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Menús infantiles: una oferta poco saludable

05 Agosto 2014

Estudio de dos estudiantes de Nutrición advierte que la oferta de platos para niños sobrepasa el aporte calórico y son deficientes en calidad nutricional.

En el mundo se producen al año 2,8 millones de muertes asociadas al sobrepeso y obesidad. La población infantil también se ve afectada: existen alrededor de 40 millones de menores de 5 años con sobrepeso, según lo señalado por la Organización Mundial de la Salud.

Chile no escapa a esta verdadera epidemia, marcando una tendencia al alza preocupante. Si en la población adulta (mayores de 15 años) la obesidad y sobrepeso alcanza al 67 por ciento (casi 9 millones de personas), la situación es más compleja entre los menores de edad. En el año 2012, de acuerdo al registro de controles de Niño Sano, en el sector público de Salud, por primera vez en Chile la obesidad infantil alcanzó doble dígito, registrando una prevalencia de 10,3 por ciento.

Si bien las causas son multifactoriales, el actual estilo de vida influye de manera importante en el incremento de los índices. Hoy la mayor parte del tiempo las personas están fuera del hogar, lo cual sumado a la búsqueda de rapidez y comodidad, se potencia el consumo de alimentos fuera de casa.

Estos nuevos hábitos de vida impactan de manera especial en los menores de edad preescolar y escolar.

Investigación

Para abordar este tema se realizó un estudio de evaluación cuali-cuantitativa de menús infantiles ofrecidos en restaurantes familiares (RF) y de comida rápida (CR) en Santiago, investigación desarrollada por dos estudiantes de la Universidad de Valparaíso (Marcela Ñunque y Lilian Salazar) para optar al título de nutricionista, la que se realizó en conjunto con la Organización de Consumidores y Usuarios de Chile (ODECU), constató que el 80 por ciento de los menús infantiles ofrecidos en los establecimientos mencionados calificaron como “malos” o “muy malos”, dado que sobrepasan las recomendaciones alimenticias infantiles, son deficientes en calidad nutricional y no cumplen criterios de alimentación saludable.

La oferta gastronómica estudiada incluyó platos como: papas fritas con pollo asado, vienesas, nugget, hamburguesas, también algunas lasagnas, macarrones con queso, pizza y arroz con carne o pescado.

El análisis concluyó que el aporte de energía entregado por dichos menús supera con creces los requerimientos nutricionales de los menores en edad preescolar en los restaurantes familiares. Si bien el estudio fue realizado en Santiago, la oferta analizada también se encuentra en regiones.

Uno de los datos más preocupantes es la cantidad de sodio (sal) que contienen las preparaciones, que en ambos tipos de establecimientos estudiados a lo menos triplica lo recomendado.

Así lo alertan las cifras derivadas del estudio. Al comparar los requerimientos nutricionales de los niños con la energía y nutrientes aportados por los menús infantiles, se observa que en los restaurantes familiares el sodio alcanza 1.084 mg. y en los de comida rápida 984 mg., considerando que la recomendación alcanza a los 330.

En el caso de las calorías también hay diferencias. Mientras los locales familiares aportan con 735 kcal, en los de comida rápida se registran 514, en comparación a lo recomendado que son 400 y 490 kcal para preescolares y escolares, respectivamente.

El otro índice considerado son los hidratos de carbono (azúcares), los que registran 68 gramos en los centros familiares y 53 en comida rápida, siendo lo recomendado 55 y 73 gramos para preescolares y escolares, respectivamente. En cuanto a los aportes de grasa que entregan los menús infantiles, las proteínas alcanzan los 34 (RF) y 24 gramos (CR), siendo lo recomendado de 14 y 16 gramos.

Excesos en los menús

La nutricionista Carina Valenzuela, directora del trabajo de tesis y coordinadora de investigación de la Escuela de Nutrición y Dietética de la UV, reconoce que si bien esperaban encontrar poca variedad en la oferta alimentaria infantil, al igual que altos aportes calóricos y de grasas en estos menús, porque es una realidad que se ha descrito en estudios similares, según la especialista, no dejan de sorprender las excesivas porciones ofrecidas por algunos restaurantes, encontrando hasta 410 gramos de papas fritas por plato en un menú, lo que es mucho hasta para un adulto.

La nutricionista explica que “también nos sorprendió que, en términos de aporte nutricional, sea similar que un niño coma el menú de un restaurant de comida rápida o familiar, ya que en ambos se ofrecerá probablemente "pollo con papas fritas".

La académica advirtió que lo que pudieron observar es que “no existe interés por parte de los restaurantes en mejorar la variedad o la calidad de los menús infantiles, o al menos tener una opción más saludable, lo que considerando que en Chile actualmente tres cuartas partes de los adultos posee exceso de peso y donde más del 10 por ciento de los niños menores de 6 años, son ya obesos, es una situación preocupante”.

Carina Valenzuela sostuvo que se evidencia un excesivo aporte y mala calidad nutricional de la mayoría de los menús ofrecidos para los niños, dado principalmente porque el tamaño de las porciones son muy grandes y porque la mayoría de los alimentos utilizados son preelaborados (prefritos), lo que se traduce en una excesiva ingesta de alimentos en un periodo corto de tiempo, por parte de los más pequeños del hogar.

“Esto es de mucha preocupación, sobre todo porque se ha reportado un aumento de la frecuencia en que las familias chilenas comen fuera del hogar, lo que podría contribuir a las altas prevalencias de obesidad, que se observan tanto en adultos como en niños, en el país. La limitada oferta alimentaria infantil en restaurantes es algo que deberá abordarse, ojalá con un trabajo en conjunto entre las autoridades sanitarias y los privados”, afirma la especialista.

Para ejemplificar el escenario, la nutricionista explicó que si un niño comiese fuera del hogar solo una vez por semana (una frecuencia baja en relación a datos reportados de 2 a 3 veces por semana que comen fuera del hogar las familias chilenas), al cabo de un año estaría consumiendo 12.720 kcal extras por sobre sus requerimientos.

“Esto se traduce en que toda esa energía extra se almacenará en forma de grasa en su organismo, aumentando (adicionalmente) 1,8 kilos su peso corporal. Esto podría contribuir a que un niño pase de un estado nutricional normal a presentar sobrepeso u obesidad. El problema es que un niño obeso tiene mayores posibilidades de ser un adulto con exceso de peso, y mientras antes se desarrolle el exceso de peso, antes aparecen las enfermedades crónicas no transmisibles, como diabetes, hipertensión, dislipidemia, hígado graso, etcétera”, concluye Valenzuela.

Recomendaciones

La académica asegura que de acuerdo a los resultados, se puede afirmar que nutricionalmente es mejor comer un plato de comida hecho en casa a lo que ofrecen los restaurantes en estos momentos y “lo que hay que tener presente es que el tamaño de las porciones debe ser moderado y que ojalá se incluyan guisos más tradicionales (sobre todo ahora en invierno), legumbres y pescados (2 o 3 veces por semana), verduras crudas o cocidas como ensaladas en cada comida, de postre fruta o preparaciones en base a lácteos con poca azúcar y que el bebestible preferente sea agua”.

La nutricionista de la UV dice que en base a los resultados de estos estudios “no se trata de ponerse extremista respecto a lo que comemos, pero si es necesario que las familias, y primordialmente los padres, tomen conciencia de la importancia que los niños (y ellos mismos) coman sanamente la mayor parte del tiempo, recordando que probablemente, los hábitos de los niños serán reflejo de los hábitos de sus padres, y que de eso dependerá su salud. Es imprescindible que las golosinas, comida chatarra/procesada y bebidas azucaradas se dejen solo para situaciones especiales, y que el hábito diario sea comer comida casera fresca, esto contribuiría enormemente a controlar el problema de la obesidad infantil hoy en día”.