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“La enseñanza de la historia reciente es un tema pendiente”

17 Marzo 2016

Graciela Rubio, académica UV, fue invitada para exponer sobre esta temática y sobre enseñanza a un congreso en Colombia.

La profesora Graciela Rubio, académica de la UV se encuentra en Colombia invitada como panelista al Duodécimo Congreso Iberoamericano de Historia de la Educación Latinoamericana. La profesora participará en una mesa sobre historia reciente y enseñanza. “El objetivo es generar una discusión sobre lo que es la enseñanza de la historia reciente, cuando se ha venido de una guerra, una dictadura o procesos de transición de dictadura a democracia”, explica.

El evento se desarrolla en la Universidad de Antioquia, en Medellín, y consta de una serie de ejes temáticos. La académica participará en el eje “Historia de la educación: sociedades y culturas entre el conflicto, las violencias y la paz”, mesa “Historia reciente, narrativas y pedagogía de la memoria sobre la violencia política”.

Dado el interés del tema, Graciela Rubio lo presentará en dos eventos: “El equipo que representa a la Universidad Nacional Pedagógica, que a mí me contactó, quiso reproducir la discusión del panel en su sede en Bogotá. Entonces, también tengo participación en un panel sobre historia reciente y enseñanza en Bogotá, en la Universidad Nacional Pedagógica, y luego en el Congreso en Medellín”, señala.

Tema poco explorado

La enseñanza de la historia reciente es un tema poco abordado, por cuanto constituye un ámbito nuevo de la historia. “La discusión aborda las complejidades que tiene hacer investigación en historia reciente, las tensiones que se generan en la disciplina —que es la historia— y la necesidad de la historia de dialogar con otras disciplinas, y también ciertas tensiones que son epistemológicas. Esas tensiones también se transfieren a la enseñanza, porque no se puede enseñar sólo desde la historia —por varias razones— y por lo tanto hay que apelar a otras estrategias. Entonces, se discute de qué se tiene que enseñar, cómo hacerlo, para hacerse cargo de este episodio o tiempo histórico de cada país que ha vivido dictadura, guerras”, indica Graciela Rubio.

Añade que “en el caso de Colombia están muy fuertes los estudios sobre la memoria; primero partió Argentina fuerte, y tiene grupos que se dedican al tema; en Chile hay, pero no son tan nítidamente fuertes como en Argentina. Pero es casi invisible la reflexión sobre la enseñanza”. Tal es así que en los colegios esta parte de la historia prácticamente no se aborda, más que nada porque existe una disputa sobre la objetividad.

Es aquí donde entra el asunto de definir lo que es historia reciente. “Esa es una de las complejidades epistemológicas del tema: aborda fenómenos que o no han terminado, que están en desarrollo, o en donde los sujetos están vivos y pueden por lo tanto reclamar, y por lo tanto es altamente politizable”, indica la profesora, agregando que es indispensable asumir esa característica, al tiempo que explica que existen referencias teóricas para apoyarse, y para transitar tanto en la investigación como en la enseñanza”.

En la investigación, indica, “se apuesta por un enfoque transdisciplinar o interdisciplinar, mucho más abierto a las ciencias sociales, y donde hay posiciones visibles. Algunos dicen, por ejemplo, que hay que tener neutralidad valórica para emitir un juicio sobre un hecho, o no. Hay unos que dicen que sí, los que se amparan más en la historia, y los que se amparan más en la memoria dicen que no: si hay hechos que fueron sentenciados por los tribunales, tenemos que nombrarlos como son: ‘el asesino’, por ejemplo. Pero hay otros historiadores que dicen que no, porque podría cambiar al cabo de un tiempo el nombre que se dio al fenómeno; por ejemplo, a alguien se le rotula de víctima, a otro de colaborador del gobierno dictatorial de turno, etcétera, y eso puede cambiar”.

Según profundiza la académica, “la discusión existe porque los hechos no han terminado; porque en la medida en que también está incorporada la memoria reciente se reactivan permanentemente, y la memoria no solamente recoge lo vivido, sino que resignifica lo vivido de acuerdo a la experiencia del presente y a lo que está pasando hoy día. Por ejemplo, acaba de morir Arellano Stark, y eso va a mover registros de memoria, pero van a ser resignificados de acuerdo al Chile del 2016”.

En las aulas

La situación explicada por Graciela Rubio se refleja en la sala de clases: “Pasa que en las aulas tenemos lo mismo. Tenemos jóvenes que son portadores de memoria, y también de olvido y de mucho desconocimiento, y por lo tanto hay que hacerse cargo de esas nuevas generaciones y tener una posición, porque nunca se va a tener la verdad absoluta, hay que asumir que eso no se puede”.

Entonces, “lo que se discute es cómo enseñar. La mayor parte de las orientaciones de para qué enseñar tienen que ver con formar una ciudadanía responsable de su pasado y que sea responsable de su futuro. A algunos les tocó vivir, a otros les tocó heredar, pero están involucrados igual. La historia da cuenta de eso, pero también la memoria. Las perspectivas varían en sobre cómo enseñar, qué potenciar o cómo articular. Hay algunos que dicen que establecer una relación crítica o dialógica entre memoria e historia es el camino, porque no podría ser sólo historia e invalidar la memoria, y viceversa tampoco. Ahí es donde se genera la discusión”.

En el caso de Colombia, ejemplifica, “ellos entraron en un proceso de pacificación luego de una guerra de muchos años, están en procesos de paz y además entrando en las investigaciones de memoria de comunidades que han sido azotadas por el exterminio. Pero hay que de alguna manera hacerse cargo, y hay elementos teóricos para eso, hay elementos éticos. La formación en derechos humanos es fundamental; no es sólo un nombre ni un deber, sino que es una apuesta pedagógica”.

El concepto de fuente

Respecto de cómo se obtiene el registro de la historia reciente, Graciela Rubio indica que “a través de la entrevista se accede a registros de memoria. El concepto de fuente se abre. Y va a ser el documento que está en el archivo, pero resulta que cuando han sido experiencias de dictadura, el archivo está eliminado, entonces lo único que nos queda es la entrevista de quien vivió, y ahí aparece un elemento fundamental que es el testimonio”.

Como ejemplo, señala el Informe Valech, “con las dificultades o las imprecisiones que pueda tener, pero es el testimonio el que de alguna manera orienta la posibilidad de acceder a conocimiento, pero también a una forma de involucrarse. Hay autores que dicen que el testimonio no sólo es una prueba de un ‘yo estuve allí’, sino que también interesa cómo es recibido por el otro, el que no estuvo allí; o sea, cómo recibo yo cuando alguien testimonia una experiencia de dolor, de tortura, de muerte, o que estuvo cerca de ello. Ahí se desplazan entonces las concepciones más positivistas o tradicionales de la investigación, se abren a enfoques que son más hermenéuticos, más críticos, y eso permite generar la discusión, porque no va a haber una única salida, nunca”.

Tema pendiente

A juicio de la académica, el tema es de alta relevancia: “Primero, porque es un tema pendiente, porque falta la perspectiva, o falta al menos la discusión. Segundo, no hay claridad en los procesos de formación todavía; tanto profesores básicos como de secundaria, recién están incorporando la enseñanza de la historia reciente, eso es muy contingente, tiene pocos años de vida. Al generar esta posibilidad de discutir y presentar ciertas estrategias que podrían ser favorables, cambia la percepción que se tiene del pasado reciente, que generalmente es la que ha sido transferida por la familia, por los medios de comunicación, y ahí hay mucho, no sé si mito, pero hay subjetividad, una subjetividad ideologizada, que no ha sido confrontada. El punto es que cuando entramos en el plano de la formación tenemos que delimitar qué tiene de interés de un grupo, de un sector, y qué pasa con los otros. Ese es uno de los temas pedagógicos, sobre todo pensando en el futuro”.