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Nuevo libro retrata los inicios de la Teología de la Liberación

25 Noviembre 2013

El texto del académico UV, Luis Duarte, fue presentado en las Jornadas de Historia Social.

La cuestión mapuche, el desarraigo de la historia social de América Latina, la militancia política en los años 60 y la colonización al sur del Bío Bío fueron parte de los temas que se trataron en las XVII Jornadas de Historia Social de Chile, organizadas por el Instituto de Historia y Ciencias Sociales y que se llevaron a cabo en el auditorio de la Facultad de Humanidades, espacio que hoy lleva el nombre del fundador de esta actividad, profesor Sergio Flores Farías, fallecido en enero de 2012.

Entre los invitados a este tradicional encuentro, destacó la participación del Premio Nacional de Historia 2012, doctor Jorge Pinto Rodríguez, quien expuso sobre “El desarraigo de la historia social en América Latina”; como también la presentación del libro “Valparaíso en la vorágine de los años 60, primeros síntomas de la Teología de la Liberación”, del profesor UV, Luis Duarte.

El lanzamiento de este texto contó con la participación del profesor Leonardo Jeffs, quien escribió el prólogo del libro y realizó una descripción del trabajo realizado por Duarte en su investigación; y el teólogo de la Liberación, Sergio Torres, quien analizó los principios de esta corriente.

El origen del libro

Por su parte el autor señaló que este libro retrata “una realidad vivida en los años 60 que yo llamo la vorágine de los años 60. Fue una década impresionante, porque había un un afán de participar, de encontrarse, de ayudarse, prácticamente no se conocía gente que no estuviera en alguna institución. Apoyarse mutuamente, sobre todo en las poblaciones, donde se acercaban al vecino y le ayudaban a construir la vivienda con elementos que les entregaba al gobierno y luego otros lo hacían por ti, era increíble. Era un afán de apoyo solidario que realmente era emocionante”, vivencias de las cuales el fue testigo trabajando en los cerros de Valparaíso.

El profesor Duarte, quien desde aquella época se mantiene muy ligado a la iglesia, reconoce que en ese afán por hacer mejor las cosas “la gente de la iglesia, los párrocos se transformaron en promotores de toda esta actividad, de la solidaridad de los pobladores, donde se veía a diario grupos de jóvenes levantando viviendas de las familias que lo necesitaban. Un afán de cooperar con el sólo objetivo que la gente humilde pudiera salir de su pobreza y elevarse en dignidad”.

Actualmente para el autor estas cosas han cambiado, pues “predomina el egoísmo, el individualismo y cada uno se preocupa de lo suyo. La solidaridad de los años 60 se ha perdido y hoy tenemos que lamentar que el individualismo es el que prima. No se conoce al vecino, no hay interés por lo que hace el otro, aunque hay excepciones esa es la regla general”.