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Diabetes y miocardiopatía en mujeres: académica del Laboratorio de Fisiología Cardiovascular UV se adjudicó Fondecyt de Iniciación

25 Enero 2024

Identificar nuevos blancos terapéuticos para prevenir las complicaciones que a nivel del corazón pueden llegar a tener las mujeres diabéticas de entre 30 y 45 años es el objetivo principal del proyecto que la académica y codirectora del Laboratorio de Fisiología Cardiovascular de la Escuela de Medicina de la Universidad de Valparaíso, Támara Sáez, se adjudicó recientemente en el marco del Concurso Fondecyt de Iniciación en Investigación 2024.

Bajo el título “Rol de la Sirtuina-1 en la patogénesis de la miocardiopatía diabética en mujeres diabéticas jóvenes y premenopáusicas”, esta propuesta de estudio es la primera en su categoría en analizar los efectos de la relación que existe entre diabetes mellitus —la enfermedad metabólica más prevalente en el mundo— y la miocardiopatía diabética y, además, una de las pocas que en el ámbito de la ciencia experimental, en Chile, centra su enfoque exclusivamente en la salud femenina.

En efecto, según la Organización Mundial de la Salud, la diabetes mellitus es una patología que hoy afecta a cerca del diez por ciento de la población global, a más del doce por ciento de la chilena y en particular a las mujeres, las que en ciertas áreas geográficas representan a casi el sesenta por ciento de quienes son diagnosticados con ella. Asimismo, las enfermedades cardiovasculares son responsables de un tercio de todas las muertes registradas en el planeta.

Para la responsable de llevar adelante esta investigación, la profesora Tamara Sáez, doctora en Ciencias Biológicas, el problema mayor de esta situación radica en que las personas diabéticas por lo general mueren de alguna enfermedad cardiovascular, realidad de la que no suelen tomar conciencia a tiempo, en especial sus congéneres.

“Lo paradójico de esto es que las mujeres contamos con los estrógenos, grupo de hormonas que desempeñan un papel fundamental en la salud femenina y que, de paso, nos protegen de daños cardiacos, en comparación con los hombres. Sin embargo, se ha comprobado que la diabetes mellitus contribuye a que esa protección que brindan los estrógenos disminuya o se pierda. Siendo así, se tiene que una mujer diabética empieza a desarrollar problemas al corazón mucho antes de lo que debiera: a partir de los cincuenta años, con la llegada de la menopausia. No obstante, cada vez se observa más que las mujeres diabéticas adquieren ese riesgo a contar de los treinta años”, advierte la académica y codirectora del Laboratorio de Fisiología Cardiovascular de la Escuela de Medicina de la UV.

Proteína clave

Siguiendo esa línea, la doctora Sáez argumenta que el riesgo de que una mujer joven y premenopáusica sufra hoy una enfermedad cardiovascular se ha ido equiparando al de los hombres, lo que en gran medida se debe a que la diabetes interfiere en el rol de la Sintuina-1, proteína que desempeña una función cardioprotectora.

“Cuando hay diabetes, el nivel de esta proteína parece disminuir. Entonces, nuestro proyecto apunta a identificar si efectivamente la Sintuina-1 está descendida en mujeres diabéticas jóvenes y premenopáusicas. Si nosotros logramos comprobar que esto es así, en un futuro próximo podríamos utilizar fármacos que ayuden a que dicha proteína se mantenga en un nivel adecuado y, con ello, su función de proteger al corazón. De esa manera podríamos evitar que el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares se incremente en las mujeres con esa condición. En síntesis, nuestra investigación busca evitar que, por culpa de la diabetes, una mujer joven se transforme —por sus efectos— en una mujer menopáusica, sin serlo”, concluye la académica.

Aporte desde el laboratorio

Por su parte, el médico cardiólogo Rienzi Díaz, director del Laboratorio de Fisiología Cardiovascular de la Escuela de Medicina de la Universidad de Valparaíso, que forma parte del Departamento de Medicina Interna de ese plantel, afirma que el proyecto de la doctora Tamara Sáez es de gran relevancia y se enmarca en una política que apunta, en primer lugar, al incremento y desarrollo de mejores investigaciones en esa área, buscando generar conocimiento que permita desarrollar en el futuro nuevos tratamientos para el manejo de las enfermedades cardiacas ligadas a la diabetes mellitus y, en segundo lugar, a amplificar el trabajo colaborativo y sinérgico entre el mundo clínico y el mundo de las ciencias fundamentales, asociatividad esencial para el avance del conocimiento biomédico y de la medicina.

“En su momento, como director del Departamento de Medicina Interna, propuse incorporar esta visión bajo el convencimiento de que después de la secuenciación del genoma humano en el año 2000, el futuro apunta en ese sentido. Este hito científico ha sido una auténtica revolución, ya que entre otras cosas ha permitido identificar una serie de enfermedades que tienen su base en problemas genéticos. Con ello nació el concepto de la medicina de precisión o individual, que hará posible que en poco tiempo más se pueda tratar a los pacientes ya no de manera general sino personalizada, de acuerdo con su genoma”, asegura el director del Laboratorio de Fisiología Cardiovascular.

Según el doctor Díaz, lo anterior abre un abanico gigantesco de posibilidades para el estudio de las patologías cardiovasculares, desde una perspectiva interdisciplinaria e interprofesional, sobre todo en el área de la diabetes mellitus y su conexión con la miocardiopatía diabética, el infarto agudo de miocardio y la insuficiencia cardiaca, enfermedades de altísima prevalencia en el ámbito sanitario nacional.

“Este laboratorio nació con el objetivo de romper con ciertos paradigmas y generar otros. Por ello, en sus poco más de cinco años de existencia, su quehacer se ha centrado en la realización de investigaciones en el campo de la biología celular y molecular, con miras a conocer, por ejemplo, hasta qué punto la diabetes hace que el infarto pueda ser de mayor tamaño. En este corto período de tiempo, el laboratorio se ha adjudicado cuatro proyectos de investigación y ha logrado establecer alianzas de colaboración internacional, en particular con el Departamento de Ingeniería Biomédica y Fisiología de la Clínica Mayo de Estados Unidos.  A estos avances se suma el proyecto adjudicado por la profesora Tamara Sáez, el primero de estas características en este laboratorio y en el Departamento de Medicina Interna, lo que como grupo de trabajo nos enorgullece y muestra que transitamos en la dirección correcta”, precisa el médico cardiólogo.

Incorporación de estudiantes

Otro aspecto que el doctor Rienzi Díaz destaca del Laboratorio de Fisiología Cardiovascular es su capacidad para incorporar a profesionales de diferentes disciplinas y que cursan algún postgrado a sus estudios, a becados de la especialidad de Medicina Interna y a estudiantes de pregrado de la carrera de Medicina y de otras carreras de la Facultad de Medicina.

Actualmente, junto al doctor Díaz y la doctora Sáez, en este laboratorio trabajan de manera permanente Mario Espinoza, magíster en Ciencias Médicas, mención Biología Celular y Molecular, quien ejerce como asistente de Investigación; las tesistas de ese mismo programa que imparte la UV, las tecnólogas médicas Sofía Andaur e Ignacia Torrejón, y la enfermera Pamela Benavides.

Cada uno de estos profesionales valora de gran manera esa experiencia, la que —reconocen— les ha permitido integrar, efectivamente, lo clínico con la ciencia fundamental.

“En mi caso, aquí pude aprender desde cero una serie de técnicas y conceptos relacionados con el ámbito de la fisiología, lo que sin duda ha sido un gran aporte para mi formación y las investigaciones a las que con posterioridad me he dedicado”, señala Mario Espinoza. En tanto, Ignacia Torrejón y Pamela Benavides destacan el buen ambiente de trabajo que existe en ese espacio, así como la guía y el apoyo que allí reciben de parte de sus docentes e investigadores asociados.

En la imagen superior, la doctora Tamara Sáez. En la siguiente, el doctor Rienzi Díaz (a la izquierda) y el asistente de investigación del Laboratorio, Mario Espinoza.

Nota: Gonzalo Battocchio