Con llamado a que los jóvenes no dejen de leer, Agustín Squella recibió su Premio Nacional
Ceremonia de entrega de los Premios Nacionales 2009 se realizó este martes en Santiago, encabezada por la Presidenta de la República.
En el Claustro de la Recoleta Dominica, en Santiago, tuvo lugar este martes la ceremonia de entrega de los Premios Nacionales 2009. El profesor Agustín Squella, de la Universidad de Valparaíso, recibió el Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales, que le fue entregado por la Presidenta Michelle Bachellet y las ministras de Educación y Cultura. En la ocasión, junto con agradecer la distinción, Squella formuló un llamado a nunca dejar de leer, especialmente los jóvenes, ya que “ser pobres de palabras es ser pobres de pensamiento”.
La ceremonia incluyó una intervención inicial de la ministra de Educación, Mónica Jiménez, la entrega de los Premios Nacionales, con intervenciones de cada uno de los seis distinguidos, y palabras de la Presidenta al cierre. Además, se presentó el grupo Barroco Andino, con versiones musicalizadas de poemas de Pablo Neruda y Gabriela Mistral.
“Los Premios Nacionales constituyen un reconocimiento a la obra de chilenos y chilenas que destacan por su excelencia, creatividad, aporte trascendente a la cultura nacional y al desarrollo de variados campos del saber y de las artes”, indicó la ministra de Educación, añadiendo que “de acuerdo a lo estipulado en la Ley, este año ha correspondido entregar tal distinción en Ciencias de la Educación, Artes de la Representación y Audiovisuales, Ciencias Exactas, Humanidades y Ciencias Sociales, Artes Plásticas y Periodismo”. Hay que recordar que los reconocimientos se otorgan cada dos años: en los años pares, Literatura, Historia, Artes Musicales, Ciencias Naturales y Ciencias Aplicadas y Tecnológicas; en los impares, los que se entregaron este año 2009.
La ministra Mónica Jiménez destacó la relevancia de todos los distinguidos, refiriéndose a cada uno de ellos en particular: Mario Leyton, Ciencias de la Educación; Federico Assler, Artes Plásticas; María Olivia Mönckeberg, Periodismo; Ramón Núñez, Artes de la Representación y Audiovisuales; Ricardo Baeza, Ciencias Exactas, y Agustín Squella, Humanidades y Ciencias Sociales. Respecto de Agustín Squella, la titular de Educación indicó que este académico “padece el síndrome Da Vinci: todo te apasiona”, y agradeció especialmente su participación en la instalación de la institucionalidad cultural del país.
Palabras de la Presidenta
La Presidenta Michelle Bachelet enfatizó que los Premios Nacionales destacan la inteligencia, el estudio, la dedicación y la creatividad de personas que han trabajado por el país, de modo que constituyen un acto de justicia. Valoró asimismo el hecho de que todos los premiados hayan desarrollado trabajo como docentes, destacando que la educación y la cultura son los elementos que pueden hacer crecer a un país.
La Presidenta señaló también que en los últimos años Chile ha avanzado en términos de infraestructura para la educación, de modo que la meta de hoy es dar un salto cualitativo.
De igual modo, Michelle Bachellet se sumó al llamado de Agustín Squella en defensa de la lectura, elemento clave en la educación y la cultura.
Súplica por la lectura
Todos los ganadores del Premio Nacional hicieron uso de la palabra, para lo cual dispusieron de tres minutos cada uno, tiempo que la mayoría de ellos sobrepasó.
Agustín Squella tituló su intervención “Súplica por la lectura”. Partió agradeciendo la distinción, indicando que “los premios son como las bendiciones: aunque uno no crea merecerlos, no tiene más alternativa que aceptarlos y agradecerlos. Agradecerlos, especialmente si provienen de un jurado de personas estimables e idóneas; si, además, se lo recibe en presencia de la Presidenta de la República, y si, en fin, se tiene la fortuna de compartirlo con figuras tan destacadas como Federico Assler, Ricardo Baeza, Mario Leyton, María Olivia Mönckeberg y Ramón Núñez. Agradecimientos que es preciso extender a quienes le formaron a uno —los queridos e inolvidables maestros que se tuvo—; a quienes como estudiantes nos apremian a diario para permanecer alertas en el camino que vamos haciendo juntos, y a quienes en condición de amigos o miembros de una familia nos sostienen con el indispensable amor, complicidad, consuelo, aliento y humor que todos necesitamos para vivir”.
A continuación, y en consideración a que “de alguien que recibe un Premio Nacional se espera algo más que aceptar y agradecer”, formuló el siguiente llamado: “En una ocasión como ésta siento el deber de interceder por la lectura, más aún, por las palabras, y, en definitiva, por el propio pensamiento, y ello porque pensamos con palabras y porque las palabras se capturan oyéndolas, pero, sobre todo, leyéndolas”.
Agregó: “Ser pobres de palabras es ser pobres de pensamiento. Con las palabras pensamos, con las palabras percibimos, con las palabras nombramos, con las palabras recordamos, con las palabras distinguimos, con las palabras relacionamos, con las palabras nos divertimos. Perder palabras es perder las cosas que ellas designan, de manera que cuando nuestro lenguaje se empobrece, lo que se empobrece es la propia realidad y la comprensión que tenemos de ella. Quien dispone de una mayor cantidad de palabras percibe más de la realidad y es también capaz de dar mejor cuenta de ésta”.
Para Agustín Squella, las palabras van más allá del simple vocabulario: las palabras “son actos, puesto que también hacemos cosas con las palabras, de manera que éstas permiten no sólo notar, comprender y describir el mundo, sino intervenirlo y transformarlo. A leer, pues —instigo a los jóvenes—, para que no sean sujetos de pocas palabras, sino de muchas, y para que consigan colmar el cofre de su lenguaje, de modo que la cubierta de ese cofre no cierre de puro rebosante de palabras que él se encuentra, cual si se tratara de un tesoro que desparrama su voluptuosa abundancia desde un arca que no es suficiente para contenerlo”.