Libro busca visibilizar a mujeres dramaturgas chilenas de inicios del siglo XX
“Evidencias 2, las otras dramaturgias” es el libro de las académicas Maritza Farías y Patricia Artés, ambas de la Escuela de Teatro UV, junto a Lorena Saavedra de la UPLA, integrantes del Núcleo de Investigación y Creación Escénica, NICE, quienes buscan visibilizar el trabajo de mujeres dramaturgas de principios del siglo XX.
Entre las piezas seleccionadas se cuentan “La familia busquilla”, de Elvira Santa Cruz (1918); “Orgullo infundado”, de Rosa Idilia Cabrera (1926); “Nina”, de Gloria Moreno (1935); “Pan caliente”, de María Asunción Requena (1967); “Tela de cebolla”, de Gloria Cordero (1972); “Retablo de Yumbel”, de Isidora Aguirre (1986); “Tálamo”, de Inés Stranger (1996); “La niña descubierta”, de Tania Báez (1998); “El gran desembarco de las reinas del mambo”, de Malucha Pinto y Paulina Hunt (2000), y “Juana de Arco. El misterio de la luz”, de Coca Duarte (2000).
Maritza Farías cuenta que “como Núcleo definimos este libro como un documento histórico, un aporte a la historia del teatro chileno, porque contiene información las obras que no han sido divulgadas, que fueron invisibilizadas u omitidas. Es una deuda histórica, porque recién en el 2021, cuando lanzamos el volumen uno, se hace la primera antología de mujeres dramaturgas chilenas, para contribuir a completar esos vacíos”.
“En el primer tomo hicimos un levantamiento de ciento diecinueve obras, partimos con un listado de doce dramaturgas, que luego aumentó a cuarenta y cinco. Teníamos un gran material para seguir dándolas a conocer, hicimos muchas presentaciones en línea en pandemia, recorrimos Chile a través de las plataformas virtuales”, explica.
“En ese primer tomo el concepto fue la emancipación. Las obras tenían un germen, había una semilla primigenia: las mujeres eran conscientes de su condición sociocultural; muchas de ellas no tomaban la decisión final de emancipación, pero sí había cuestionamientos. Ese trabajo tuvo una muy buena recepción, se ha reimpreso tres veces y ahora fue comprado por las bibliotecas públicas, todo un reconocimiento a su potencial”, agrega.
Estado, iglesia y familia
La académica cuenta que “con las integrantes del Núcleo estudiamos en diferentes escuelas de teatro, y cuando empezamos la investigación nos dimos cuenta de nuestra ignorancia sobre las dramaturgas chilenas. El presente volumen tiene como eje central el concepto de opresión, del Estado, iglesia y la familia”.
“Las mujeres siempre existieron escribiendo, pero no hubo una valorización de su trabajo, ni fueron tomadas en cuenta en la historia del teatro chileno. Por eso como Núcleo buscamos relevar y poner en valor su obra, dándoles un lugar en la historia del teatro, destacando el trabajo de las dramaturgas, su contribución para lograr un merecido reconocimiento en el medio teatral, en la sociedad y en la historia de las mujeres en Chile”, cierra Maritza Farías.
Nota: Rodrigo Catalán