Especialistas analizaron en la UV realidades y proyecciones del trabajo social clínico
En Sexto Congreso Internacional de la especialidad.
Como “un espacio en que nos reencontramos con las utopías” y como “parte esencial del rol de las universidades de poner luz para que no gane la sombra”, describió el prorrector de la Universidad de Valparaíso, Christian Corvalán, al Sexto Congreso Internacional de Trabajo Social Clínico, evento que inauguró en doble condición: como autoridad de la casa de estudios en representación del rector, y como asistente social formado en esta institución.
El acto inaugural fue encabezado además por Mauricio Ureta, director de la Escuela de Trabajo Social, y Jemima Fernández, jefa de carrera. Les acompañaron académicas y académicos de Estados Unidos, Argentina, Perú, España y Chile, junto a numerosos estudiantes.
El Congreso de Trabajo Social Clínico fue organizado por la Escuela de Trabajo Social de la Facultad de Ciencias Sociales UV y se desarrolló durante tres días en formato híbrido en el auditorio de la Facso.
El trabajo social clínico
Mauricio Ureta, director de la Escuela de Trabajo Social, se refirió a la importancia de abordar el trabajo social clínico, una línea de especificidad dentro de la profesión que no es muy conocida, ello precisamente “porque durante varios años en Chile, producto de un proceso que se llamó la reconceptualización, en los años sesenta-setenta, el trabajo social se ideologizó hacia el trabajo más comunitario, de sociedad comunitaria, y se dejó el trabajo de casos, de la familia, de personas, sin abandonarlo, pero con un menor nivel de importancia, y se desligó también de las tradiciones del social work estadounidense, que era la fuente originaria de la profesión, muy ligada al existencialismo, a la caridad cristiana”.
También en aquellos años, continuó el doctor Ureta, “esas primeras líneas llevaron a la reflexión en psicología, en psiquiatría, en orientación, que eran las problemáticas que en Estados Unidos se daban. En cambio, en América Latina se desestimó esa línea. No obstante, la dictadura militar nos probó que los trabajadores sociales teníamos que trabajar con problemas y con personas que habían vivido situaciones absolutamente improbables en las lógicas mentales y no estábamos preparados para esa atención. El exilio, el castigo físico, la tortura, la detención fueron temas que tuvimos que tratar y no teníamos las preparaciones adecuadas porque la formación en esas líneas se había desestimado”.
Los enfoques, explicó el director de la Escuela de Trabajo Social, cambiaron con el retorno a la democracia: “Entendimos que trabajo social es mucho más, es una profesión diversa, que puede estar en diferentes ámbitos: lo comunitario, lo organizacional, en el medio ambiente, con el adulto mayor, y por supuesto en el caso, en la familia, en la problemática; consumo de alcohol, consumo de drogas, dependencia de estupefacientes, todo lo que es la toxicología, el abuso sexual, el maltrato, la violencia, son temas psicosociales, y es ahí donde el trabajo social recupera —en los últimos diez años, en España, en Argentina y en Chile— esta lógica de ser un perfeccionamiento para los trabajadores sociales. En Estados Unidos está completamente validado, en Sudáfrica, en Noruega, en los países anglosajones de igual forma, y los trabajadores sociales son además terapeutas. Y con esto no invadimos el ámbito de la psicoterapia psicológica, estamos en otro plano: estamos en la contención emocional, en los primeros auxilios, en el nivel de choque donde las personas están en conflicto. Luego derivamos a quien corresponda a tratamiento, inclusive farmacológico con el psiquiatra cuando sea necesario. Eso es lo que se ha entendido y por eso hoy día colaboramos las profesiones, somos profesiones transdisciplinarias, por ende, la psicología, la psiquiatría, la orientación, para nosotros son fuentes de colaboración para la persona”.
La Escuela de Trabajo Social UV lidera en Chile en este ámbito dictando el Magíster en Trabajo Social Clínico, el primero de una universidad pública. Este programa de postgrado ha sido muy atractivo para las y los profesionales jóvenes, lo mismo que para alumnos de quinto año de la carrera. “Hemos tenido más de cien postulaciones al programa de magíster, en su mayoría egresados, y el quinto año de nuestra escuela ya nos pidió orientaciones de qué es y hacia dónde va el trabajo social clínico, porque se dieron cuenta de que es también un área laboral, un área de desempeño real en Chile. Si un trabajador social hoy día va a trabajar temas de dependencia y toxicología, por ejemplo, obviamente se va a encontrar con una preparación que en la escuela ya está dada”.