Skip to main content

Alertas sobre violencia en el pololeo entrega estudio efectuado por académicas de Trabajo Social UV

10 diciembre 2012

Un tercio de los encuestados estima que las disculpas y el amor son elementos que atenúan la gravedad de un acto violento.

La mantención del modelo de amor romántico, con presencia importante de los celos y la aparición de nuevas oportunidades de control de la relación a través de las tecnologías, son algunas de las reflexiones que arrojó el “Estudio exploratorio sobre relaciones de pareja en adolescentes de establecimientos educacionales públicos y particulares subvencionados de las comunas de Valparaíso y Viña del Mar desde la perspectiva de violencia basada en el género”, desarrollado por un equipo de académicas de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad de Valparaíso en conjunto con la Secretaría Regional Ministerial de

Salud.

La investigación fue realizada por las profesoras doctora Patricia Castañeda Meneses y doctora María Antonieta Urquieta Álvarez, bajo la coordinación de la asesora de la Seremi de Salud a cargo de la Mesa Intersectorial de Violencia de Género de ese organismo, Myriam Donoso Pinochet, que integran además representantes de la Seremi de Educación, el Instituto Nacional de la Juventud, el Servicio Nacional de la Mujer y el Servicio de Salud Viña del Mar-Quillota.

Según explicaron las académicas, estas instituciones estaban interesadas en levantar y objetivar información sobre el tema de la violencia basada en el género (o violencia contra las mujeres) y su etapa de expresión en la etapa de la adolescencia, por lo que contactaron a este equipo investigador de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad de Valparaíso, el cual aceptó el desafío planteado.

Difícil intervención

En la presentación del estudio, las investigadoras explican que la invisibilidad de este tema, especialmente en el medio familiar, “dificulta la intervención especializada de los organismos sectoriales, especialmente en la prevención oportuna de su ocurrencia. Sin embargo, se observa que progresivamente se genera mayor conciencia en los proveedores de servicios de salud y las personas encargadas de formular las políticas de los resultados negativos para la salud causados por la violencia basada en el género, que ha sido asociada con riesgos y problemas para la salud reproductiva, enfermedades crónicas, consecuencias psicológicas, lesiones y muerte”.

En este sentido, el objetivo general de este estudio fue caracterizar las relaciones de pareja en adolescentes de las comunas de Valparaíso y Viña del Mar desde la perspectiva de violencia en contra de mujeres, siendo el universo total 421 jóvenes pertenecientes a 107 liceos de Valparaíso y Viña del Mar, desde octavo básico hasta cuarto medio; de ellos, 231 son mujeres y 190 hombres.

De la población encuestada, el 68.6 por ciento reportó haber pololeado alguna vez y el 45.2 por ciento señaló haber estar pololeando en los momentos de la encuesta.

Un dato interesante es que se pudo advertir que las adolescentes encuestadas replican un estilo femenino proclive a las relaciones, al mostrar la tendencia de mayor reconocimiento en sus biografías de establecer “relaciones de pololeo”. Lo anterior, explican en el estudio las académicas UV, “se puede conjugar con la condición de roles legitimados en la construcción de identidad de la mujer y como éstos son relacionales, a saber: madre-esposa-dueña de casa”.

Otro resultado que se observó de la encuesta, es que cuando los estudiantes caracterizan su relación de pololeo indican que las principales cualidades que éstas tienen son el amor (95.3 por ciento), el respeto (94.6 por ciento), la confianza (92.2 por ciento) y la fidelidad (90.7 por ciento). Por el contrario, las características menos señaladas son la construcción de proyectos de futuro (55 por ciento) y la libertad (69 por ciento).

Además, se recoge que las actividades que los estudiantes refieren realizar en pareja son principalmente pasear (89 por ciento) juntarse con amigos/as (79.5 por ciento), reunirse en sus casas (78 por ciento) y compartir actividades de interés común (78 por ciento).

Violencia

Respecto a la violencia física, en el estudio se detalla que la población estudiada “en general muestra rechazo por las acciones que implican un menoscabo a la integridad del otro, sin embargo resulta preocupante que un tercio de la población estime que las disculpas y el amor sean elementos que atenúan la gravedad de un acto violento. Esto podría interpretarse como un elemento característico de los ciclos de agresión en los que ésta es seguida de la fase de luna de miel”.

Además, aunque el estudio advierte que “no tenía el objetivo de detectar situaciones de violencia, es importante alertar a las comunidades escolares respecto al 5.1 por ciento que indica haber experimentado golpes o forcejeos en sus relaciones de pololeo”.

Sobre la violencia sexual, la investigación evidencia que “el 15.7 por ciento de la muestra declara estar de acuerdo con no usar métodos anticonceptivos si su pololo/a no lo desea, lo que conlleva una conducta de sumisión propia de la estructura patriarcal dominante. Misma situación que se revela en un 23.7 por ciento que expresa acuerdo total o parcial respecto a la idea de complacer sexualmente a la pareja aun cuando ello implique prácticas eróticas que no le gusten”.

En cuanto a la violencia sicológica, el estudio advierte que las percepciones son más relativas y menos categóricas en su rechazo, “convirtiendo a esta dimensión como la más naturalizada en sus expresiones de cotidianidad, como son las manifestaciones del control sobre la privacidad, las conductas y las actitudes de la pareja, observado ello en los siguientes indicadores: aceptación del permanente control telefónico (69,5 por ciento), la validación de los celos como expresión de amor (54.9 por ciento), la naturalización de los gritos e insultos como parte de las discusiones del pololeo (33.5 por ciento), la anulación de expresión de sentimientos con el fin de agradar a la pareja (27.3 por ciento) y el derecho concedido a la pareja para acceder a los sistemas privados de mensajería electrónica y celular (25.5 por ciento)”.

Y con respecto a la violencia económica, los jóvenes encuestados mostraron en general un rechazo a la demostración de los afectos por medio de actos complacientes que impliquen gasto de dinero. “Ello puede estar asociado tanto a una perspectiva más igualitaria de las relaciones de género como también al hecho de que en esta etapa de vida, las/los jóvenes no administran montos significativos de dinero por cuanto la mayor parte de ellos/as depende aún en este sentido de sus padres. No obstante ello, destaca que el 21.7 por ciento indique preferir dejar de comprar cosas que necesita para complacer a su pololo/a”, explicaron las investigadoras.

Y bajo el punto de vista de la denominada violencia social, el 51.1 por ciento de los jóvenes indicó que lo malo de pololear “es tener menos tiempo para los(as) amigos(as), lo que se condice con cifras presentadas anteriormente en la que los varones del estudio, estimaron que la relación de pololeo coarta su libertad personal”.

Reflexiones finales

Las académicas Patricia Castañeda y María Antonieta Urquieta plantearon algunas reflexiones finales a partir de este estudio, que tienen que ver con los escenarios actuales en los que se desarrolla la convivencia social.

Por ejemplo, manifestaron que la relación de pareja en el segmento adolescente “devela la mantención del modelo de amor romántico, en donde los celos persisten como referente cultural constitutivo de la relación”, agregando que en el pololeo, “conviven percepciones, prácticas y actitudes más igualitarias, con otras más tradicionales que sugieren la posición social subordinada de las mujeres respecto de los hombres”.

Asimismo, este estudio advierte la irrupción de nuevas oportunidades de control de la relación de pareja en adolescentes. “Los datos obtenidos develan que junto al control masculino del territorio personal en tiempo y espacio real, se ha incorporado el control masculino del territorio virtual”, explicaron las académicas, agregando que “las nuevas tecnologías suman la conexión digital y las redes sociales como instancias de comunicación permanente entre los miembros de la relación, pero también representan nuevas estrategias de control que se legitiman en el marco de una generación nativa digital”.