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Estudiante que escapa de guerra en Siria: “Allá era muy complicado vivir”

21 Enero 2013

Mariam Charifeh alcanzó a cursar el cuarto año en la Universidad Árabe Internacional, ubicada en las afueras de Damasco, hasta que el conflicto bélico tornó peligrosa su estadía en ese país y escapó junto a sus tres hermanos.

Mariam Charifeh Fernández (22), hija de madre chilena y padre sirio, tenía un trámite muy importante que hacer este lunes: concurrir a calle Blanco 951 a matricularse en la carrera de Química y Farmacia de la Universidad de Valparaíso, como alumna de ingreso especial.

La joven vivió 17 años en Siria y en agostó pasado llegó a Valparaíso —repatriada porque tiene doble nacionalidad— buscando la paz y tranquilidad que en su país le fueron arrebatadas por una cruenta guerra civil, que aún no vislumbra un final a corto plazo. Un paso importante para dar la normalidad a su vida que en Siria se había perdido.

Tal como relató hoy lunes la nueva alumna de la UV, de un día para otro tuvo que dejar de asistir a la Universidad Árabe Internacional, donde cursaba cuarto año de la carrera de Química. Y en vista de que la violencia se acrecentaba y se acercaba cada vez más a importantes centros urbanos, incluida la ciudad de Damasco, donde vivía junto a su familia, sus padres tomaron la difícil decisión de enviarla junto a sus tres hermanos a la casa de sus abuelos en Chile.

Decisión rápida

“Fue una decisión muy rápida”, afirmó Mariam. En pocos días dejó Damasco y se trasladó al Líbano, de ahí a Quatar para luego tomar un vuelo a Sudamérica, que hizo escala en Buenos Aires, y finalmente terminar en el Aeropuerto Internacional Arturo Merino Benítez de Santiago, donde la esperaba su abuelo materno Osvaldo Fernández.

“No era fácil salir a la calle; ir a la universidad era un poco más difícil, porque quedaba en las afueras de Damasco, y allí estaban las cosas más revueltas. Era muy difícil vivir ahí y pensamos como familia que lo mejor era salir de Siria”, señaló con acento extranjero.

Si bien el conflicto se desarrollaba en las afueras de Damasco, el proceso bélico no fue abrupto; por el contrario, se iba acrecentando en forma lenta. “Como que uno termina acostumbrándose a los ruidos —explicó, refiriéndose a los tiroteos y enfrentamientos—, que si bien eran lejanos, llegó un punto en que uno se daba cuenta de que no era normal lo que estaba sucediendo. No salíamos a la calle, sólo para cosas muy necesarias, y hubo una semana más difícil de lo normal —pero siempre lejos de mi casa, en mi barrio nunca pasó nada—, y ese momento fue clave para tomar la decisión de que nosotros teníamos que salir de ahí”, señaló Mariam.

Una vida entera

Una situación angustiante, ya que tuvo que dejar a amigos, familiares y, lo más difícil, a sus padres. “Personalmente tenía que dejar una vida entera: 17 años viví en Siria; además a todos mis amigos, a la familia de mi padre. No es como cambiarse de casa. Salimos rápido, todas mis cosas las dejamos allá, como los libros de universidad junto a otras pertenencias, trajimos lo más necesario para acá”.

Su abuelo, Osvaldo Fernández, comenta que Mariam se adaptó muy buen a nuestra cultura, gracias a que su madre, además de enseñarle de pequeña el castellano, también le enseñó a disfrutar de la gastronomía criolla: los porotos granados y el pastel de papas no son rarezas para ella. En tanto, dijo que lo más extraño son los sismos, porque en Siria jamás ha temblado.

Matrícula en mano, Mariam Charifeh se prepara para retomar sus estudios en la carrera de sus sueños: “La química siempre me ha gustado”, afirmó, quizás influenciada por su padre, quien es químico nuclear. El 6 de marzo Mariam comenzará una nueva etapa en la Universidad de Valparaíso, a la que se integró luego de recibir excelentes referencias por su vasta trayectoria en la formación de químicos farmacéuticos y por el reconocimiento nacional e internacional con que cuenta el plantel de educación superior.

Luego de su dura experiencia y a modo de mensaje a los jóvenes, Mariam Charifeh señaló: “Tienen que disfrutar la vida lo mejor posible y dejar de lado las cosas superficiales. Siempre hay que pensar en las personas, no en las cosas, porque las personas son lo más importante en la vida: si uno pierde a una persona nunca más la va volver a ver, la plata o lo material siempre se puede recuperar, pero la vida no”.