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Llaman a superar el debate de las consignas

07 Abril 2014

En inauguración del año académico 2014 de la Escuela de Derecho, decano y presidenta del Centro de Estudiantes abordaron tema de la gratuidad y calidad de la educación pública.

Un llamado a profundizar el debate sobre la educación pública chilena, y en especial respecto a la gratuidad, superando la etapa de las consignas de los movimientos surgidos en el año 2011, formuló el decano de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Valparaíso, Alberto Balbontín, durante la ceremonia de inauguración del año académico 2014 de la Escuela de Derecho, que contempló la bienvenida a los estudiantes ingresados a primer año y la entrega de la Beca de Honor al primer joven matriculado en esta carrera en 2014.

El acto se realizó en el Aula Magna Victorio Pescio Vargas de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, y contó con la asistencia del director de la Escuela de Derecho, Ricardo Saavedra; la presidenta del Centro de Estudiantes, Paula Gutiérrez; profesores, estudiantes y familiares.

La ceremonia incluyó la conferencia inaugural “Reforma procesal civil. Trasplantes jurídicos”, a cargo del decano de Derecho de la Universidad de Los Andes y exalumno de la Escuela de Derecho UV, doctor Alejandro Romero Seguel.

Durante su intervención, el decano Alberto Balbontín, manifestó que “lo que debe preocuparnos en 2014, además de revertir el progresivo abandono y estrangulamiento financiero y regulatorio que durante las últimas décadas ha venido sufriendo la educación pública chilena, especialmente la superior, es que si ha de tomarse en serio la puesta en práctica de aquellas consignas de 2011 y conducir a nuestro país hacia el ideal de la educación gratuita universal, habrá que tomar los resguardos para impedir que el Estado, léase el gobierno de turno, ceda a la tentación de convertir esa virtud en un instrumento que le permita imponer una determinada corriente de pensamiento o una sola interpretación de la historia patria o de la investigación científica, etcétera, si como pareciera ser el destino final de dicha reforma, el único proveedor de la educación del país terminará siendo el Estado”.

Agregó que una de las interrogantes más inmediatas es cómo lograr la gratuidad universal, y precisó que “el solo voluntarismo no es suficiente para provocar cambios tan profundos en un corto tiempo, como es llegar a una educación gratis para todos y de jerarquía mundial”.

El decano manifestó que este tema es de una gran preocupación, “especialmente para quienes tenemos la responsabilidad de asegurar la regularidad de los procesos de formación universitaria”, y agregó que “nuestras instituciones no pueden continuar con un progresivo y agudo deterioro en la calidad de la enseñanza que impartimos, como consecuencia, entre otros factores, de haber tenido que soportar durante los últimos años, un permanente y legítimo reclamo de mejoramiento de la educación de nuestro país, pero que por la modalidad con que se ha planteado, altera y distrae la necesaria continuidad, quietud y serenidad que debe primar en todo trabajo intelectual, así no más sea para pensar en el modo de introducir cambios radicales en un determinado quehacer humano”.

El profesor Balbontín aseveró que “no queremos que nuestro país continúe sufriendo una fractura social producto de una política educacional que segrega a los jóvenes. Que se instaló en la dictadura, pero que no ha sido corregida en los sucesivos gobiernos democráticos”. Sin embargo, insistió, “no podemos ni debemos perder de vista que es indispensable crear mecanismos que permitan compatibilizar el reclamo por una mejor educación para nuestro país, con las responsabilidades y compromisos académicos, que también comprometen el futuro de la nación”.

Asimismo, llamó a los estudiantes a “aprovechar la oportunidad que les ha dado la vida al ingresar a una de las mejores Escuelas de Derecho del país”. El prestigio de este plantel, dijo el decano, “no está sólo en las manos de sus autoridades, ni de sus profesores, sino también de sus alumnos, quienes tienen el deber de agregar valor a ese prestigio, comprometiéndose sinceramente con la formación que están recibiendo, y mostrando a la comunidad que nos observa, que esta Escuela de Derecho quiere participar de los anhelos de progreso de la colectividad, pero es capaz de hacerlo sin descuidar su deber de preparar a conciencia a sus alumnos para salir a desempeñarse en un futuro cercano con calidad y eficiencia en los servicios que requiera la sociedad!.

“La revolución no se puede hacer sólo con unos pocos”

La ceremonia incluyó también el saludo de la presidenta del Centro de Estudiantes de la Escuela de Derecho UV, Paula Gutiérrez, quien manifestó a sus compañeros de primer año que “llegan a una universidad pública, laica y pluralista en un momento crucial, cuando existe la posibilidad de que la educación pública con vocación de servicio sea valorada en su máxima expresión”.

Añadió que “nuestro deber es compatibilizar la contribución social que como estudiantes debemos tener, con el respeto y la diversidad de opiniones, evitando caer en acciones que no sólo dañan a nuestra propia institución, sino que no contribuyen de manera alguna al debate nacional. Es por ello que debemos aprender de nuestra historia y no debemos caer en los mismos errores, pues lo único que provocan es polarización y desconfianza”.

Paula Gutiérrez deseó “que este trabajo se construya en conjunto con los académicos y los funcionarios de nuestras Escuela y pensemos siempre que nuestras acciones tienen consecuencias en los tres estamentos y que la revolución no se puede hacer sólo con unos pocos”.

La ceremonia contempló la entrega del diploma que acredita la Beca de Honor al alumno matriculado en el primer lugar dentro de la nómina de seleccionados de la carrera de Derecho, reconocimiento que este año recayó en Víctor Manuel Guerra.

Concluyó con la clase inaugural “Reforma procesal civil. Trasplantes jurídicos”, dictada por el doctor Alejandro Romero Seguel, quien se refirió al tema de las consignas en el mundo jurídico, en el contexto del afán que existe en las sociedades de querer copiar o “clonar” cualquier modelo que ha resultado exitoso en otros países.

“A veces las consignas nos consumen vivos y eso es peligroso porque idealizan situaciones”, señaló el profesor Romero, explicando que “esto es complicado en el mundo jurídico porque ese afán de pretender cambiarlo todo en cien días o en cuatro años, esa ansiedad, nos puede llevar a un colapso mayor del sistema”.

Según su parecer, copiar modelos extranjeros, como por ejemplo del oficial de ejecución, del cual existen 40 patrones distintos en el mundo, no es la manera adecuada de solucionar los problemas procesales existentes en Chile. “El corta y pega puede ser tremendamente peligroso, pues los trasplantes o clonaciones no siempre resultan. Hay que considerar la idiosincrasia de nuestro país y hay que tener mucha prudencia. La revolución por la revolución lleva a la demolición”, sentenció.