Jóvenes extranjeros de la UV analizan a los chilenos
Su primera impresión es que somos buenos para hablar y carretear, pero también aprecian la amabilidad.
Una reunión junto a un café o una copa de vino fue la ocasión propicia para el encuentro entre los alumnos extranjeros de la UV. Los jóvenes se dieron cita en un restaurante del centro de la ciudad, para ser recibidos oficialmente por la institución.
Globos, regalos, dinámicas de juegos, chapitas, Breviarios del Sello Editorial de la UV y mucho entusiasmo hubo en esta reunión, que sirvió para que los jóvenes se conocieran entre ellos y compartieran la experiencia de un mes vivido en Valparaíso, incluyendo el terremoto del 27 de febrero, cuando muchos de ellos ya habían arribado al país.
Sus familias fueron las más preocupadas con el sismo, pero ellos no dudaron en seguir con sus planes en Chile, para cumplir la meta trazada a fines del año pasado: venir al país para realizar una pasantía en la UV por un semestre, y otros, por un año.
Los mexicanos Miriam Chico y René Nava son compañeros en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, y optaron por venir a la Facultad de Arquitectura por un año, para desarrollar pasantías en la carrera de Diseño. Ambos coinciden que los chilenos se parecen a sus compatriotas mexicanos por su amabilidad, sencillez y sobre todo humanidad, condición que pudieron verificar desde que se bajaron del avión.
“La gente como que te ayuda de más, y si yo pregunto una dirección, me dicen cómo llegar además de encaminarme, y tratan de que yo me sienta entendido y que llegue bien a donde quiero ir”, explica René. En tanto, Miriam alabó la percepción del diseño, aspecto que la hace sentirse cómoda debido a la ampliación de conocimiento que recibe en relación a su institución, que está más enfocada a lo industrial.
La situación de Katrine Have, proveniente de Dinamarca, es singular. Estar en Chile se ha convertido en algo muy especial y prefirió quedarse en Valparaíso y no en Viña del Mar, puesto que encuentra que la ciudad es más pintoresca debido a sus casas. Sus cursos los desarrolla en la Facultad de Humanidades en Viña del Mar, espacio donde ha sacado provecho para entender la cultura y la lengua española. Una de esas palabras es “carretear”, concepto que ha entendido muy bien cuando se trata de salir, pero que no marca muchas diferencias con su país. Reconoce que el chileno es muy carretero: “Toda la gente habla de lo que va a hacer el fin de semana o lo que hicieron, son muy de juntarse”, sostiene.
En relación a las comidas, reconoce que aún no ha podido ver un plato típico del país, el que espera degustar antes de su regreso a Dinamarca.
Buenos para hablar
Una de las experiencias comunes que han vivido las alumnas extranjeras es que “los chilenos son buenos para hablar”, sobre todo cuando asisten a algún bar o se reúnen con amigos. No es menor considerar que ya conocen el término “engrupir” o que han visto a muchos galanes que se les acercan para entablar una conversación. Miren Mangado, una de las jóvenes que estuvo en el acto de bienvenida, viene de la Universidad del País Vasco, y subraya que los chilenos son muy buenos para hablar. Katrine Have agrega que “tienden a ser muy galanes o te dicen que te van a cocinar”. Afirman que no es una molestia, pero prefieren ver el lado amable de la situación. Asimismo, advierten que las mujeres chilenas también muestran cariño y gestos de amabilidad.
El horario también les ha llamado la atención, puesto que nunca se llega a la hora fijada. Ellos ya comienzan a tomar esta costumbre de llegar tarde a los encuentros: “Me estoy adaptando al horario que usan los chilenos”, dice Elena Zucchiatti de Italia.
La noche avanza y los jóvenes se van sumando a medida que avanza la hora, para participar del recibimiento ofrecido por la unidad de Movilidad Estudiantil de la UV, acto que incluyó cantos, conversación y mucha amistad entre estos jóvenes que comienzan a observar la vida diaria de la ciudad y de la Universidad de Valparaíso.