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Agustín Squella: “Soplan malos tiempos para la democracia en el mundo contemporáneo”

09 Junio 2020

Destacó el profesor de Derecho UV en charla “Democracia: ¿Algo más que una crisis?”.

El profesor de la Escuela de Derecho de la Universidad de Valparaíso Agustín Squella dictó la charla “Democracia: ¿Algo más que una crisis?”, en el marco del ciclo “Charlas de Futuro: Construyendo la Universidad que Soñamos”. En su intervención, el docente realizó una reflexión sobre la situación actual de la democracia del país y el rol de los actores sociales más relevantes.

Planteó que “lo que estamos viendo en el planeta en su conjunto es que a la democracia, como forma de gobierno de las sociedades, le está ocurriendo algo más que una crisis. El año pasado publiqué el libro ‘Democracia. ¿Crisis, decadencia o colapso?’, y a estos conceptos agregaría una posibilidad más optimista: quizás no sea ninguna de las anteriores, y la cuarta alternativa que se me ocurre es transformación. Tal vez estemos en curso de una transformación de la actual democracia, ojalá en una mejor, porque de pronto se quiere transformar la democracia vaciándola de contenido, como lo hacen autócratas y dictadores”.

Añadió que “soplan malos tiempos para la democracia en el mundo contemporáneo. Este año conocimos un nuevo índice de The Economist, que comprende 167 países analizados para determinar qué democracia tienen, y el resultado es desalentador: solo 22 son democracias plenas, en forma; 54 son democracias defectuosas; 37 son regímenes híbridos; y los regímenes autoritarios son nada menos que 54. Si le otorgamos validez, el índice confirma los malos vientos que soplan para la democracia, es una baja respecto del año 2018, y refleja un peor estado de la democracia según este índice que The Economist prepara desde el año 2006”.

“En el caso de Chile, hasta este nuevo índice aparecía como una democracia defectuosa, que yo sigo creyendo tenemos. Supera el estado de democracia defectuosa y pasa a ser democracia plena, y el argumento que da The Economist no me parece adecuado, porque dice que subió de categoría de defectuosa a plena o en forma a raíz de las protestas sociales del año pasado, muy positivas para la democracia ciertamente, pero que no produjeron un cambio. El cambio está en curso, para que Chile pase de una democracia defectuosa se necesita algo más que mucha gente en la calle, se requieren cambios institucionales que no se avizoran temprano, y en medio de la pandemia también se van a ver afectados en la prontitud o tardanza con la que los tengamos”, indicó.

Añadió que “las formas de gobierno responden la pregunta de quién debe gobernar y la democracia no tiene respuesta. Dice que no sabe, y deberá hacerlo aquel que, en elecciones periódicas, libres, informadas y transparentes, gane para sí la mayoría. Hay que advertir que si la democracia moderna es participativa, representativa y deliberativa, se ha ido debilitando progresivamente en todos los países, y ahí está la gran amenaza que se cierne sobre ésta como forma de gobierno”.

“Si asistimos hoy a la crisis, decadencia, colapso o transformación de la democracia, es porque esos aspectos se han debilitado: el carácter representativo, porque los representantes nos representan progresivamente cada vez menos, cuando no -mucho más grave- se corrompen; el carácter participativo, porque la participación va a la baja; y el carácter deliberativo a raíz de la pobreza conceptual y lingüística que ha corroído el debate ciudadano y el de los actores políticos. Primero se desprestigian los políticos, luego la política como actividad y, finalmente, se puede desprestigiar la democracia como forma de hacer política. Cuando los ciudadanos con fundamento reprochan la calidad de los políticos acaban reprochando no a los políticos que lo están haciendo mal, sino que se van contra la política, lo que es peligroso porque ya sabemos que cuando la política sale del escenario lo que entra es un general que saca su pistola, la pone sobre la mesa y declara terminadas todas las discusiones”, subrayó.

Explicó que la política tiene que ver con el poder, y “quienes se dedican a ella lo que buscan -ojalá por métodos democráticos- es acceder al poder, luego ser el poder, conservarlo, incrementarlo y recuperarlo una vez lo hubieren perdido. Para eso se hace política, por supuesto que en marcos de programas y planteamientos sobre a qué tipo de sociedad se aspira a conseguir o instalar, pero hacer política es hacer esto y así aparece la cara fea del poder, pero no nos desanimemos. Alguien tendrá que tomar las decisiones colectivas y, en consecuencia, alguien tiene que acceder al poder. Lo bueno de la democracia es que asume eso y fija reglas sobre cómo ejercerlo, conservarlo, incrementarlo y recuperarlo”.

“Hemos llegado a estas alturas del proceso civilizatorio a un consenso sobre cuáles son las reglas de la democracia, que tienen la virtud de ser consensuadas en alto grado y de confrontar la situación de cada país. Ninguno las cumple de manera perfecta, pero se trata de ir empujando las democracias hacia arriba. Los regímenes autoritarios ojalá pasen a híbridos; que los regímenes híbridos pasen a la categoría de democracias defectuosas; y que los países con democracias defectuosas pasen a la condición de democracia plena o en forma. Chile va caminando muy lentamente hacia allá desde las primeras reformas constitucionales de 1989, y parte importante de la esperanza para mejorar nuestra democracia está puesta en un proceso constituyente frente al cual nos vamos a pronunciar, y que una vez que avance más allá del plebiscito de octubre, todos los ciudadanos debieran acompañar, informándose y manifestando su opinión, porque no puede ser que un país con más de 200 años de vida independiente renuncie a tener por primera vez en su historia una Constitución que sea democrática en su origen y contenidos. Tenemos que apoyar ese proceso”, cerró.