“No soy filósofo: yo soy un lector y comunico lo que leo”
Afirma profesor Osvaldo Fernández, cuya antología “Itinerarios y trayectos heréticos” fue publicada por Clacso.
“Yo hablo de ‘Itinerarios y trayectos heréticos’ porque los autores sobre los que escribo tenían esa disposición. Es el caso de Marx en primer lugar, Gramsci en segundo lugar, Mariátegui en tercer lugar: ellos fueron muy críticos de lo que hicieron. Gramsci tuvo una mirada bien crítica de lo que hizo, y Mariátegui, en el caso de los ‘Siete ensayos’, precisamente dijo ‘son ensayos, no son obras acabadas, y seguiré modificándolos mientras viva’. Ese es más o menos mi espíritu de trabajo, de mis cosas y de lo que leo”.
Así se expresa el doctor Osvaldo Fernández, académico del Instituto de Filosofía de la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad de Valparaíso, a propósito de la reciente publicación de Clacso de su antología “Itinerarios y trayectos heréticos”, que reúne su obra filosófica.
Profesor de Filosofía por la Universidad de Chile, profesor de Castellano por la misma institución y doctor en Filosofía por la Universidad París I (Panteón-Sorbona), el académico se apronta a jubilar en unos meses más, tiempo durante el que continúa dando clases en pre y postgrado. Sin embargo, no dejará el trabajo académico y será posible encontrarlo en algún seminario de su facultad, porque su deseo es “seguir dialogando, porque no me he puesto nunca en la condición, como decía Nietzsche, de una boca y muchas orejas, sino en una situación de diálogo constante. La filosofía para mí es pregunta, fundamentalmente. No es el sabio el que tiene respuesta, sino el que sabe poner las preguntas y permite entonces pensar”, afirma.
La antología
“Es un honor que Clacso me haya elegido para una antología”, señala el académico, valorando que se trata de un organismo latinoamericano, y apunta que “al grupo en que también están Patricio Gutiérrez, Claudio Berríos y otros académicos de la Universidad nos han publicado ya dos boletines que hemos elaborado. Es importante porque los libros quedan”.
La publicación parte con la nota editorial escrita por la académica mexicana Elvira Concheiro, investigadora de la UNAM, y sigue con la presentación escrita por Patricia González, de la Facultad de Humanidades de la UPLA. Luego, y tras la introducción del doctor Fernández, están los textos seleccionados para esta antología: “La herejía de José Carlos Mariátegui”, “No basta con interpretar el mundo, hay que continuar transformándolo. Una lectura de las Tesis sobre Feuerbach de Karl Marx”, “El mundo encantado, esa religión de la vida cotidiana” y “Gramsci y su laberinto. Acerca de los cuadernos, las notas y los conceptos gramscianos”. Al cierre, una página está dedicada a una breve reseña de la biografía académica del autor.
“Me pidieron —relata Osvaldo Fernández— que yo hiciera la selección, entonces aproveché para hacer una revisión crítica de lo que he escrito, eliminando cosas, afinando otras. Tenía más o menos 350 páginas y lo fui achicando, para dejar lo que consideré más pertinente”.
Además de estar antologados con títulos diferentes a los originales, los textos no están en orden cronológico. “Mi primer escrito es la tesis sobre Marx que hice en la Sorbona; después la traduje al español y se publicó en España, con el nombre ‘Del fetichismo de la mercancía al fetichismo del capital’. Pero lo primero que aparece en la antología es algo que escribí en Francia, cuando estaba en la revista Araucaria y se cumplieron cincuenta años de la muerte de Mariátegui y me pidieron que hiciera un artículo”.
Desde entonces, se dedicó a leer a Mariátegui con más profundidad y a estudiarlo, “lo que rebasó el artículo y pasó a un libro, que una de las primeras veces que viajé a Chile —vivía en Francia, estaba exiliado— lo traía para que lo publicaran acá; pero pasé por el Perú y allá lo publicaron, y después apareció aquí en Quimantú. También es una selección de ese texto lo que incluí en la antología”.
El segundo trabajo antologado es uno de los últimos sobre Marx que ha escrito Osvaldo Fernández, titulada originalmente “De Feuerbach al materialismo histórico. Una lectura de las Tesis” y que es presentado ahora como “No basta con interpretar el mundo, hay que continuar transformándolo. Una lectura de las Tesis sobre Feuerbach de Karl Marx”. Explica Fernández que trata “sobre las once tesis que Marx nunca publicó: las escribió en una noche, como apuntes, y se le quedaron en un cuaderno. La fecha se supone que es por 1845 y aparece por primera vez en 1888; después de muerto Marx, Engels encuentra el cuaderno y las publica, tras corregirlas —según él para ordenarlas—, y la edición definitiva, la que Marx escribió, aparece en 1932”.
El tercer texto también es un trabajo sobre Marx, la referida tesis “Del fetichismo de la mercancía al fetichismo del capital” y que fue antologado con el nombre “El mundo encantado, esa religión de la vida cotidiana”.
Acota Fernández que Marx “escribió un setenta por ciento, y quizá un poco más, de manuscritos, y todavía están apareciendo. A finales del siglo veinte se formó una comisión de especialistas internacionales, porque se había acabado la Unión Soviética y el socialismo real, de modo que se había liberado a Marx para los estudios. Marx era una especie de sanctasanctórum, una cosa que estaba guardada y no se podía decir más de lo que se sabía: en la Unión Soviética se estudiaba de todo menos Marx. (…) Ha surgido una cantidad de información que creo que hay antologías más grandes y más completas sobre Marx del siglo 21 que durante toda la época anterior”.
El cuarto texto es “Gramsci y su laberinto. Acerca de los cuadernos, las notas y los conceptos gramscianos”. Relata Osvaldo Fernández: “Hay un autor que leí antes de entrar a Filosofía, que es Antonio Gramsci. Cuando aparecieron por primera vez sus obras en Argentina, editadas por Lautaro a fines del ‘58, por ahí, leí ‘El materialismo histórico y la filosofía de Benedetto Croce’. Después publiqué una antología en Nascimento que ha tenido el honor de ser pirateada y que se encuentra en las veredas. Luego, a raíz de las nuevas lecturas y nuevos discípulos, fundamentalmente de la Universidad de Pavia, en Italia, con mi amigo Gonzalo Ossandón editamos el libro ‘El laberinto Gramsci’, que apareció hace unos meses, aunque la habíamos escrito antes pero la editorial se demoró. Paralelo a eso surgió la antología de Clacso, así que alcanzamos a incluir un capítulo, que es el capítulo de mayor investigación, porque queríamos que hubiera acceso al público, así que colocamos una biografía de Gramsci, datos biográficos, algunos textos”.
No filósofo
En el texto de introducción, Fernández escribe: “Esta recopilación comprende parte de mis lecturas de autores marxistas. He rechazado y, en ocasiones, públicamente, la generosidad de quienes me han llamado ‘filósofo’. Agradezco, pero creo que es un traje muy grande para mi menudo cuerpo. Un apelativo que implica un pesado compromiso del que soy incapaz de responder. Prefiero, por eso, quedarme en la simple función de alguien que lee y que en esa lectura intenta dialogar con los autores, llevando luego el resultado de aquella conversación a un manuscrito”.
Al respecto, señala que “siempre he rechazado la condición de filósofo, porque yo soy un lector y comunico lo que leo. Si usted me pregunta qué pienso del mundo, de la felicidad, de la bondad, de la maldad, me costaría. Y en ese sentido, creo que el filósofo es un intelectual que tiene una tarea muy importante. Yo, en cambio, no. Soy lector, y estos libros han surgido todos de mi enseñanza y de la discusión con los alumnos. Si tuviera que nombrar colaboradores, sería una enorme lista en cada caso: el diálogo con los alumnos hace muy efectivo el conocimiento de algo. Sobre todo que en filosofía la lectura es una lectura en profundidad, no abarcando una serie de cosas. Por ejemplo, no creo que para conocer Platón sea necesario haber leído los treinta y tantos diálogos que él escribió, sino que basta con analizar bien un diálogo, la estructura que tiene y ya se conoce a Platón. En general, esa es la idea que hay en los profesores de Filosofía: basta un texto más o menos decisivo de un autor para conocerlo, el resto es erudición”.
Añade que otra cosa que le agrada de la lectura filosófica “es que cada vez que uno lee, encuentra cosas. Una obra literaria a veces uno la lee de nuevo y ya no le encuentra el mismo sabor que tenía cuando la leyó por primera vez. En cambio, en filosofía no: vuelves a encontrar cosas que no se te habían ocurrido antes. Por eso, en materia de enseñanza me pongo en la posición de Rancière, que habló del profesor ignorante, en el sentido de que más vale entrar como ignorante que como el que viene a entregar conocimiento porque es muy sabio”.
Finalmente, sobre su posición de militante crítico del marxismo, explica Osvaldo Fernández: “Yo he sido militante y sigo siéndolo ahora. Cuando digo crítico, más bien es en el sentido de que a Marx hay que leerlo críticamente, no es para repetir lo que él dijo ni aceptar totalmente lo que él dijo. Él mismo enseñó eso, es lo que él hacía. Se le define, por los que lo han leído profundamente, como un despiadado autocrítico. Él por ejemplo escribió ‘El capital’, que modificó ya en la segunda edición, colaboró en las ediciones en francés y lo modificó. Nunca estaba contento con lo que hacía, y eso es por su espíritu crítico y autocrítico. Él no pertenecía a esos intelectuales que escriben algo y piensan que es eterno”.