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Exalumna de Arquitectura supervisa proyectos para destacada agencia en Estados Unidos

30 Marzo 2016

Paulina Beeche se encuentra desarrollando iniciativas de hasta 5 millones de dólares en Baltimore, Maryland.

Paulina Beeche se tituló de la Escuela de Arquitectura UV en marzo del 2001. Luego de recorrer un largo camino en Estados Unidos como arquitecta, hoy se encuentra trabajando en la destacada oficina Penza Bailey Architects de Baltimore, en el Estado de Maryland, donde supervisa proyectos de hasta cinco millones de dólares. Su proyecto más anhelado es el programa de renovación de la cárcel de Baltimore, con un presupuesto de 400 millones de dólares, que, de ser adjudicado, será compartido con varias oficinas de arquitectura.

El inicio

“Yo comencé muy de abajo”, asegura Paulina. “Llegué con fotos de mis maquetas de la universidad y un par de croquis a trabajar con un israelí que tenía en una empresa inmobiliaria en Los Ángeles y al poco tiempo me quedé a terminar el proyecto, aunque no sabía nada de las técnicas de construcción de Estados Unidos. Luego entré a trabajar a una oficina pequeña supervisada por un arquitecto perfeccionista, lo cual fue muy bueno porque vi el proyecto con los ojos del arquitecto que puede tener una demanda en cualquier momento: aprendí a estimar un proyecto, a diseñar con la accesibilidad en mente, a especificar y a entender el impacto climático en los edificios de todo tipo”, explica.

Dos años después Paulina se cambió a una empresa más grande. “El salto fue increíble, porque los proyectos eran grandes y sin supervisión, así que debía ser disciplinada para anticiparme a los errores que podía cometer por ignorancia. Me dieron un proyecto de departamentos y desde ahí me he planteado todos los proyectos del mismo modo que uno los hace en la Escuela y ha sido una excelente plataforma. Cuando decidí quedarme, saqué mi licencia para firmar proyectos y pude tener más autoridad y decisión”.

Los objetivos

“Mi primer objetivo profesional es seguir creciendo: me ofrecieron convertirme en socia de la firma, pero aún no lo decido, porque tengo una hija pequeña y no estoy lista para las demandas asociadas con esa responsabilidad. Apunto a liderar una oficina, más que equipos de trabajo, pero es algo que va a pasar en el futuro, no sé qué tan pronto. El objetivo como arquitecto es siempre tener el diseño en mente: en Baltimore los edificios viejos sobreviven a través de renovaciones y cuesta hacer cosas nuevas. Una se olvida que hay espacio para un diseño innovador, así que mi objetivo es escuchar al cliente y después tratar de subir la vara, incorporando un diseño que ni se imaginaban que se podía hacer”.

“El tercer objetivo es encontrar el lugar del arquitecto: en Estados Unidos está más distanciado del conocimiento público, la gente no se imagina qué cosas se pueden hacer con ese título más allá de diseñar edificios. Su rol está pasando por una crisis de identidad y me preocupa, porque al no entender las posibilidades de este profesional, se pierde su valor, pero también eso pasa cuando muchos arquitectos hacen un trabajo mediocre”.

Los proyectos

“He estado haciendo un par de proyectos de renovación para la Universidad Johns Hopkins; también la renovación de la planta de poder del Capitolio en Washington DC, el cual fue un desafío, porque tuve que entender el proceso de las cenizas de carbón antes de comenzar a seleccionar materiales. Estoy en dos proyectos de parques estatales, con algunos edificios de soporte, pero que me ha dado varias satisfacciones. Estoy comenzando el proyecto de recuperación de una casa donde va gente que ha perdido un ser querido, y también estoy renovando una sucursal bancaria. Acabo de finalizar la renovación de la Embajada de Albania en Washington y estoy terminando la entrada de un colegio”.

“Espero estar involucrada en el diseño de la cárcel de Baltimore. Eso sería un proyecto larguísimo y muy complejo, pero como todo proyecto grande, con mucha carga política, posiblemente se va a dilatar por veinte años. La circulación y la seguridad son sus conceptos básicos y sería increíble ver cómo dan forma a un edificio. Como hago muchos proyectos para el Estado de Maryland, espero que salga luego uno en el que va a haber muchos sistemas de seguridad y eso sería interesante. Lo que más gustaría hacer son proyectos residenciales desde cero”.

Los años en la Escuela de Arquitectura UV

“Fueron súper buenos años, pero me demoré demasiado en salir. Si hubieran sido menos, habría salido con más ganas de hacer cosas en Chile, pero salí agotada de la arquitectura por un tiempo. Al principio, di bote en Taller y pase todos las ramos técnicos, pero al final, me iba bien en Taller y me costaban los ramos técnicos. Lo que más aprendí y siempre tengo conmigo es a trabajar entendiendo que a un proyecto hay que darle un respiro, porque es 90% esfuerzo y 10% inspiración: la inspiración no llega si una no ha trabajado, ni está lista para reconocerla”, comenta.

“Aprendí a levantarme después de un mal proyecto y lo otro que me aportó la Escuela fue el poder de abstracción y a entender que un proyecto es tanto los espacios que uno forma, como los elementos que los envuelven, el espacio es el proyecto. A los estudiantes que recién comienzan les digo que esta carrera no es para todos, hay que saber cuándo parar y evaluar, porque es un camino con hartas frustraciones. Para los que siguen, mi mensaje es que la arquitectura es comunicación y hay que saber comunicar en forma eficiente. El croquis es fundamental, me salvó el pellejo más de una vez, pero no pueden esperar a que alguien los motive cuando las cosas se ponen difíciles, la motivación tiene que venir de uno. Les diría que no descansen en los dibujos 3D, porque es un fenómeno universal ahora que los recién titulados no saben comunicar ideas con un simple pedazo de papel. Cuando vemos alguien así, sabemos que no va a llegar muy lejos, se convierten en profesionales muy técnicos y terminan siendo los primeros que echamos”, concluye.