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UV innova en el desarrollo de bebidas no lácteas en base a cultivos andinos

17 Abril 2013

Productos propios del Altiplano, como la quínoa, el lupino dulce, el amaranto y la vaina del algarrobo, ofrecen un alto aporte nutricional y sin efectos colaterales.

Cerca del 50 por ciento de la población chilena es intolerante a la lactosa, y se estima que en niños menores de seis años el índice de alergias alimentarias alcanzaría al siete por ciento, cifra que incluso puede estar subestimada.

Además de afectar la calidad de vida de las personas que padecen cuadros alérgicos a los alimentos, a esto se suman los altos precios de los productos que ofrece el mercado, en su mayoría importados, como única opción que permite cubrir los requerimientos nutricionales de los niños afectados. Esta situación causa un gran impacto en el núcleo familiar, junto al descalabro económico para quienes cuentan con un presupuesto restringido.

En el marco del Concurso Perfil de I+D Aplicada, la Universidad de Valparaíso, en calidad de Institución Asociada con la Universidad de Antofagasta, se ha adjudicado el proyecto “Desarrollo de bebidas no lácteas de alto valor nutricional, en base a cultivos andinos, destinadas a población con necesidades nutricionales especiales”, a cargo del Centro de Investigación y Desarrollo de Alimentos Funcionales (Cidaf), liderado por la profesora Mariane Lutz, académica de la Facultad de Farmacia.

I+D Aplicada

La investigación se enfoca en desarrollar tecnología aplicada con alto impacto en la población, innovando en la utilización de productos chilenos altiplánicos, para crear una alternativa de alta calidad desde el punto de vista nutricional y más accesible para las personas que sufren algún tipo de alergia o intolerancia alimentaria.

“El proyecto consiste básicamente en probar formulaciones de alimentos que no existen hoy día en el país. Nos propusimos como objetivo satisfacer una necesidad urgente y dramática, ya que existe un segmento importante de la población, sobre todo niños, que son alérgicos o intolerantes a diversos alimentos. La oferta de productos especiales para ellos en la actualidad es muy escasa. Incluso hay situaciones en las que existe sólo un tipo de alimento que puede consumir el menor y no se vende en el país y cuyo costo mensual está alrededor de los 300 mil pesos”, aseguró Mariane Lutz.

Tal como lo explicó la académica del Cidaf, el proyecto apunta a entregar una solución alternativa a la población que no puede consumir leche por intolerancia a la lactosa (azúcar), a la caseína (proteína) o a cereales que contienen gluten (complejo proteico) u otras alergias alimentarias bastante comunes en Chile, como por ejemplo al huevo, la soya, el maní y algunas frutas, entre otras.

Los síntomas de un cuadro alérgico por alimentación pueden ir desde muy leves hasta cuadros severos, afectando al sistema respiratorio y/o al digestivo, como también la aparición de manifestaciones en la piel.

Productos

La investigación se realizará en forma conjunta con la Universidad de Antofagasta, en donde ya se han realizado pruebas exitosas con los cultivos propios del Altiplano. Para la elaboración de bebidas no lácteas se empleará la quínoa, el lupino dulce, el amaranto y la vaina del algarrobo.

“Con estos productos se puede elaborar harinas de muy buena calidad desde el punto de vista nutricional y que son excelentes aportadores de proteínas, que pueden reemplazar a la leche sin efectos secundarios. Nuestro foco en la primera etapa son los niños que no pueden tener lactancia natural y aquéllos que inician la alimentación después del destete”.

Proyecciones

Para la académica, el estudio y sus aplicaciones tienen grandes proyecciones. “Estamos enfrentando un problema que no está resuelto para un grupo importante de familias. Lo que existe en este momento en el mercado son productos caros, que a veces solucionan un problema pero generan otro, porque en algunos casos las alergias se presentan en forma combinada, no hay alternativas y los casos son muy dramáticos. Estoy muy convencida de que este proyecto tiene una función social muy importante, dado que vamos a tener un producto de excelente calidad y de menor costo. A la vez, nos interesa potenciar el cultivo de los productos andinos, de uso ancestral en el país, los que poseen propiedades muy saludables para el organismo”.