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¡Atención!: Una colación mal planificada podría favorecer la obesidad y sobrepeso en los niños

18 Marzo 2013

Nutricionista Rafael Jiménez aconsejó retornar al consumo de agua pura y preferir las frutas de la estación, los diferentes formatos de cereales y frutos secos, como colaciones saludables para los niños y adolescentes que están en plena etapa de desarrollo.

La tasa de obesidad infantil en Chile registra ciertas variaciones según la región. Los porcentajes fluctúan entre un 19 por ciento en la Tercera Región, hasta zonas que presentan una preocupante tendencia, alcanzando un 26 por ciento en la Duodécima Región), en niños de primer año básico. En la Quinta Región la situación, si bien es menor, no deja de ser inquietante, dado que llegaría al 20 por ciento aproximadamente.

Rafael Jiménez, nutricionista y académico de la Facultad de Farmacia de la UV, se mostró muy preocupado por esta realidad que afecta a los niños de nuestro país, puesto que si no se interviene “un gran porcentaje de estos menores en el futuro se convertirán en adultos obesos, sin ninguna duda”.

En consecuencia, es muy importante que los niños consuman un conjunto de productos saludables durante la jornada escolar, que contribuyan a una dieta balanceada, sin excesos de azúcares, sodio ni grasas saturadas, porque —tal como lo advierte el Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA)—, “todo trastorno de carácter nutricional repercute en dolencias crónicas, tales como la diabetes tipo 2, enfermedades cardiacas, hipertensión arterial y diversos tipos de cáncer”.

La jornada escolar completa obliga a los estudiantes a almorzar en el establecimiento educacional. Los recreos son las pausas ideales para recargar energías y lograr el máximo rendimiento físico e intelectual de los alumnos. “Una colación mal planificada podría favorecer la obesidad y sobrepeso en los niños”, aseguró Rafael Jiménez. Por esta razón, la elección de la colación es relevante para complementar las cuatro comidas obligatorias que requiere la persona para asegurar un estado saludable y un desempeño óptimo de sus funciones.

“La calidad es tan importante como la cantidad”, enfatizó el académico. “Lo ideal es enviar sólo una colación y únicamente para el primer recreo, por la distancia, en tiempo, entre el desayuno y el almuerzo. Es vital que los escolares tomen un buen desayuno, que contenga leche o yogurt, un cereal integral y fruta. La colación puede incluir una fruta de la estación, un lácteo o también algunas semillas, como nueces y almendras. El horario ideal para su consumo es alrededor de las diez de la mañana, considerando que se desayuna entorno a las 07:00. No es conveniente que los menores consuman otra colación adicional durante el segundo recreo, porque es muy cercano a la hora del almuerzo”.

Siguiendo lo expresado por el nutricionista, los alimentos proveen al organismo de la energía necesaria que requiere durante el día. Una persona que inicia la actividad intelectual sin el desayuno no va a tener un buen rendimiento. De hecho, la incorporación de cereales al desayuno aporta energía, los lácteos contribuyen con las proteínas, las frutas entregan las vitaminas y minerales; es decir, el desayuno debe contemplar a un conjunto de alimentos y a su vez debe ser equilibrado con distintos nutrientes, particularmente por el hecho de que se viene saliendo de un ayuno prolongado.

Además, aseguró Jiménez que existen estudios que indican que las personas que no toman desayuno finalmente terminan haciendo obesidad, porque se provoca un desorden alimenticio a través del día.

El nutricionista recomendó distribuir las calorías que requieren los menores en las cuatro comidas del día (desayuno, almuerzo, onces y cena). Los niños de cuatro a ocho años requieren entre mil 200 y mil 400 calorías al día; de nueve a trece años, entre mil 600 y mil 800 calorías, y de catorce a 18 años, entre mil 800 a dos mil 200 calorías.

Considerando los datos anteriores, el profesor llamó a tener especial cuidado con el consumo de bebidas gaseosas, los jugos no naturales y todos los productos que contengan colorantes, ya que generan un efecto de hiperactividad en los niños, de acuerdo a los estudios realizados en esta área.

“Hemos formado una cultura de alto consumo de productos dañinos para la salud (como son las bebidas, jugos, golosinas y la comida chatarra en general), que además están estrechamente vinculados a la obesidad. Las bebidas, por ejemplo, por cada cien centímetros cúbicos contienen cerca de doce gramos de azúcar, por lo tanto una lata de 350 centímetros cúbicos equivale a seis a siete cucharaditas de este nefasto endulzante (cuando lo normal es consumir un tres por ciento de las calorías totales de azúcar en el día). A esto se suma el azúcar oculta que consumimos durante una jornada, que viene en las golosinas, helados, pasteles y tantos otros productos que contienen grandes cantidades de este componente, que en el total llega a ser una barbaridad”.

Rafael Jiménez aconsejó retornar al consumo de agua pura, sin aditivos, por las numerosas ventajas que posee su componente nutricional (en vez del consumo de jugos artificiales) y preferir las frutas de la estación, los diferentes formatos de cereales (avena/granola) y frutos secos como colaciones saludables para los niños y adolescentes que están en plena etapa de desarrollo.