En la UV fue presentado libro que aborda el debate de la vida y de la muerte
Lorena Etcheberry analiza el aborto y la eutanasia desde una lectura feminista.
El libro “Tejiendo la vida y la muerte. Lecturas feministas sobre aborto y eutanasia en Chile”, de la socióloga Lorena Etcheberry Rojas, fue presentado en dependencias de la Escuela de Derecho de la Universidad de Valparaíso, en una actividad convocada en conjunto por esa unidad académica y la Dirección de Igualdad y Diversidad (DID) de la misma casa de estudios.
En la ocasión, comentaron la publicación Alejandra Zúñiga Fajuri, académica de la Escuela de Derecho, y Antonia Zepeda, secretaria ejecutiva electa de la FEUV. La secretaria ejecutiva de la DID, Patricia Varela, fue moderadora de la conversación. Abriendo el acto, hizo uso de palabra la directora de la Escuela de Derecho, Inés Robles, quien se refirió a la fecha de la presentación de este libro, coincidente con el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer.
Debate y tabú
Lorena Etcheberry hizo suyos los temas de investigación de su libro en su trabajo de tesis doctoral, buscando un punto de unión entre dos elementos vinculados a sus experiencias de vida. “Creo que todo tipo de investigación de larga envergadura tiene detrás de sí motivaciones que son personales, experiencias de vida, todo lo que hemos vivido en nuestra trayectoria”, señala.
Explica, en primer término, que “en el tema de aborto, la antesala sucede el año 2007, con todo el movimiento que hay en defensa de la píldora del día después. En ese momento hubo una gran injerencia de la iglesia católica frente a esta temática, porque quería restringir la distribución de la píldora en espacios públicos. Yo participaba en ese momento en una colectiva llamada Mujeres Públicas, desde donde hicimos diversas acciones para que esto no ocurriera, y una de las principales acciones que realizamos fue una apostasía masiva. La apostasía consiste en una renuncia al sacramento del bautizo por parte de la iglesia católica. Empezamos a reunir cartas apóstatas desde el norte de Chile hasta el sur, que si bien no tenían una repercusión práctica —porque en Chile no hay un sistema unificado de registro de los bautizos—, sí tenían un valor simbólico sumamente importante”.
A lo anterior, dice la autora, se suma “la experiencia de muchas amigas que habían pasado o estaban pasando por situaciones de aborto, donde se veían muchas veces en el marco de lo ilegal, en el marco de lo punitivo, en el marco de lo indecible incluso. Algunas tenían que viajar fuera del país, otras tenían que asumir distintos métodos, entonces la empatía frente a esas situaciones me llevó a pensar en el aborto”.
Experiencia profunda
Respecto de la eutanasia, relata su experiencia: “El año 2011 a mi hermano mayor le diagnostican un cáncer al pulmón. Él se encontraba en Estados Unidos junto a su familia. Tenía 32 años, y su pareja estaba esperando a su segunda hija, y mi hermano decide hacerse una eutanasia una vez que hubiera nacido. Nace su hija y a la semana después a él le aplican una eutanasia. Eso a mí me removió profundamente, fue una experiencia que caló profundo, porque yo también tenía el discurso de ‘vamos, se puede, tú puedes salir de esta enfermedad’, pero el destino nos mostraba que era distinto”.
“El año 2016 partí a Barcelona a realizar mi tesis de doctorado, y estas dos experiencias de vida se conjugaron al momento de hacer mi tesis. Primero me preguntaba cómo unir ambas temáticas, que parecieran separadas, y me parece que lo que las une es principalmente el debate de la vida y de la muerte. En la eutanasia está el deseo de adelantar la muerte, está también la necesidad de una muerte digna en función de una vida digna, donde los proyectos que serían vivibles o habitables ya no lo son. Entonces ahí se sostiene este debate de la vida y de la muerte. Y por otro lado, en el aborto, las mujeres y las personas gestantes que están en proceso de querer detener una gestación también se enfrentan a detener una vida, un proyecto de vida, en función de un proyecto propio, de un proyecto de vida habitable y de vida vivible. Allí se conjugaban ambas temáticas, de la vida y de la muerte, y eso me llevó a plantear mi tema de investigación de manera integrada”.
El proceso fue emocionalmente “muy exigente. Yo al comienzo en realidad lo veía como mi objeto o tema de investigación, pero a medida que me fui adentrando, me fui encontrando con mi propia historia, y fui también encontrándome con los elementos emocionales, donde te das cuenta que no solamente las personas que vivencian estas situaciones están enmarcadas en contextos de sufrimiento, de dolor, de complicaciones, de complejidades, sino que también te das cuenta de que tú misma, como investigadora, estás influenciada por esas emociones. Al mismo tiempo, el personal de salud, que es a quienes yo entrevisté, están completamente imbuidos e imbuidas en emociones sumamente fuertes. Recuerdo una entrevista a una enfermera, ella relatándome las historias relacionadas con querer adelantar la muerte o con el aborto se ponía a llorar, y en el marco de la entrevista yo al comienzo no sabía muy bien qué hacer, pero luego empatizaba completamente y lloraba también. Existía todo un contexto emocional sumamente duro y complejo, porque además son problemáticas que se enfrentan a lo legal, al marco de lo prohibido, y esa situación te hace llegar al límite, de alguna manera”.
Camino por recorrer
Apunta Lorena Etcheberry que “en otro momento hubiera sido sumamente difícil incluso plantear estos temas. En la actualidad se conversa, se dialoga, pero todavía siguen siendo, muchas veces, tabú. La muerte es la única certeza que tenemos en la vida, y no se conversa. Hay algunas iniciativas, por ejemplo el ‘vinito de la muerte’, donde se comparte un vino a la luz de las conversaciones sobre muerte, con familiares. Son buenas iniciativas, que permiten sacar del espacio prohibido a estas temáticas que son tan necesarias de dialogar”.
De hecho, señala en relación a la decisión de morir, que “incluso las voluntades anticipadas muchas veces no se plasman. Yo diría que la mayoría de las veces no se conversa, por ejemplo, antes de morir, qué es lo que se quiere para el momento de morir, qué es lo que deseas para el momento de morir, y eso genera muchos problemas a nivel familiar, desde el testamento hasta otras decisiones, como qué hacer si te da un infarto, si quedas en coma, y se generan estos problemas que son mayores y que son producto de ese tabú”.
De todas formas, afirma la investigadora, “ha habido avances. Por lo menos el 2017 fue un avance la interrupción voluntaria del embarazo, la IVE en tres causales: la posible muerte de la mujer, la inviabilidad fetal con carácter letal y en el caso de violación. Pero sin duda falta bastante en materia de aborto para que efectivamente exista un aborto legal, que permita a las mujeres, dentro de un rango de semanas, realizarse abortos, porque estas situaciones ocurren muchas más veces de las que uno piensa. Y en materia de eutanasia, se refundieron cuatro proyectos de ley en uno de eutanasia y cuidados paliativos, lo que es un avance, porque anteriormente estaban separados los cuidados paliativos de la eutanasia, cuestión que es bastante compleja, porque de alguna manera la eutanasia requiere sí o sí de cuidados paliativos. Yo diría que ha existido un avance, existe en la opinión pública mayor aprobación a la eutanasia que al aborto, pero sin duda falta todavía que se den luces frente a estas temáticas. El Presidente Boric hizo una declaración donde planteaba que iba a poner urgencia a los temas de aborto y eutanasia, así que esperamos que eso sea así”.
Lorena Etcheberry Rojas es socióloga, doctora en Sociología y magíster en Ciencias Sociales. Es académica de a Escuela de Periodismo de la Universidad de Santiago. Sus líneas de investigación abarcan estudios cualitativos, perspectiva de género, sociología del cuerpo y emociones, salud mental y eutanasia.
El registro del acto de presentación del libro está disponible en este enlace.
Nota: Lorena Ruiz / Fotos: Matías Salazar