Skip to main content

“La solución al estrés estaría en el mar”

09 Septiembre 2013

Investigación realizada por el equipo de científicos del Laboratorio de Neurobiología y Conducta de la Universidad de Valparaíso, revela que el consumo de un tipo específico de ácidos grasos, extraídos de animales marinos, ayudaría a sanar al cerebro de los severos daños producido por estrés.

El estrés es más común de lo que uno imagina. Una cada cuatro personas ha vivido, está viviendo o va a vivir una vez en su vida una enfermedad mental relacionada con el estrés, por ejemplo la depresión. Lo preocupante es —estudios clínicos así lo demuestran— que si bien el estrés no es catalogado como una enfermedad, sino una condición biológica, es capaz de provocar serios daños en el cerebro humano.

En el año 2001, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), había 121 millones de depresivos en el mundo. Si se mantienen las condiciones de vida actual, se piensa que al año 2020 la depresión se va a posicionar dentro de las enfermedades mentales, como la principal causa de muerte de los seres humanos, superando a las patologías cardiovasculares.

Además, según la OMS el estrés es un factor de riesgo de las principales patologías crónicas que afectan al ser humano, como son las enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, enfermedades mentales, algunos tipos de cáncer, adicciones y obesidad.

Investigación

Chile no cuenta con estadísticas oficiales, pero el estrés es tan común que se dice que somos un país depresivo. El equipo del Laboratorio de Neurobiología y Conducta de la Universidad de Valparaíso, liderado por el doctor Alexies Dagnino, realiza una investigación pionera en el mundo, con un enorme potencial de desarrollo, que se explica de la siguiente manera: “Tratamos de investigar por qué se origina el estrés en el cerebro y por qué empieza a destruir algunas neuronas, que tienen que ver con las emociones y la memoria, pero también intentamos encontrar una solución, a través de nuevas terapias que no causen daño colateral ni sean adictivas y sean de bajo costo, ojalá gratuitas, para que estén al alcance de todos los pacientes”.

Agregó que el estrés se puede dar en cualquier etapa de la vida, pero se manifiesta de diversas formas. Por ejemplo, “en los adultos puede generar cuadros de depresión y en los niños se puede manifestar con problemas de aprendizaje o déficit atencional”.

Una persona estresada crónicamente comienza a olvidarse de las cosas; también afecta a la emocionalidad, así el amigo deja de ser amigo, los familiares queridos después ya no son tan queridos y la persona inicia un proceso de aislamiento social, llegando a niveles de depresión tan altos que pueden provocar incluso la muerte.

“La depresión es una enfermedad orgánica, que se caracteriza porque el cerebro sufre un daño severo y cuando no tiene tratamiento —como cualquier otra enfermedad orgánica— y termina con la muerte del paciente. Un viaje a Jamaica y sin medicamentos no conduce a una sanación. No: el cerebro está dañado y enfermo, pero para eso hay tratamiento con fármacos y psicoterapia”.

No obstante, de las personas que se atienden en todo el mundo por depresión, el 40 por ciento no responde al tratamiento farmacológico antidepresivo actual.

El doctor Dagnino y su equipo trabajan para crear terapias innovadoras, en base a productos naturales, que no generan adicción, pero orientadas a ese 40 por ciento de pacientes que por alguna razón no reaccionan positivamente al tratamiento farmacológico vigente.

La investigación del Laboratorio de Neurobiología y Conducta de la UV se posiciona como pionera en el mundo, y ofrece una luz de esperanza a las millones de personas depresivas que según la OMS están diagnosticadas.

“La base de nuestros estudios son unos lípidos o ácidos grasos, que contienen propiedades antiestrés y ansiolíticas, pero además no generan dependencia y se pueden aplicar a través de la dieta”.

Estos ácidos grasos —aclara el neurobiólogo— provienen principalmente de animales marinos, moluscos, pescados y algas.

Destrucción del cerebro

El doctor Alexies Dagnino explicó que por medio del estudio de neuroimágenes se ha visto que cuando las personas presentan estados de estrés crónico, antes de generar un episodio depresivo, un área del cerebro relacionada con la memoria, llamada el hipocampo, se empieza a atrofiar; el deterioro del cerebro es progresivo y puede llegar a asemejarse a una pasa. “Este proceso está asociado a la pérdida de la memoria, porque el hipocampo tiene que ver con la capacidad de almacenar memorias en el cerebro”.

La duda para algunos científicos es si este estado de daño cerebral puede revertirse. Frente a esta interrogante el equipo del doctor Dagnino tiene una sola postura: están convencidos de que es reversible o se puede reparar, gracias a la capacidad plástica del cerebro.

“También el estrés afecta otra área del cerebro que tiene que ver con las emociones, la amígdala, donde además se almacenan los recuerdos. Lo que sucede cuando el estrés está declarado, es que la actividad biológica de esa área del cerebro aumenta significativamente, su actividad neuronal se exacerba y eso induce que las personas se vuelvan impulsivas. Es decir, aparece el cerebro primitivo, aquél que teníamos cuando éramos reptiles”.

Tal como lo explicó el doctor Dagnino, lo que hacen los ácidos grasos es proteger al hipocampo y a la amígdala del estrés. “Permite que el hipocampo no se atrofie y que la amígdala no se hipertrofie”.

Conexión con el mar

“Como equipo sostenemos que la solución al estrés está en el mar y en el conocimiento de que el estrés crónico es negativo para el cerebro. Aunque muchos la andan buscando en otros lugares (dentro del cerebro y en muchos fármacos). La conexión que tiene el cerebro con el mar viene desde los orígenes del sistema nervioso. De hecho, el cerebro nació en el mar, cuando las especies más primitivas necesitaron desplazarse a zonas menos profundas. Al parecer el origen del estrés y la depresión nos lleva a las raíces más internas del cerebro, que están el mar. Eso me sorprende bastante”, reconoció el doctor Dagnino.