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Con conferencia sobre el valor de la poesía ante la muerte Cristián Warnken abrió coloquios de Humanidades Médicas

06 May 2013

Director del sello editorial de la UV sostuvo un interesante diálogo con estudiantes y profesores.

“La poética ante la enfermedad y la muerte” se denominó la conferencia con la que el destacado profesor de literatura, comunicador, poeta y director del sello editorial de la Universidad de Valparaíso, Cristián Warnken, inauguró el ciclo 2013 de los Coloquios del Departamento de Humanidades Médicas de la Escuela de Medicina de la casa de estudios.

La actividad se realizó en el Auditorio “Pedro Uribe Concha” de la Facultad de Medicina, que se repletó de estudiantes y profesores, y fue presentada por la directora del departamento, María Liliana Contreras.

Warken inició su presentación replanteando el nombre de la conferencia, para resaltar el valor de la poesía como discurso a la intemperie, frágil y precario, y evitar —a todas luces— hablar de una poética de la muerte, en cuanto principio o tratado sobre sus cualidades. O como bien argumentó él mismo, citando a Rainer von Rilke, con la finalidad de eludir cualquier ofertón sobre la muerte como mercado del consuelo, anestesia o encubrimiento del dolor.

“Prefiero hablar de la poesía desde la muerte o con la muerte y la enfermedad, asumiéndola en su condición de —según Lihn— ‘palabra sitiada’”.

La muerte higienizada

En su relación con el ámbito de la salud y la medicina, Warken argumentó que en el mundo contemporáneo, sobre todo en Occidente, las personas continúan en su afán de querer esconder e higienizar la muerte, como parte de un proceso natural y personal entendible de los individuos comunes por querer escapar de esa realidad.

“Sobre todo el mundo anglosajón, que suele no dar cauce a las lágrimas. Su puritanismo se ha infiltrado poco a poco en el catolicismo mediterráneo, donde aún prevalece la cultura de que la palabra está para llorar con los que lloran, evitando que el dolor y sus expresiones se vean atenuados”, dijo.

Frente a esa disyuntiva, Warken rescató nuevamente a la figura del poeta, quien se ha colocado al descampado por entender que, recordando lo expresado por Hölderlin, su primera virtud es la del coraje.

“La poesía, como hija de la ciencia, se ha separado totalmente de la metafísica del mundo. No quiere tener poder, es inválida, como un ave con el ala rota”, afirmó.

Versos con coraje

Este enfoque lo expuso a través de los versos de Masaoka Shiki, poeta y periodista japonés que murió de tuberculosis a los 35 años, y del renombrado dramaturgo y escritor chileno Enrique Lihn, quien falleció producto de un cáncer cuando se acercaba a los 60.

Coincidentemente, ambos escribieron hasta los últimos instantes de sus vidas, aquejados por sus respectivos males, asumiendo el emblema del coraje pero desde perspectivas distintas frente al sufrimiento.

“Shiki hace suya la visión japonesa de la muerte y la enfermedad como algo colectivo, donde el poeta es una suerte de conector entre el microcosmos de su enfermedad y el macrocosmos de la realidad”.

Su sentir queda claramente expuesto en los haikus (pequeños poemas) escogidos que leyó ante los presentes:

“El último otoño en que comeré caquis: presentimiento”

“Litros de flema: el agua de calabaza no llega”

“No la bebió, el agua de calabaza. La luna llena”

Por el contrario, explicó Warken, Enrique Lihn hace que el poeta hable desde la subjetividad que padece, revelando el desgarro, la tensión que vive, la pérdida de toda confianza en la verdad y la seguridad.

Y concluyó su presentación citando algunos versos del chileno:

“Nada tiene que ver el dolor con el dolor

nada tiene que ver la desesperación con la desesperación

Las palabras que usamos para designar esas cosas están viciadas

No hay nombres en la zona muda”

“Hay solo dos países: el de los sanos y el de los enfermos

Por un tiempo se puede gozar de doble nacionalidad

pero, a la larga, eso no tiene sentido

Duele separarse, poco a poco, de los sanos a quienes

seguiremos unidos, hasta la muerte

separadamente unidos

Con los enfermos cabe una creciente complicidad

que en nada se parece a la amistad o el amor

(esas mitologías que dan sus últimos frutos

a unos pasos del hacha)

“Un monje misterioso

va de enfermo en enfermo con la vida en un frasco

una oscura religiosa

desovilla el ovillo de la muerte con sus manos que se dirían de ángel”.