
Las matemáticas del malabarismo: un proyecto que une ciencia, arte y movimiento para transformar la educación
El innovador proyecto Fondart, llevado a cabo por el académico del IMUV Lianggi Espinoza junto a Álvaro Palominos y Francisco Oviedo, propone un modelo interdisciplinario que integra Matemática, Educación Física y Arte, buscando romper la fragmentación de la enseñanza escolar y conectar el aprendizaje con la vida cotidiana.
Las matemáticas no solo se encuentran en los números y fórmulas escritas en un libro. También están en el aire, en el ritmo de las pelotas que se cruzan en un acto de malabarismo, en el movimiento del cuerpo y en la creatividad. Con esta visión nació el proyecto Fondart “Interdisciplina entre Matemática, Educación Física y Arte: las matemáticas del malabarismo”, una propuesta pionera en Chile que busca repensar la enseñanza de la matemática a través del arte circense y la educación física.
La iniciativa, que se extenderá hasta 2026, es llevada a cabo por Lianggi Espinoza, doctor en Matemática Educativa y académico del Instituto de Matemáticas de la Universidad de Valparaíso (IMUV), junto a Álvaro Palominos, malabarista profesional y profesor de circo, y Francisco Oviedo, profesor de Educación Física y PhD en creatividad, innovación y sustentabilidad social (PUC-UST).
“Estamos haciendo un cruce interdisciplinar, dejando de lado las fronteras tradicionales para crear un conocimiento común. En la escuela, las asignaturas están totalmente fragmentadas: lo que ocurre en matemáticas no se conecta con el movimiento ni con el deporte y con este proyecto buscamos articular ambas disciplinas. Creemos que esa integración no solo potencia el conocimiento matemático, sino también el interés de los estudiantes y su bienestar humano”, explica el doctor Espinoza.
Uno de los ejes de la investigación es el libro que el equipo está desarrollando, pensado para un público general, pero especialmente para profesores de matemáticas, de educación física y escuelas de circo. El objetivo es entregar herramientas que muestren cómo el malabarismo —con su propio lenguaje numérico— puede ser un puente entre el pensamiento lógico y la experiencia corporal.
“Las matemáticas del malabarismo, al igual que la música con sus pentagramas y notas, tienen su propio lenguaje: los números. Cada lanzamiento de una pelota se representa con un número, que varía según la altura del lanzamiento. Los números impares indican que la pelota pasa a la otra mano, mientras que los pares se quedan en la misma. Este sistema permite crear infinitas combinaciones, ya que los trucos de malabarismo se construyen a partir de secuencias numéricas”, explica Álvaro Palominos, quien desde 2015 trabaja con Espinoza en proyectos vinculados a la pedagogía del malabarismo. “La integración con las matemáticas y la educación física nos ayuda a entender que el movimiento, la respiración y la emoción también son parte del aprendizaje”, agrega.
La propuesta no se queda en la teoría. Recientemente, el equipo presentó los avances del proyecto en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Valparaíso, donde más de treinta estudiantes del Colegio Montessori de Valparaíso participaron en una actividad práctica y presenciaron una muestra de malabarismo.
Tal como señalan sus autores, la investigación se fundamenta en una problemática educativa común: romper la fragmentación educativa. “Hacer matemáticas no es solo pensar: también es mover el cuerpo. Cada vez más estudios demuestran que la conexión mente-cuerpo es fundamental para el bienestar y el aprendizaje. Queremos que los estudiantes vean que la matemática no se queda en el cuaderno o en una prueba, sino que está en su vida diaria, incluso en actividades que disfrutan, como el arte y el deporte”, enfatiza el doctor Espinoza.
El profesor Francisco Oviedo complementa esta visión: “La educación física le da nombre a lo que vivimos con el cuerpo, pero al integrarla con la matemática y el arte logramos una experiencia más completa. Entender la matemática como parte de la cotidianidad, más allá de los números, nos permite relacionarla con la acción humana y con el sentido de lo que hacemos”.
El proyecto Fondart contempla un año de investigación, seguido por la redacción de un libro que recopilará las experiencias, ejercicios y fundamentos matemáticos del malabarismo, con el objetivo de convertirse en una herramienta educativa innovadora.
“Este trabajo es el resultado de más de diez años de estudio, pero ahora lo estamos enfocando en una propuesta verdaderamente interdisciplinaria. Queremos que los profesores puedan llevar estas ideas a sus aulas y que los estudiantes descubran que aprender matemáticas puede ser tan entretenido como hacer un truco de malabarismo”, afirma Espinoza.
Palominos, por su parte, destaca el impacto que esta forma de enseñanza tiene en los jóvenes: “Cuando los estudiantes ven una presentación de malabarismo, sienten curiosidad y emoción. También lo ven como un desafío. Eso abre una puerta para explicar conceptos matemáticos de forma concreta y entretenida. No todos se interesan por las matemáticas desde el inicio, pero al relacionarlas con algo que les gusta, como el circo o el deporte, encuentran una nueva motivación”.
Finalmente, el doctor Oviedo destaca que “la importancia de vincular lo corpóreo a este trabajo investigativo es poner en valor la experiencia, entendiendo que cada acción que realizamos tiene un sentido que va más allá de lo físico. Se trata de un sentido de vida, algo que trasciende y supera la idea de movimiento que tradicionalmente se asocia a la educación física”.
Agrega que uno de sus principales motores es superar las barreras disciplinares que la propia educación física se ha impuesto: “A veces estamos demasiado encapsulados en nuestra área, pero cuando levantamos la mirada y dialogamos con colegas de otros ámbitos, como la educación o las artes circenses, descubrimos que estamos proyectando un mismo mundo, solo que desde ángulos diferentes”.
Nota: Pamela Simonetti / Fotos: Denis Isla / Video: Felipe Olguín