Especialistas de la UV critican mantención de buques en la bahía en caso de temporales
Sergio Bidart y Patricio Winckler, de la carrera de Ingeniería Civil Oceánica, valoran que no haya habido víctimas que lamentar tras el varamiento del “Cerro Alegre”.
Los daños que una embarcación puede provocar al borde costero son impredecibles. “Es como un auto sin frenos”, señala Sergio Bidart, profesor de la carrera de Ingeniería Civil Oceánica de la Universidad de Valparaíso, a propósito de lo sucedido la semana pasada con la motonave “Cerro Alegre”, con el temporal que azotó a la zona central y que implicó el varamiento de la nave. Coincide en esta idea Patricio Winckler, de la misma carrera, destacando que los daños pudieron haber sido mucho mayores y que felizmente no hubo víctimas que lamentar.
Bidart enfatiza que “la autoridad marítima debe estar realizando un sumario, puede que existan seguros comprometidos, lo desconozco. Pero no puede estar una embarcación mayor sin propulsión ni tripulación fondeada a la gira existiendo un temporal. Para estos casos existen remolcadores que debieron hacerse cargo de remolcar al buque. Si el buque estaba abandonado por falta de financiamiento para operar, el armador debe ser el responsable, o en su defecto la agencia si es extranjero. Existe un reglamento y ley que norma estos casos”.
“Por procedimiento —añade—, cuando existe un temporal siempre una embarcación mayor debe pasarlo fuera de la costa, mar adentro sobre las ocho millas náuticas”. Añade que “los daños que produzca al vararse en la costa dependerán de con que obstáculos se encuentre; no se puede cuantificar daños, es como un auto sin frenos”.
Efecto sobre las estructuras
Respecto de los efectos que una embarcación de ese tamaño puede provocar sobre las estructuras costeras, el profesor Patricio Winckler señala que “dependen de la instalación eventualmente afectada. El borde costero de Valparaíso se compone de defensas constituidas por muros verticales y enrocados que son escasamente afectados por el impacto de embarcaciones sin gobierno, pero también de muelles que sí pueden presentar fallos significativos. El impacto de embarcaciones de gran tonelaje constituye una carga significativamente mayor a la considerada convencionalmente en el diseño de estas estructuras y por tanto el fallo es esperable”.
Explica Winckler que “en este caso, el ‘Cerro Alegre’ varó sobre una defensa costera y los daños son menores y, afortunadamente, relacionados con la infraestructura existente, pues no se lamentó la pérdida de vidas. El impacto del ‘Avon’ en el muelle de Caleta Portales en septiembre de 2000, en contraste, redundó en la destrucción del mismo y la pérdida económica aproximada de 800 millones de pesos en moneda de la época, que debió ser asumida por el Estado. A ello se suma el costo del lucro cesante de los pescadores que no pudieron efectuar sus actividades en forma óptima sino hasta que se proyectó el nuevo muelle en 2003, por un monto similar. Por otra parte, el ‘Río Rapel’ varó frente al sector Yolanda sin generar costos económicos importantes, salvo aquéllos relacionados con el desvaramiento del mismo. En suma, los efectos dependen de la ubicación del naufragio”.
Respecto de la posibilidad de que una embarcación llegue a quedar muy cercana a las vías del tren, Patricio Winckler afirma que “la línea del tren se ubica a una distancia considerable del borde costero donde periódicamente varan las embarcaciones en Valparaíso, y por lo tanto su integridad no se ve amenazada por estos eventos”.