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Nuevo etiquetado de los alimentos: una advertencia de cuidado

17 Enero 2013

La normativa está en consulta pública por 60 días a contar del 2 de enero. Se espera —por esa vía— recoger las opiniones de los distintos sectores, tales como organizaciones ciudadanas, expertos académicos, sociedades científicas, la industria e incluso del ciudadano común.

Los principales problemas de salud que estamos sufriendo en Chile se relacionan fundamentalmente con la forma en que nos alimentamos. La elevada prevalencia de sobrepeso y obesidad, las enfermedades cardiovasculares, la hipertensión, la diabetes, algunos tipos de cáncer, entre otras, se relacionan con comer en forma desequilibrada, no moverse, fumar y estar estresado por un estilo de vida que fomenta el exitismo y sobrevalora lo material. Así lo afirmó la directora del Centro de Investigación de los Alimentos Funcionales de la Universidad de Valparaíso (Cidaf), Mariane Lutz, a la luz del nuevo Reglamento de la Ley de Etiquetado de los Alimentos (en consulta pública), que establece cómo será la advertencia que deberá colocarse en los productos envasados que presenten altos niveles de nutrientes considerados críticos, tales como sal, azúcares, grasa saturada y calorías.

—¿Los alimentos en Chile son de buena calidad?

—Las estadísticas de enfermedades transmitidas por alimentos en Chile muestran bajos índices de contaminación por microorganismos, y existe una permanente vigilancia de aquellos alimentos que pueden generar situaciones de riesgo, como es el caso de la marea roja. En consecuencia, podemos confiar en que nuestros alimentos tienen una calidad adecuada para garantizar que no nos producirán daño. Desafortunadamente, es la forma en que los consumimos la que nos origina más problemas, por una dieta desequilibrada, no acorde con lo que nuestro organismo necesita para su funcionamiento óptimo.

—¿En estos momentos el etiquetado existente no sería seguro ni completo en los productos alimenticios que consumimos?

—Todos los alimentos tienen un etiquetado nutricional que informa la cantidad de calorías que el alimento aporta, su contenido de proteínas, grasas (saturadas, insaturadas y colesterol, si corresponde), hidratos de carbono o azúcares, fibra dietética (si corresponde) y sodio. El problema es que las personas no saben si estas cantidades son adecuadas o no, y es complicado entender qué es una porción como la que aparece en las tablas junto con el valor por cada cien gramos. Por estas razones, y para ayudar al consumidor a seleccionar los alimentos que más le convengan, la Ley 20.606, que modifica el actual Reglamento Sanitario de los Alimentos, establece los llamados “nutrientes críticos”: la grasa, la grasa saturada, la grasa trans, el sodio (sal), los azúcares y la energía presentes en un alimento. El término “críticos” en este caso alude a que el alimento es de mejor calidad si contiene menos de estos componentes. Con la Ley, los consumidores podemos tomar decisiones saludables y seleccionar alimentos que no estén señalados con mensajes de advertencia como “altos en• calorías, grasas, azúcares y/o sodio, ya que todos estos elementos contribuyen al daño en los tejidos y sistemas del organismo, especialmente en etapas de crecimiento.

—¿Qué es lo más preocupante de la actual situación con respecto a las características de la alimentación de los chilenos y las enfermedades que provoca?

—Es preocupante es que los niños y niñas ya en primero básico presentan un 23 por ciento de obesidad, porque se está generando una situación metabólica dañada, muy difícil de revertir. Cabe señalar que un factor desencadenante de este cuadro es el auge de los locales de comida rápida, que han aumentado significativamente en todo el país, cuya llegada se ha acompañado de una fuerte publicidad y campañas promocionales especialmente dirigidas a los niños y niñas.

—¿A qué tipo de alimentos va a afectar?

—Todos los alimentos deben acoger la normativa vigente. Naturalmente, la educación alimentaria debiera ser una prioridad nacional, para que las personas comprendan que hay productos que algunos grupos de la población francamente debieran eliminar de sus hábitos, como son los embutidos (cecinas) y los alimentos fritos en los niños y niñas con sobrepeso y obesidad. Tampoco se debieran seguir consumiendo bebidas con azúcar, reemplazándolas por edulcorantes no calóricos o, mejor aún, tomar agua o preparar jugos naturales (sin azúcar). Es lamentable que algunas madres y abuelas prefieran llenar a sus niños y niñas con azúcar, que es un compuesto que el organismo no necesita y sólo la usa para producir grasa corporal, en lugar de acostumbrarlos desde pequeños a consumir frutas naturales.

—¿Cuáles son las principales fortalezas de la propuesta del Minsal con respecto del nuevo etiquetado de los alimentos?

—La Ley protege especialmente a la población más vulnerable, como son los niños y niñas, a través de regular la venta y distribución de alimentos “altos en” en los establecimientos educacionales y garantizar la educación en nutrición y salud en todos los niveles de educación, así como la práctica de una actividad física compatible con la salud y el monitoreo del estado nutricional. La Ley también restringe la publicidad dirigida a menores de edad de los alimentos “altos en”. A su vez, se espera que estas disposiciones llevarán a la industria alimentaria a generar nuevas formulaciones de alimentos, consistentes con la línea de contribuir a que las personas puedan elegir los productos más adecuados, y dejar de utilizar ganchos publicitarios como juguetes y premios para los niños y niñas que consuman sus productos. Cabe destacar que la Ley incluye la prohibición de expender, comercializar, promocionar ni publicitar alimentos poco saludables (altos en nutrientes críticos), como tampoco suplementos alimentarios ni alimentos para deportistas, dentro de los establecimientos de educación parvularia, básica ni media.

—¿Cree que las personas tomarán conciencia de alimentarse mejor al ver la advertencia de “alto en” en los respectivos productos?

—Como debilidad de la Ley, podría ocurrir que los consumidores ignoren los mensajes de advertencia, ya sea porque se acostumbren a ellos, no crean en ellos, por campañas de desprestigio que puedan surgir anónimamente, por comodidad, entre otras. El resultado de la aplicación de la Ley sólo se podrá evaluar luego de su puesta en marcha. Personalmente, creo que un mejor descriptor, que hubiese resultado más directo para el consumidor, es “excesivo en”, como se planteó originalmente en la propuesta, en lugar de “alto en”.


[b]La realidad de otros países[/b] En otros países se han llevado a cabo iniciativas similares, en distintos formatos (semáforo con luces rojas, amarillas o verdes, por ejemplo), asociadas con estrategias de apoyo al consumo de productos saludables (como la subvención a la producción de frutas y verduras), exigencia a nivel de alimentación colectiva de oferta de preparaciones saludables, reducción de impuestos a productores de alimentos más saludables, limitación de tamaño de porciones, estrategias de educación, entre otras. Para lograr un impacto real, es imprescindible actuar simultáneamente sobre la cadena alimentaria, la publicidad, el marketing y las políticas fiscales. Hay un caso que vale la pena destacar como ejemplo de que la voluntad se puede transformar en acción: las grasas trans. La evidencia científica demostró que estas grasas, que se generan al procesar los aceites líquidos para trans-formarlos en grasas sólidas o semisólidas, como las de las margarinas, materias primas para la industria y productos fritos (papas, pollo, hamburguesas), son dañinas para el organismo. Se generó una iniciativa internacional para reducir el contenido de estas grasas en los alimentos, que fue adherida por distintos países, incluyendo Chile, con la participación de la industria. Como consecuencia, en la actualidad el proceso industrial se modificó y fue posible eliminar las grasas trans de los alimentos, por lo que ya se cuenta con productos que no tienen grasas trans, como lo indica su etiqueta, a la vez que la reglamentación ha ido reduciendo el máximo permitido a través del tiempo, hasta lograr que hoy en día este ya no sea un problema de salud. La enseñanza en este caso es que cuando hay una real voluntad de participación de todos los actores involucrados en la salud de una población, se pueden lograr las metas, y no sólo es una cuestión de leyes.