 20 mil dólares— permiten aumentar considerablemente el tiempo de preservación del órgano a trasplantar.
“La preservación estática permite mantener un corazón unas cuatro horas, un riñón 24 horas, un páncreas entre seis a ocho horas y un hígado, idealmente no más de ocho. En una máquina dinámica, por ejemplo, un hígado puede estar nueve horas tranquilamente y en teoría podría estar ella hasta una semana”, concluyó Rebolledo.
Evolución y desafíos esenciales
Con esta actividad, el Doctorado en Ciencias e Ingeniería para la Salud dio por inaugurado su año académico, ocasión en que su director, doctor Sebastián San Martín, destacó la evolución que el programa ha experimentado desde su creación en 2019 hasta ahora y los desafíos esenciales que deberá enfrentar en el corto plazo, en particular el proceso de reacreditación ante la Comisión Nacional de Acreditación (CNA).
“Este año será muy importante para este doctorado. En las próximas semanas esperamos contar con nuestro primer graduado. Esto es un gran logro en sí mismo, pero también porque este hito nos permitirá aspirar a un mayor número de años de acreditación, ya que cuando la CNA nos acreditó en 2021, por tres años, nos concedió el máximo plazo al que puede optar un doctorado que no cuenta con titulados. El 30 de mayo próximo será la visita de pares y confiamos en que este logro sea un factor relevante en ese sentido”, sostuvo San Martín.
Asimismo, el director del Doctorado en Ciencias e Ingeniería para la Salud de la UV valoró el hecho de que hoy este programa cuente con 37 estudiantes, de los cuales cinco son extranjeros. “El sesenta por ciento de los estudiantes del programa estudia con una beca otorgada por la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID), y otro tanto con becas institucionales. Es decir, se trata de un grupo de excelencia, lo que también da cuenta del posicionamiento que ha alcanzado”, acotó.
Nuevo Centro de Excelencia
El encuentro también dio inicio formal a las actividades del Centro de Excelencia Meding-UV, instancia de investigación interdisciplinaria que agrupa a especialistas en ciencias biomédicas, medicina e ingeniería para generar nuevo conocimiento y herramientas biológicas, moleculares y tecnológicas en materia de prevención, diagnóstico, tratamiento y pronóstico de enfermedades significativas que afectan a las personas.
Por ello, durante la actividad intervino el director de Meding-UV, Rodrigo Salas, quien dio cuenta de los objetivos que se ha trazado esta nueva unidad de excelencia, que comenzó a operar este año y que inicialmente reúne a 23 investigadores de las Facultades de Ingeniería y Medicina, con una amplia red de colaboración nacional e internacional.
Según precisó Salas, el centro pretende impactar en más de dos mil estudiantes de pregrado de las carreras afines, con la expectativa de que al menos un diez por ciento de ellos desarrolle tesis interdisciplinarias que más adelante sirvan de base para investigaciones de magíster y de doctorado enfocadas en oncología, enfermedades cardiovasculares y metabólicas, medicina regenerativa e ingeniería tisular, neuropatología y la salud mental, inmunología y enfermedades infectocontagiosas, además de otras áreas transversales.
Nota: Gonzalo Battocchio