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Redes de apoyo y participación son claves en la inclusión de personas con deficiencia intelectual

25 Marzo 2013

Seminario organizado por la carrera de Fonoaudiología de la UV reveló algunas claves y el modo de enfrentar la atención temprana de quienes se ven enfrentados a esta situación.

Según los registros nacionales, en Chile existen unas 200 mil personas que presentan algún grado de discapacidad intelectual, y si bien en los últimos años hemos avanzado en lo que respecta a su inclusión plena al mundo social y laboral, todavía nos resta mucho por hacer.

El tema y sus alcances fueron analizados en un seminario organizado por Avanza, institución que promueve la inclusión sociolaboral, y Fonoaudioalegría, agrupación de estudiantes de la carrera de Fonoaudiología de la Universidad de Valparaíso, como parte de un proyecto financiado por el Ministerio Secretaría General de Gobierno, a través del Fondo de Fortalecimiento de las Organizaciones y Asociaciones de Interés Público.

El encuentro reunió a diversos especialistas, además de alumnos y profesores, y consideró la participación de jóvenes que han vivido la experiencia de enfrentar y superar las trabas y dificultades que les supone vivir esa situación.

Titulado “Tránsito a la vida adulta de personas con discapacidad intelectual”, el encuentro abordó aspectos vinculados al desarrollo de las habilidades socioemocionales, cognitivo comunicativas, académico funcionales e instrumentales; los mecanismos destinados a promover la incorporación al mundo del trabajo, y casos de voluntariado, entre otros.

Prevención y derechos

Según explicó la fonoaudióloga Bernardita López, recientes estudios e investigaciones han dejado claro que el éxito en la vida adulta no está definido —en lo esencial— por el coeficiente intelectual (CI) de una persona, como se asumía hasta hace algunos años, sino principalmente por sus redes de apoyo y grado de participación social.

Por tal motivo, y sobre todo en casos de deficiencia intelectual leve o moderada, la importancia de una atención temprana destinada a prevenir, corregir y optimizar las alteraciones resulta clave para garantizar —con posterioridad— la participación activa a la vida social de quienes las padecen.

“La ley 20.422 asegura el derecho de una persona con discapacidad a la rehabilitación e inclusión. Esto revela que en Chile hemos ido evolucionando, del modelo de escuelas especiales al de la integración escolar, y desde los años noventa incorporamos el concepto de inclusión educativa. Pero aún nos enfrentamos a las dificultades que implica asumir esta realidad y generar mecanismos efectivos y eficientes para incorporar a estas personas, de manera real, a nuestro sistema cotidiano de vida”, explicó la profesional.

Así también lo manifestaron Valeria Valdés y Juan Pablo Calderón, dos jóvenes con discapacidad que poco a poco han ido superando dificultades y avanzan en su rehabilitación e incorporación al mundo laboral. De hecho, Valeria acaba de ser contratada por una empresa y Juan Pablo confía en que en los próximos meses hará lo mismo.

“Nuestra experiencia ha sido muy positiva, aunque no sin problemas. El apoyo de nuestros familiares es importante, para tomar decisiones y salir adelante”, afirmó Valeria, opinión que fue refrendada por Juan Pablo, quien explicó que para el logro de estos objetivos le ha ayudado mucho contar con el respaldo de profesionales y entidades de voluntariado.

En tal sentido, el representante de Fonoaudioalegría, Pablo Rodríguez, admite que el aporte de este tipo de entidades es insustituible. “Contar con el apoyo de la familia es vital para las personas con discapacidad. De ahí que nuestra tarea consiste en acercar y promover la participación en las distintas fases de la rehabilitación y los tratamientos. Ver cómo ellas terminan por incorporarse a la vida activa resulta especialmente satisfactorio”, concluyó.