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El cerebro moral: qué nos hace distinguir el bien del mal

12 May 2014

Destacado neuropediatra Fernando Novoa dictó conferencia en la Facultad de Medicina.

¿Qué es la moralidad? ¿De dónde surge el sentido de lo correcto e incorrecto en el ser humano? ¿Son mente y cerebro la misma cosa? ¿Puso la neurociencia fin al libre albedrío?

A estas y otras profundas interrogantes intentó dar respuesta el destacado neuropediatra Fernando Novoa durante la conferencia “El cerebro moral: cómo distinguimos el bien del mal”, que dictó en el auditorio de la Facultad de Medicina de la Universidad de Valparaíso.

La actividad puso término al ciclo de presentaciones con que la Sociedad de Neurología de la V Región y nuestra casa de estudios conmemoraron el “Mes del cerebro”.

Ante una participativa audiencia que se congregó en el auditorio Pedro Uribe Cocha, el destacado especialista del Hospital Carlos van Buren, profesor de la Escuela de Medicina UV y miembro del Comité de Bioética del Colegio Médico de Chile, buscó promover la reflexión sobre un tema complejo pero apasionante.

Durante su intervención, el doctor Novoa analizó desde antiguas concepciones ético filosóficas surgidas en la Antigua Grecia hasta postulados científicos más actuales, con el propósito de explicar el rol que juegan las normas morales como herramientas de control destinadas a definir lo permitido y lo prohibido, y su capacidad de generar equilibrio entre las facultades intelectuales y las propensiones animales que tienden a dominar nuestro actuar.

También describió los elementos que conforman las bases de la neurobiología moderna, que desde hace algunas décadas nos han hecho reevaluar -como sociedad- la prioridad que concedemos a la religión, las normas absolutas y la razón pura como base de la moralidad, toda vez que la ciencia ha permitido establecer, con claridad, que el sustento de la moral humana no surge de dichos elementos, sino que está dado por el intercambio de químicos puro que hace posible el proceso de sinapsis que experimentan las neuronas, en la corteza prefrontal del cerebro.

Al respecto el doctor Novoa explicó que esa zona es la última que se desarrolla en el cerebro, como parte de una fase que culmina entre los 21 y los 25 años de edad. “Por eso los adolescentes suelen usar menos el área prefrontal que los adultos, cuando deben dar curso a sus emociones. Incluso, se ha comprobado que la disminución de la sustancia gris en esa parte del cerebro genera conductas antisociales y/o moralmente reprochables”, precisó.

Capacidad plástica

Si bien la ciencia ha revelado que esta nueva concepción del “cerebro moral” nos permite reconsiderar los orígenes y la función de los principales valores sociales, el doctor Fernando Novoa argumentó que esa realidad no afecta al hecho de que si las presiones evolutivas, los nuevos valores culturales y el desarrollo tecnológico carecen de desarrollo moral, la sociedad humana claramente no será sustentable en el futuro.

“Nuestro cerebro posee una capacidad plástica, que hace posible que se autocorrija y modifique en la sinapsis. De ahí la importancia que siempre tendrán la fe, la filosofía, la meditación y otras prácticas intelectuales o emocionales en la química del cerebro. De hecho, un estudio reveló que las personas que asisten a misa tiene la presión más baja que las que no van”, concluyó el doctor Novoa.

En otras palabras, si bien la moralidad tiene sustento en la química, la capacidad plástica de nuestro cerebro nos distingue del resto de los animales; nos concede la capacidad de diferenciar lo correcto de lo incorrecto, el bien del mal y no solo nos preocupamos de nuestra propia supervivencia. Por ello somos capaces de sacrificar nuestra existencia como individuos en beneficio de una idea, credo y, por cierto, de los demás.