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“Este premio honra la tarea, honra el trabajo”

14 Marzo 2016

Afirma profesora Patricia Castañeda, de la Escuela de Trabajo Social, tras ser distinguida como Mujer Destacada de Viña del Mar.

Con distintas actividades se conmemoró el Día Internacional de la Mujer. Una de ellas fue la entrega del Premio a las Mujeres Destacadas de Viña del Mar, tradicionalmente otorgado por el municipio de la Ciudad Jardín. Este año, una de las diez distinguidas fue la profesora Patricia Castañeda, académica de la Escuela de Trabajo Social de la UV. La categoría en que se la destacó fue Defensa de los Derechos de la Mujer.

La profesora Patricia Castañeda es trabajadora social y licenciada en Trabajo Social de la Universidad de Valparaíso; magíster en Ciencias Sociales Aplicadas de la Universidad de La Frontera, Chile; magíster en Ciencias de la Educación mención Desarrollo Social de la Universidad París XII, Francia; doctora en Ciencias de la Educación de la Universidad de Barcelona, España, y académica titular e investigadora de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad de Valparaíso.

“Todo reconocimiento, todo premio es probablemente una condición que honra, porque generalmente no es algo que uno espere ni sea el objetivo de su trabajo”, señala la profesora Castañeda a propósito de haber sido merecedora de este premio, y añade: “Es más bien algo que llega porque otros u otras han reconocido en el trabajo que se ha hecho un mérito, que en este caso tiene esta implicancia de ser un premio ciudadano, de un municipio. Nosotros siempre circulamos en las rutas académicas, y por lo tanto ganar un proyecto de investigación o publicar un artículo son los momentos gratos. Pero en este caso, es un premio ciudadano, un premio municipal, particularmente vinculado a las hijas de Viña del Mar; haber nacido en la ciudad, ser parte de ella y de su desarrollo, es un reconocimiento que junto con las otras nueve personas que recibieron este premio, honra. Honra la tarea, honra el trabajo. Y para mí ha sido muy emocionante y muy emotivo”.

Esta emotividad se debe a la positiva respuesta que la académica recibió por esta distinción: “Ha generado una respuesta en los distintos niveles de alumnas, exalumnas, colegas, profesionales con los que trabajo en colaboración, colegas de otras instituciones, que han hecho llegar sus saludos, su reconocimiento al premio. Por lo tanto, uno agradece eso, porque para poder seguir avanzando y seguir construyendo, de pronto hay altos en el camino, momentos en los que hay que detenerse, y en los que se puede preguntar cómo lo hemos hecho, cuánto hemos aportado. Y este ha sido un momento que junto con honrar el trabajo que se ha hecho, también ha sido una carga de energías para poder seguir avanzando”.

Una ruta que se ilumina

Por otra parte, afirma Patricia Castañeda, el premio hace visible una labor que generalmente se hace en silencio, como es la educación. “La tarea académica muchas veces es en solitario y es en anónimo. Es la actividad en la sala de clases, es símil al trabajo de la pedagogía, es formar personas. Y estas son tareas de largo aliento, son procesos respecto de los cuales, a diferencia de los temas más tecnológicos o más vinculados a los desarrollos económicos, nosotros no esperamos resultados en el corto plazo, sino que los resultados son permanentes y tienen mayor potencial o trascendencia”.

Ahora, agrega, “en la medida que el largo plazo va estableciendo que eso que en términos de formación, de valores, de contenido técnico, de contenido profesional, se entregó, va dando tiempo también al estudiante en un primer momento, al colega luego, de hacer que este proceso se desarrolle, decante, cristalice, se consolide. Por lo tanto es también en esa perspectiva una ruta, una ruta que se ilumina desde esta premiación. Y todos los eventos en que se vinculó a las mujeres, ya sea por docencia, por investigación, por extensión o por trabajo profesional, quedan como iluminados con este premio”.

Tarea necesaria pero no siempre reconocida

Al hacer una reflexión sobre la conmemoración del Día de la Mujer desde el trabajo social, la profesora Castañeda analiza:

“Hay unos resultados de investigación bien particulares, que indican que en Chile hay algunos meses que son los de mayor endeudamiento. Naturalmente, diciembre; naturalmente las vacaciones, enero; naturalmente, marzo. Pero hay un mes que tiene un nivel de endeudamiento muy alto y que no corresponde a ninguno de los patrones anteriores, que es mayo. Es el Día de la Madre. Ahí el endeudamiento se dispara, y eso qué indica: que probablemente el Día de la Mujer, el Día de la Mamá, o días similares, como el del profesor, que marcadamente es femenino, están reconociendo una tarea silenciosa, una tarea permanente, una tarea absolutamente necesaria para el desarrollo de la sociedad, pero que no es reconocida de manera permanente”.

Agrega: “Es cierto que hay posiciones que dicen ‘¿para qué vamos a tener un día?: ojalá todos los días se celebrara a la mujer’, pero todos sabemos que eso no es cierto; que los días, cuando los dejas sin ese subrayado, el reconocimiento de una situación se pierde. Ya sea de manera natural, espontánea, o de manera forzada y comprometida, cuando se instala el Día de la Mujer y cuando se reconoce esa situación, lo que se está haciendo es una discriminación positiva. Es decir, poner en un nivel, apoyar, hacer avanzar, a aquellos que se encuentran probablemente en una situación de desventaja”.

Mujeres en desventaja

Ante la pregunta de si están en desventaja las mujeres en la sociedad chilena, contesta: “Sí. Estamos en desventaja porque el principal dato biológico que constituye a una mujer es su capacidad reproductiva, en que tiene un rol protagónico, no complementario: protagónico. Y por lo tanto, el embarazo, el parto y la crianza son una responsabilidad de la mujer biológicamente, que se ha subrayado culturalmente. Pero la construcción de una sociedad, de un estilo de desarrollo de la calidad de vida de los pueblos, se hace desde una perspectiva distinta: desde la perspectiva de la cultura. Y la cultura en los espacios públicos pertenece de manera mucho más directa al mundo masculino, no al mundo femenino”.

Entonces, explica, “cuando la mujer sale, intenta salir, o desarrolla sus tareas en el marco del mundo público, esta condición biológica —que es muy distintiva, y en nuestra cultura tremendamente valorada en la poesía, en el arte, en el afecto, en la religión— se descuadra, se desmarca y se desvaloriza. Entonces, una mujer que tiene opinión es una mujer conflictiva; una mujer que tiene capacidad intelectual es una mujer que probablemente va a tener dificultades con sus pares, porque cuando quiere manifestar estas situaciones con fundamento, si lo hace de una manera en la que pueda poner en jaque las otras situaciones, van a aparecer atributos culturalmente asignados a la mujer, que la designen como tal. Creo que el mayor ejemplo es cuando la Presidenta Bachelet manifiesta que tuvo ‘una intuición’, y entonces todo el mundo cuestiona que tenga un argumento de ese tipo”-

Distintos que deberían ser complementarios

De todas formas, aclara: “Yo no siento, con lo que he planteado, que haya gente buena o mala, que los hombres juegan un papel y las mujeres otro. Creo que culturalmente es un desencuentro en una condición de distintos que deberían ser complementarios. Es cierto, para nosotras el tema de la maternidad y el tema del costo de lo que significa conciliar trabajo y familia, es un peso muy alto. Pero socialmente tenemos permiso para que nuestras emociones vivan con nosotros. Mientras que para los hombres ser un ser humano incompleto, mutilado en sus emociones, racionalizado hasta el punto de no poder llorar en un momento emotivo, probablemente también tiene su costo”.

De esta manera, “somos finalmente unos seres incompletos, que frente a ciertas condiciones de historia, de cultura, de sociedad, estamos en una relación asimétrica, en que esta carga del tema de la reproducción, pero además la carga cultural de lo que se espera de las mujeres, y la alta sanción cuando lo que se espera de la mujer no se cumple —cuando la mujer va a cumplir un papel y lo cumple de una manera distinta a lo que se esperaba—, probablemente también va afectando las posibilidades de desarrollo. Por lo tanto, a mí me parece bien que se celebren los días. Probablemente, nuestra aspiración no la veremos nosotras: serán las generaciones futuras, cuando la condición de este Día de la Mujer —esta conmemoración que tiene un origen tan trágico, tan doloroso para quienes vivieron ese ‘accidente laboral’ de manera trágica en Estados Unidos— pueda significar de alguna manera que es el momento en que ese día ya no pase inadvertido y que la agenda tenga temas más coyunturales, como el aborto, el derecho a voto, la protección de la maternidad aun en situaciones escolares o universitarias, en la condición de la jubilación o las oportunidades que tenemos las mujeres, ese día de manera forzada en la agenda tienen que estar, y probablemente también empujen a que otras condiciones, a través de la instalación de esos temas, se puedan establecer”.

Desde la mujer

Para la académica, “no es menos cierto que los temas también se instalan desde la mujer. Pero no es menor que efectivamente en las generaciones futuras —eso lo hemos visto en las investigaciones que hemos realizado, en el trabajo práctico de intervención— hay una muy positiva disposición a flexibilizar papeles. La condición social se está moviendo de buena manera; está generando esto de permitirse, como algunas mujeres plantean, el desplazo de la maternidad, o trabajar mientras el hombre se hace cargo de la crianza, o se comparte. Eso, mirado en el marco de los últimos 50 años de Chile, presenta un tremendo avance”.

Para ella, el hito central de este cambio está en los programas de planificación familiar. “Ese es el hito que quiebra. Porque los programas de planificación familiar —no exentos de escándalo, como hoy día los temas de aborto— permitieron a la mujer un progresivo empoderamiento en el marco de los derechos reproductivos. Hasta antes de la planificación familiar eras una mujer en un cuerpo que no manejabas, en un cuerpo cuyos ritmos y condiciones no lograbas establecer, y por lo tanto siete, ocho, diez, quince hijos, era normal, junto con la mortalidad infantil, porque de esos quince hijos probablemente varios fallecían. Eso establecía una lógica en la cual la mujer seguía anclada a las condiciones de la fertilidad. La instalación de la planificación familiar como política pública, con respaldo del Estado, con acceso sanitario, y la caída de la tasa de natalidad es muy importante, el derecho reproductivo de tener el número de hijos e hijas que uno deseara, compartido con la pareja o como decisión única, con el espaciamiento entre nacimientos que permite que la salud de la mujer se restituya, es lo que ha permitido que efectivamente hoy día las mujeres podamos ocupar y avanzar en muchas áreas en las que probablemente con el peso de la maternidad en generaciones anteriores no tuvimos la posibilidad de hacerlo. Y eso es lo que a mí también emotivamente me genera decir que todo lo que hacemos las mujeres hoy día es el resultado de las generaciones anteriores, de quienes corrieron el límite, de quienes se atrevieron, de quienes marcaron la frontera y quienes asumieron los riesgos de decir las cosas de una manera distinta”.

Un telar

Para ilustrar lo anterior, Patricia Castañeda señala que “yo siempre he sentido que nosotras tenemos una metáfora en nuestro trabajo y en nuestra acción: creo que trabajamos en un telar. La lógica del tejido en el telar es horizontal, pero traspasa entre las tramas del tejido y para poder pasar la trama de vuelta, tienes que aprisionar, apretar, ordenar, asegurar que el paso que sigue no deshilache lo que hiciste anteriormente. Esa lógica de telar, en horizontal, de subida lenta pero con mayor capacidad de trascendencia, creo que es la que identifica el trabajo de las mujeres”.

Y por eso, agrega, “como no alcanza a resolverse en una generación, si hoy día tú y yo somos profesionales, es porque la generación que nos precedió se movió desde no votar hasta votar, se movió desde el analfabetismo hasta la enseñanza básica, y la que siguió se movió hasta la media; algunos íconos llegaron a ser, no sé, la primera profesora en una universidad, la primera ingeniera en un campo de hombres... La pionera que va adelante va marcando el dibujo del telar, y la que va atrás va moviendo, desarrollando el trabajo. Acá nosotros, en los seminarios de título, en los proyectos de título, nos emocionamos mucho, porque en las dedicatorias de los chicos y las chicas, que reconocen a quienes les ayudaron, a sus compañeros, sus profesores, etcétera, generalmente notamos un reconocimiento muy especial a las madres, porque son las madres las que están detrás empujando, incluso cuando el nivel educacional ya queda superado por el del hijo o la hija, pero igual están para apañar, para contener, para motivar”.

Orgullo para la Escuela

Por su parte, la profesora Elena Salum, directora de la Escuela de Trabajo Social, expresó su alegría por la entrega del premio a la profesora Castañeda. “Dentro del contexto de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, para nosotros como Escuela el hecho de que una colega nuestra, profesora titular de esta Escuela, investigadora, haya sido galardonada, si bien es un reconocimiento comunal, ciudadano, no deja de ser relevante e importante y un motivo de orgullo, toda vez que el trabajo social nunca busca el reconocimiento público, es una profesión que busca el bienestar”.

Añade la directora que “este premio también da cuenta del trabajo que ha ido haciendo esta Escuela desde hace un año, en visibilizar su aporte, en visibilizar la relación con el medio que nosotros tenemos. De esta forma, esto es un testimonio. El galardón que obtuvo Patricia es un testimonio a lo que hacemos nosotros en esta Escuela, que es básicamente cumplir con la misión que tiene la Universidad de Valparaíso, en el contexto de no sólo quedarnos en el punto de vista de lo académico, sino que contribuir al bienestar, tanto comunal como de la región. Eso tiene que ver con la responsabilidad social que la Universidad tiene con la ciudadanía de esta región”.

En ese contexto, destaca que “es una excelente profesora de esta Escuela, y ha tenido un reconocimiento que merece absolutamente. Yo como directora tengo el mayor orgullo. Es un reconocimiento potente a una profesora que ha hecho una labor amplia y vasta en el tema de la promoción de los derechos de la mujer, una viñamarina de muchos años. Esto ha sido muy importante y nos vuelve a resituar como Escuela, como un referente a nivel regional, que es a lo que nosotros apuntamos. Es un honor tener a una profesora de la talla académica de la profesora Castañeda”.

Las premiadas

La Municipalidad de la Ciudad Jardín entregó los premios a las Mujeres Destacadas de Viña del Mar en 2016 en un evento encabezado por la alcaldesa Virginia Reginato, y que contó con la presencia de las concejalas Laura Giannici, Mafalda Reginato y Macarena Urenda, el concejal Jaime Varasm representantes de organizaciones femeninas de la comuna, las galardonadas e invitadas especiales.

El jurado que postuló y seleccionó a las ganadoras estuvo constituido por la alcaldesa Virginia Reginato, que actuó como presidenta, las concejalas Pamela Hödar, Laura Giannici, Eugenia Garrido, Macarena Urenda y Mafalda Reginato, además de un grupo de mujeres destacadas: Rosario Salas, Isabel Díaz, Andrea Mari, Elizabeth Frese, Fresia Guerra, Ana María Caro, Pamela Boltei, Paulina Aceituno y María Teresa Sánchez.

Las galardonadas este año fueron Verónica Chamy Picó (Categoría Profesional), Daphne Jefferey Blair (Categoría Social-Comunitaria), Ximena Silva San Martín (Categoría Microempresaria), Paz Anastasiadis Le Roy (Categoría Funcionaria Pública), María Angélica Ayacán Ávila (Categoría Espíritu de Superación), Catalina Saavedra Pérez (Categoría Artístico Cultural), María Elena Muñoz Aguirre (Categoría Funcionaria Municipal), Carolina Brethauer Roncagliolo (Categoría Comunicación), Patricia Castañeda Meneses (Categoría Defensa de los Derechos de la Mujer) y Carolina Stenger Palma (Categoría Deporte).