Tesista de Odontología de la UV destaca por su compromiso social
Andrea Valenzuela, voluntaria todo terreno, desarrolló trabajos voluntarios en Bolivia, en la Comunidad Inti Wara Yassi, donde llegan miles de animales en cautiverio. También participa de la organización Odontólogos Sin Fronteras y en operativos organizados por la Escuela.
Andrea Valenzuela, de 29 años, alumna a punto de egresar de la carrera de Odontología de la Universidad de Valparaíso, tiene el sello social muy marcado. No es desconocido entre sus compañeros su gusto por ayudar a las personas y desarrollar gestiones gremiales y sociales. Presidió el Centro de Alumnos de la Escuela de Odontología, del que actualmente es directora académica, y ha realizado una serie de trabajos voluntarios en Odontólogos Sin Fronteras.
Asimismo, gracias a los convenios que mantiene la Escuela de Odontología de la UV con distintas entidades, ha participado en varios operativos dentales en sectores vulnerables de la región, prestando servicios de limpieza dental o tapaduras.
“Desde que tengo uso de razón —señala Andrea Valenzuela—, el voluntariado o el área social han estado súper relacionados con mi vida. Así como hay personas con tendencias a ciertas cosas, como académicas, económicas o el tema que sea, lo mío siempre ha sido lo social, de modo que mi vida en un porcentaje alto está dedicada a solucionar situaciones o a ser voluntaria en algunas organizaciones”.
Respecto de cómo se organiza, explica que “mi vida es súper estructurada, yo creo que tengo agendado de aquí a diciembre. La prioridad es dedicarme a lo que dirijo, como es Odontólogos Sin Fronteras, donde soy directora regional y ahora secretaria nacional. Tengo todo estructurado respecto de cómo se van a organizar los operativos durante el semestre y a fin de año los viajes internacionales”.
Durante el verano, la tesista viajó a Perú, para asistir a una comunidad carente de servicio dental, donde ayudó junto a colegas chilenos y peruanos en la aplicación de tratamientos de carácter dental. Sin embargo, su proeza más osada como voluntaria fue atender la dentadura de animales en cautiverio, lo que le costó recibir la mordedura profunda de un mono.
“Llegué a trabajar como voluntaria a la Comunidad Inti Wara Yassi, a uno de sus parques, en Machía, con la intención de trabajar junto a otros voluntarios en lo que fuese necesario, sin pensar que mi carrera me serviría para ayudar a los animales, ya que varios de ellos necesitaban atención odontológica”, indica, agregando que “mi trabajo diario en clínica consistía en limpiar las jaulas de 36 monos capuchinos, alimentarlos y cuidarlos junto a otros voluntarios. Algunos días también realizaba tratamientos dentales a los animales que lo requerían: una monita araña llamada Sara, varios monos capuchinos y un puma llamado Gato”.
Sobre esta experiencia en Bolivia, Andrea señala que “cuando llegué a este parque no lo hice pensando en ser odontóloga, sino que llegué a ser voluntaria para cuidar los animales, limpiar las jaulas, darles comida o bañarlos. Pero, por esas cosas de la vida, los veterinarios no habían resuelto esos problemas y no había odontólogos, así es que había situaciones que eran complicadas para los veterinarios y que eran fáciles para mí de resolver. La crueldad con los animales en Bolivia es grande: para que los monos no muerdan, la gente les corta los caninos o los colmillos con un alicate, lo que genera una reacción infecciosa en el diente, que compromete el sistema del animal. Esas situaciones tuve que resolver, ya fuera sacando los dientes o haciéndoles tratamiento”.
Respecto de si es más difícil atender la dentadura animal que la humana, Andrea Valenzuela enfatiza que con los animales “es mucho más difícil. Aunque la cantidad de dientes no es mayor, la forma de los dientes y de unirse al hueso es diferente, porque son más duros y firmes; en los humanos existe más posibilidad de sacar un diente que en los animales”.
Andrea cuenta orgullosa cómo fue su trabajo al realizar fichas de los animales y dejar todo preparado para facilitar el trabajo del los veterinarios. Pudo ver monos capuchinos, monos araña, monos ardilla, aves, algunos reptiles y pumas. Y respecto de si tuvo miedo en algún momento, afirma: “No, ni siquiera cuando me mordió un mono (ríe) el primer día de trabajo, y veía a los voluntarios gritando y diciendo que se hubiesen ido si les pasara lo mismo. Yo iba preparada para todo; desde el momento que partí de acá, sabía que iba a tratar con animales salvajes y que no todo sería maravilloso; sabía que se presentarían problemas, y este fue uno de esos problemas”.
Respecto de los voluntariados en que ha participado en Chile, la futura odontóloga indica que “tenemos un convenio firmado con la Universidad de Valparaíso que es de derivación de todos los pacientes que atendemos en Odontólogos Sin Fronteras en los operativos regionales, donde trabajamos casi todos los fines de semana. Realizamos trabajo de prevención en Valparaíso, y los tratamientos complejos se hacen en la Universidad. Nosotros resolvemos situaciones de urgencia o casos simples en terreno, al contrario de lo que ocurre en Perú, donde hay más extracciones o tapaduras”.
Andrea dice que lleva el sello UV a todas partes y en cada uno de sus compromisos. Orgullosa, manifiesta que el trabajo que desarrolla en el voluntariado, proyecta el carácter público que le ha dado su casa de estudios. Actualmente, desarrolla su internado en el Hospital Naval de Viña del Mar.