El profesor de la Universidad de Hof, Alemania, Markus Finn dictó a cabo la conferencia “Derechos de los pacientes al final de la vida: ¿indemnización por prolongación médica de la vida?”, en una actividad organizada por la Escuela de Derecho de la Universidad de Valparaíso.
La exposición fue comentada por la profesora de la unidad académica e investigadora del Centro de Investigaciones de Filosofía del Derecho y Derecho Penal (Cifde) de la UV Alejandra Zúñiga. La presentación de Markus Finn fue realizada por el director de la Escuela de Derecho UV, Claudio Oliva, quien hizo referencia a su trayectoria e investigaciones en la materia.
En la instancia, el invitado desarrolló una introducción al tema de la responsabilidad civil médica, haciendo referencia a los requisitos generales para las intervenciones médicas, a la doble vía relativa al error de tratamiento y falta de información, a la jurisprudencia y la doctrina de la lesión corporal, y al consentimiento informado como hecho justificativo.
Además, ejemplificó con los casos “wrongful conception/birth/life”, detallando la visión general de cada uno -la impunidad del aborto, la cadena causal y los requisitos para el derecho a indemnización de los padres- y explicando el fallo del Tribunal Federal Supremo 1983, abriendo la interrogante de si debe existir el derecho a la indemnización del niño.
Finalmente, y respecto a la pregunta sobre una posible indemnización por una prolongación artificial de la vida, entregó detalles sobre el fallo del Tribunal Federal Supremo 2019, para posteriormente discutir sobre el daño moral y material y las sentencias de los tribunales de Alemania versus una solución alternativa.
Posteriormente, la profesora Alejandra Zúñiga comentó la presentación del académico Markus Finn, centrándose en las interrogantes morales que están detrás de algunos casos de negligencia médica y, en particular, de los llamados “nacimientos erróneos”.
“Lo primero que es importante señalar es que los casos judiciales en esta materia son recientes, puesto que la tecnología de cuidado prenatal es muy nueva. Las ecografías se convirtieron en un estándar básico recién en los años ochenta, mientras que las pruebas genéticas se estandarizaron en los noventa. De igual manera, las respuestas éticas que han surgido a propósito de los dilemas que esta nueva información genera también han ido cambiado y, como relató el profesor Finn, se están discutiendo en los tribunales, demanda tras demanda”, contextualizó.
Detalló que, en general, “lo que estas demandas están exponiendo es la cuestión es si tenemos derecho a elegir qué niños vienen al mundo, lo que a su turno implica dos suposiciones. Primero, que es bueno -en general- aprovechar la tecnología para poder advertir, antes del nacimiento, los principales defectos en la salud del feto. Y segundo, que es lícito moralmente hacer algo, a saber, interrumpir el embarazo, si esos defectos interfieren con nuestro proyecto de crianza. La práctica de interrumpir embarazos específicos, en oposición a abortar embarazos para no tener un hijo, rara vez se discute en sus términos más directos”.
“Hoy existen técnicas no invasivas para la detección del síndrome de Down en el primer trimestre, cuando la decisión de interrumpir un embarazo es más común. En entornos in vitro, una nueva tecnología llamada PGD (diagnóstico genético preimplantacional) permite a la ciencia detectar defectos genéticos días después de fertilizar un óvulo en una placa de Petri. Y quizás lo más importante es que la cantidad de pruebas genéticas prenatales está aumentando exponencialmente”.
“Ahora, ¿cuáles son las razones justas o éticamente aceptables para interrumpir o continuar con un nacimiento particular? ¿es correcto abortar a un niño sordo? ¿o a uno ciego? ¿qué tan grave debe ser el retraso o discapacidad mental para ser demasiado retraso? ¿qué hacer si se detecta que el niño desarrollará una enfermedad grave, como la enfermedad de Huntington, más adelante en la vida?”, puntualizó.
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