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“La Constitución chilena necesita cambios y una revisión a fondo”

13 Junio 2013

Catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid permaneció dos meses en la Escuela de Derecho UV gracias a proyecto Conicyt.

Defensor de las libertades individuales y de los derechos ciudadanos, pues a su juicio enriquecen la democracia y la discusión de ideas, se manifestó el catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid, España, doctor Alfonso Ruiz Miguel, quien estuvo dos meses en calidad de profesor visitante en la Escuela de Derecho de la Universidad de Valparaíso, en el marco del Proyecto de Atracción de Capital Humano Avanzado financiado por Conicyt, denominado “Derechos en conflicto, derechos en debate: discusiones entre la ética normativa, la filosofía política y la teoría de la argumentación jurídica”.

El profesor Ruiz Miguel tiene una vasta experiencia docente e investigadora. Ha dictado conferencias y cursos en diversas universidades e instituciones españolas, iberoamericanas e italianas; también ha sido director de varios proyectos de investigación financiados por el Ministerio de Educación español; es miembro de comités de diversas revistas científicas de su especialidad, entre las que destacan Doxa, Isonomía, Sistema y la Revista de Ciencias Sociales de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales. Por último, forma parte del “Comparative Legal Research Group Bielefelder Kreis” (al que pertenecen, entre otros, Robert Alexy, Robert S. Summers, Aulis Aarnio, Michele Taruffo, Michel Troper, Francisco J. Laporta, Enrico Pattaro, y los fallecidos Alexander Pezenik, Geoffrey Marshall y Neil MacCormick).

Durante su estadía en la Escuela de Derecho UV, entre el 1 de abril y el 31 de mayo de 2013, el profesor español también realizó variadas actividades académicas en pre y postgrado, como también de extensión y visitas a otras universidades e instituciones jurídicas del país.

En entrevista exclusiva, el profesor Ruiz Miguel analiza la contingencia nacional bajo su prisma experto en temas de derechos ciudadanos y fundamentales.

—¿Cómo aprecia la Constitución chilena? A su juicio, ¿amerita revisiones?

“No me gustaría entrar en un jardín ajeno, donde pueda herir susceptibilidades. Además en España no estamos para dar lecciones, porque también estamos pasando por un desprestigio de la clase política y pasando por una importante crisis económica e institucional. Pero visto a la distancia, diría que una Constitución como la chilena, que fue aprobada en condiciones originales determinadas, saliendo de la dictadura de Pinochet, necesitaría una revisión y un cambio a fondo”.

—¿Cree que sería de valor que los candidatos políticos de uno u otro sector aborden este tema en sus programas?

“No lo sé. No sé sociológicamente cuál es la demanda social, pero veo que en el estudiantado al menos, hay un gran impulso crítico e ilusión de que se haga un cambio importante en materia de enseñanza para aumentar el grado de participación de fondos públicos en la universidad y en general en la educación, y eso lo he percibido en la sanidad también, que es especialmente cara y que podría mejorar mucho. Entonces supongo que hay una demanda social, pero no conozco encuestas específicas. Lo que puedo constatar es que sí se podría hacer una actualización relativamente fuerte en la Constitución”.

—¿Cree que tenemos madurez política en Chile?¿Cómo evalúa nuestra democracia?

“Está suficientemente sólida diría yo, como para hacer un cambio constitucional. Hacer una nueva Constitución es muy difícil, porque se tiene que hacer a través del consenso”.

—La representatividad de mujeres en cargos políticos es de 14,2 por ciento en Chile, según sus propios análisis. ¿Qué le parece ese porcentaje?

“En el conjunto latinoamericano es bajo, aunque hay mucha variación. La mayoría de los países que han introducido cuotas electorales en sus elecciones, tienen tasas más altas de representatividad de la mujer. El 14,2 por ciento es muy bajo en relación con la proporción de mujeres en la sociedad, que es el 50 por ciento. Eso indica que algo pasa, que hay un problema evidentemente”.

—¿Le parecería pertinente introducir en Chile una ley de cuotas?

“Eso lo deben juzgar los chilenos y sus legisladores, pero lo que puedo decir es que en algunos sitios donde existía este problema, de la gran diferencia existente entre la proporción de mujeres que participan en política activa, es que la experiencia de las cuotas ha sido positiva. En España, por ejemplo, ahora el número de parlamentarias está por el 36 por ciento, que aún no está en la banda de la paridad que está entre el 40 por ciento y el 60 por ciento, pero se acerca”.

—¿Sería una buena medida empezar con cuotas en los partidos políticos primero en forma voluntaria?

“Así empezaron varios países escandinavos y en España también, las cuotas se empezaron a introducir por los partidos de izquierda como cuotas voluntarias para sus propios órganos y listas electorales y después se trasladó a una ley progresivamente”.

—¿Sería también un buen estilo que pueda imponer una autoridad unipersonal en el nombramiento de cargos de su dependencia?

“Es una posibilidad abierta que tiene efectos educativos y simbólicos para la sociedad, porque hace ver que las mujeres pueden hacerlo tan bien —o tan mal— como lo hacen a veces los hombres”.

—¿Qué le parecen los movimientos ciudadanos y diversas marchas estudiantiles y por la igualdad que se están desarrollando en nuestro país últimamente?

“La democracia no es sólo participación formal en la política a través de un voto: también forman parte del derecho democrático, el derecho de manifestación y de expresión de opiniones en la calle. Son una parte esencial de la expresión política, es un derecho básico indisputable y creo que puede servir para mejorar la calidad deliberativa de la democracia, porque introduce voces nuevas en el debate político. A veces la clase política no tiene información o no escucha o no quiere escuchar todas las voces y el derecho a manifestación es un mecanismo perfectamente válido para que la opinión pública se fortalezca”.

—¿Su opinión sobre el matrimonio homosexual?

“Para mí es un derecho básico. La prohibición es una discriminación en razón de la orientación sexual y si los homosexuales quieren utilizar la institución matrimonial para realizarse mejor, no creo que haya razones fuertes para negarse a ello. Se suele alegar el tema de la adopción, pero en España por ejemplo, los homosexuales pueden adoptar hijos y eso nunca ha estado prohibido, de modo que la pretensión de proteger a los hijos no me parece pertinente y la idea de que con ello no se protege a la familia, presupone que hay un solo modelo de familia y hay muchos modelos, es un derecho que debe reconocerse”.

—¿Es partidario de la legalización del consumo de marihuana?

“En España está despenalizado el consumo personal de marihuana, pero hay sanciones administrativas por el consumo en público; no es como en Holanda, donde el consumo de marihuana está completamente tolerado en cualquier parte. Es un debate complicado, porque no afecta sólo el tema del consumo; hay quienes aluden al tráfico de drogas, es una discusión compleja y no la tengo del todo acabada. Pero sobre el consumo, no tengo opinión contraria a la libertad, creo que no debe penalizarse ni castigarse, porque está incluido incluso el consumo de marihuana por razones médicas, como cualquier otra medicina, como la morfina en el caso de dolor en enfermedades terminales”.

—¿Y su postura respecto al aborto?

“También es una de las tareas pendientes de la democracia chilena, porque la mayoría de los países reconoce que hay por lo menos ciertas formas de aborto aceptables que no deben penalizarse, como son aquéllos a consecuencia de violaciones o por fines terapéuticos por riesgo de la madre. Se trata de una protección de los derechos reproductivos de la mujer y de su autonomía individual”.

—Finalmente, ¿qué mensaje se atreve a dar al electorado chileno en vista de la poca credibilidad y desprestigio de la clase política en general, en especial dirigido al sector juvenil, en vísperas de nuestras elecciones presidenciales y parlamentarias?

“Lo que haría es un llamado a la participación política, no sólo a votar, sino que también a generar grupos e instancias de discusión política, a través de reuniones y creación de partidos. Los condicionamientos institucionales a veces son muy fuertes, pero hay que alentar la participación política, porque si no la hacen los ciudadanos, la harán otros”.

—¿Qué opina de los llamados a las abstenciones, a votar nulo o a funar la participación política?

“Es una tentación que mucha gente tiene y está en todos lados, pero creo que es una mala opción, porque deja espacio para que se ocupen de la política quienes deben ocuparse menos”.