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Consumidor moderno versus vida sana: ¿Cómo vivir saludable?

28 Marzo 2014

El mundo vive una situación paradójica: nos alimentamos mal a pesar de la abundancia en la provisión de alimentos procesados. A esto se suma la tendencia hacia el consumo de una dieta pobremente balanceada.

Cambiar la mirada en torno de la alimentación, orientándose a un mejor vivir, parece un imperativo de los tiempos de hoy, en el que el mundo vive la paradoja de estar alimentándose mal a pesar de la abundancia en la provisión de alimentos procesados.

La idea es enfocarse en recuperar un estilo de vida más sano. En palabras de Mariane Lutz, directora del Centro de Investigación y Desarrollo de Alimentos Funcionales (Cidaf), el reto es abrir los ojos y orientar los cambios hacia una mejor calidad de vida.

La forma “moderna” de alimentarnos dista mucho de lo que nuestra naturaleza humana demanda. Tradicionalmente, la alimentación es un rito que involucra un tiempo para compartir y conversar, un alto en el camino, un “regreso al hogar”, simbolizado por el fuego de la cocina. Dice Mariane Lutz: “Es importante tomar conciencia de lo que se va a comer, darse tiempo de observar, oler, saborear, masticar y disfrutar, sin celular ni televisión. Sea lo más sencillo o lo más elaborado, el organismo procesa mejor aquello que se come con tranquilidad. Cada vez nos dejamos menos tiempo para comer, pero eso no es lo único perdido, ya que lamentablemente tampoco nos damos tiempo para escoger y preparar alimentos que nos hagan bien”.

"Comer bien”

Pero, ¿qué significa “comer bien”? La mayoría de las personas tiene los conocimientos básicos sobre esto, qué es bueno y qué es malo, pero no practica consigo ni con los suyos aquello que sabe.

La profesora señala que muchos atribuyen su forma de alimentarse a razones económicas —la comida chatarra es sin duda barata—, “pero hay muchas otras, relacionadas con factores sociales y culturales que afectan el comportamiento alimentario”.

Así, dice, “la obesidad actualmente es un indicador de pobreza, y los que tenemos ya algunas décadas acumuladas recordamos perfectamente que en Chile el antiguo indicador de pobreza era la desnutrición, debido a que no se lograba satisfacer el mínimo de energía y nutrientes que necesita el organismo para funcionar adecuadamente”.

Compensación

Hoy en día, sin embargo, se consumen demasiadas calorías y no se gastan: las personas apenas se mueven o no lo hacen. “Los niños y niñas comen desmesuradamente alimentos muy perjudiciales y, más aún, se les premia llevándolos a los patios de comida y atiborrándolos de alimentos ultraprocesados, altos en calorías, que sólo causan daño”.

Lo que ocurre es que los padres compensan a sus hijos con las cosas materiales y los alimentos que ellos no tuvieron en su niñez. Además, la publicidad cada día insiste en que para poder vivir hay que hacer lo que nos muestran los avisos. “De hecho, está demostrado que la exposición a los medios de comunicación constituye un importante factor de riesgo para la obesidad infantil. A esto se suma que los padres son altamente permisivos y no establecen límites”.

Así, mientras los medios de comunicación entregan una cantidad tremenda de banalidades, a la vez que imponen estereotipos físicos inalcanzables. “Estas situaciones llevan a muchos jóvenes a desear ‘borrarse’ o aturdirse mediante alcohol o fármacos, autodañarse con el tabaco y la mala alimentación, rellenarse o sacarse trozos del cuerpo que faltan o que sobran, y sienten pánico de encontrarse a sí mismos, lo que otra vez los lleva a estar siempre viviendo ‘hacia afuera’, sin desconectarse del exterior para mirar hacia su interior”.

No todo está perdido: se puede vivir sano. Si bien nunca es tarde, lo ideal es iniciarlo en la niñez. No sólo en aspectos de alimentación y salud, sino también en apertura de mente, enseñar a escuchar, a vivir la diversidad, a respetar opciones diferentes en todo sentido. La alimentación es parte del todo, es parte de la forma de vivir.

“Los imperdibles”

La alimentación es un acto ritual, y debiera hacerse con tiempo y dedicación, no al paso ni lo que sea ni donde sea. Aconseja Mariane Lutz:

—Todas las frutas y todas las verduras son imperdibles y saludables, y se pueden combinar de las más variadas formas sin caer en la rutina.

—Entre las carnes, las aves y pescados son muy saludables, sobre todo si se preparan al horno, al jugo, salteadas o en wok.

—Comer legumbres y guisos caseros es necesario. Lamentablemente, la frecuencia con que se preparan es cada vez menor, privilegiándose aquellos alimentos menos saludables como los fritos y las cecinas.

Con moderación

Un gran paso en mejorar la alimentación de los niños y niñas es eliminar los completos y las papas fritas (se pueden dejar para una vez al mes, por ejemplo); cambiar las hallullas y el pan amasado por marraquetas; no consumir postres comprados, sino frutas naturales; dejar los cereales de desayuno para máximo dos veces a la semana; no comprar cecinas tipo paté, mortadela, etcétera, y cambiarlos por palta, tomate, huevo duro; no consumir sopas de sobre ni usar cubos de caldo al cocinar, que se pueden reemplazar por orégano, romero, laurel o merkén.

Fuente vital

Otro consejo esencial: tomar agua. “Por alguna razón las personas creen que el agua de la llave no es saludable: eso es un gran mito, fomentado por los restaurantes, las cafeterías y las empresas de bebidas y aguas envasadas. Todos los ‘jugos’ en polvo son artificiales y no aportan nada saludable, salvo el agua con que se preparan.

Ninguno de estos datos representa mayor gasto, y los beneficios se producen de inmediato.