Serio debate sobre situación actual de la educación chilena
En la actividad, convocada por la Dirección, participaron alumnos, funcionarios y profesores.
Tratando de aportar al debate público desde una perspectiva constructiva y académica, y con el ánimo de fortalecer y respaldar desde esta mirada el movimiento estudiantil, la Dirección de la Escuela de Derecho de la Universidad de Valparaíso convocó a un foro debate sobre este tema, realizado en el aula Luis Vicuña Suárez, al que asistieron estudiantes, funcionarios y profesores.
En la ocasión, actuaron como panelistas los profesores Agustín Squella y José Luis Guzmán, mientras que el académico Juan Carlos Ferrada fue el moderador.
En la oportunidad, el director de la Escuela de Derecho, profesor Ricardo Saavedra, explicó que este foro se enmarca en el programa del plan de reprogramación de actividades académicas y movilizaciones año 2011 elaborado por la Dirección de la Escuela de Derecho, el que también promueve la búsqueda de fórmulas que permitan normalizar cuanto antes las actividades académicas, sin descuidar el movimiento estudiantil.
Recalcó el hecho de que una universidad se caracteriza por propiciar la conversación y razonamiento de los distintos temas, y que esta instancia justamente pretendía aportar en cuanto a comprender las posiciones en uno y otro sentido.
Por su parte, el profesor Agustín Squella hizo un amplio y completo recorrido sobre la situación general de la educación en Chile, abordando tanto aspectos históricos como filosóficos y jurídicos.
Comentó, entre otras materias, que el Estado “no tiene ninguna razón para financiar universidades privadas, tengan o no fines de lucro, sólo porque ellas proveen un bien público como la educación. Una institución no es pública por el solo hecho de que provea bienes públicos. Clínicas y farmacias proveen bienes públicos de mucha importancia y no por ello tienen derecho a recibir dinero fiscal”.
Dijo que las universidades del Estado no pertenecen a ningún estamento en particular —ni a los académicos, ni a los estudiantes, ni a los funcionarios, ni a todos ellos en conjunto—, sino a la sociedad chilena. Por esto, advirtió, “el Estado tiene la obligación de darles un trato preferencial, no un nuevo trato, sino un trato preferente, y es raro tener que dar tantas explicaciones sobre algo que es tan obvio”, agregando también que estas instituciones son pluralistas como un deber u obligación que reconocen y no por una opción que puedan o no adoptar, en el entendido que deben reconocer la diversidad, respetarla y apreciarla como un valor.
El profesor Squella también se refirió a la última propuesta del gobierno sobre educación superior. Aunque aseveró que se trata de un documento amplio, demasiado general y algo reactivo, reconoció que se trata de un avance respecto a todo lo que se había hecho hasta ahora en esta materia por el actual gobierno, e incluso por los de la Concertación, los cuales, si bien lograron avances en materia de educación superior, nunca hicieron un planteamiento ni menos impulsaron una idea global al respecto. “Nos guste o no este gobierno, tenemos que reconocer que nunca hubo un planteamiento orgánico respecto a la educación superior como el que se ha presentado ahora. No es un documento satisfactorio, pero es un avance, y bien podría consistir en un punto inicial para el diálogo que todos esperamos que se produzca”.
Agustín Squella se detuvo también en rescatar el valor del diálogo en momentos de crisis como el que estamos viviendo. A su juicio, si éste cesa, “es el fin de la filosofía, el fin de la universidad y el fin de la política. La universidad que deja de dialogar no es universidad, y la política, aunque sea de baja calidad, como la que tenemos ahora, es mejor que la falta de política, porque ya sabemos lo que pasa cuando la política sale del escenario: entra un general vestido con uniforme regular o verde oliva —para el caso da lo mismo— que pone su pistola sobre la mesa y declara terminada toda discusión. (…) Frente a la situación que se vive —advirtió— no debería aplicarse la lógica del conflicto a cualquier precio ni tampoco la del acuerdo a como dé lugar, esto es, con sacrificio de los principios que están en juego. Debe aplicarse la lógica del acuerdo, sin sacrificio, sino con ponderación de los principios que puedan hallarse en pugna”.
Sostuvo que dialogar significa dar y oír razones; no imponer solamente las propias. “Y si una de las partes no puede convencer a la otra en un diálogo, entonces se puede llegar a algún tipo de acuerdo o transacción. Y si el acuerdo también fracasa, entonces hay que aplicar la regla de la mayoría, para que así se pueda avanzar en temas en los que necesariamente hay que tomar decisiones. No podemos estar en desacuerdo permanente”.
En tanto, el profesor José Luis Guzmán concordó en que todo el sistema educacional chileno está en crisis, no solamente el universitario.
Se manifestó partidario de que el Estado se haga cargo de la educación en general, no solamente de segmentos o etapas del proceso, aunque al mismo tiempo reconoció que reformas profundas “no se resuelven de modo alguno de la noche a la mañana”, acotando que “es irreal pensar que habrá educación gratuita el segundo semestre 2011 o después de un plebiscito”.
El académico opinó que una educación pública de buena calidad es cara, ya que debe reunir una serie de requisitos exigentes, como profesorado calificado y recursos físicos y presupuestarios a la altura, lo que es un tema pendiente que se debe abordar con seriedad y realismo en un país pobre como Chile, dijo.
Advirtió que esa calidad va de la mano con tener claro que la universidad no es para todos, sino para aquellos estudiantes que sean capaces de responder a esa alta exigencia, sin perjuicio de la necesidad de establecer cuotas para que los mejores estudiantes de los grupos más desfavorecidos o postergados tengan acceso a la universidad pública, como se ha hecho en Brasil, y que la desproporcionada expansión de universidades que ha experimentado nuestro país ha afectado también la calidad de las instituciones y por ende de sus alumnos egresados. “El riesgo de esta expansión exagerada ha sido tener que aceptar un sistema universitario uniformemente malo”, acotó.
El profesor Guzmán se refirió además al lucro, puntualizando que este concepto no sólo debe ser entendido en términos económicos, de lograr utilidades o ganancias, con lo que el expositor no se mostró de acuerdo como objetivo de la universidad, sino además en el sentido de velar porque una institución universitaria sea necesariamente pluralista, por definición y no por opción, y evitar así que en los fines de la universidad se entrometan otras formas de lucro (ideológico, proselitista, sectario, etcétera, cualquiera que fuere su signo).