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Jacques Rancière reiteró su llamado a emanciparse y romper con el consenso

30 Octubre 2012

El reconocido filósofo ofreció en la UV una concurrida conferencia a estudiantes y profesores.

Una lúcida e interesante conferencia ofreció el filósofo francoargelino Jacques Rancière, discípulo rebelde de Louis Althusser y uno de los intelectuales marxistas más destacados del último tiempo, como parte del encuentro organizado por la Escuela de Psicología de la Universidad de Valparaíso y el Centro de Estudios de la Filosofía Latinoamericana de la Universidad de Playa Ancha, al que asistieron cientos de estudiantes y profesores.

La actividad se concretó en el Aula Magna de la Escuela de Derecho, ocasión en que el autor de “El espectador emancipado”, “El maestro ignorante” y “Los nombres de la historia” habló de las relaciones entre emancipación intelectual y educación e insistió en la necesidad de revisar el modo en que en la actualidad se ponderan el consenso y el disenso en la acción política y los conflictos de la vida social, tales como las demandas estudiantiles y los movimientos ciudadanos de indignados. Ello a la luz de los postulados del célebre pedagogo Joseph Jacotot.

La emancipación

Pensador temible, Rancière confesó que descubrió a Jacotot en el contexto de una investigación sobre la emancipación obrera. Le interesó la manera por la cual dicha emancipación extendió la pedagogía, por hacer de ella no únicamente la cuestión de los métodos de enseñanza sino la forma misma de las relaciones sociales.

Al respecto, afirmó que “la institución educativa promueve, en forma indirecta, la creencia en la inequidad, no por lo que enseña sino por su estructura, que constantemente produce y reproduce la separación entre dos temporalidades: la de aquellos que dominan el encadenamiento de las causas y aquellos que viven en la sucesión de los efectos”.

Para el filósofo, dicha situación genera una dependencia que sólo se puede romper a través del mecanismo de la emancipación, que busca generar espacios destinados a romper con los consensos establecidos a nivel global, como consecuencia del fenómeno de “la explicación”.

“El único modelo de la dominación que se da entonces como legítimo es aquél del orden pedagógico. Pero justamente este orden pedagógico cubre ahora el conjunto del tejido social. No son ya, únicamente, los profesores y manuales los que explican. Son todas nuestras instituciones: nuestros ministerios, la mayoría de los comités y comisiones que se nombran, los periódicos, las radios y la televisión, que son investidos en esta tarea sin fin de explicarnos todas las cosas”, sentenció el pensador francoargelino.