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Revisan en la UV estado productivo y sanitario actual de la industria salmonera

28 May 2010

El médico veterinario Daniel Nieto, de Conicyt, se refirió al tema en la Facultad de Ciencias de esta casa de estudios.

El Centro de Investigación y Gestión de Recursos Naturales, Cigren, de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Valparaíso, en el marco de los seminarios “Ciencia y tecnología en la gestión de recursos naturales”, impartió la tercera charla del ciclo, denominada “Consideraciones acerca del estado productivo y sanitario actual de la industria del salmón: un enfoque desde la industria del salmón”, que fue impartida por el médico veterinario y experto en el tema, Daniel Nieto Díaz-Muñoz, de Conicyt, en la Facultad de Farmacia.

La charla contó con la asistencia de académicos, investigadores, alumnos y profesionales del área, presididos por Juan Kuznar, director del Departamento de Química y Bioquímica de la Facultad de Ciencias, a quien correspondió presentar al profesor Nieto.

El Cigren está conformado por un conjunto de investigadores y sus respectivos laboratorios, mayoritariamente concentrados en la Facultad de Ciencias de la UV, vinculados con investigadores y laboratorios de toda la universidad y otras entidades universitarias y no universitarias del país. Sus principales áreas de Investigación son la ecología aplicada y cultivo de especies marinas, microbiología ambiental y molecular, química ambiental y ecotoxicología virológica acuática.

En su intervención, Daniel Nieto sostuvo que la industria salmonera, establecida en Chile desde hace más de 20 años, fue sometida a su más dura prueba cuando en el año 2007 se diagnosticó por primera vez un brote clínico del virus de la anemia infecciosa del salmón. “La verdad subyacente a esta patología es que su irrupción en el medio nacional era prácticamente inevitable, dado el modelo productivo que inexorablemente la llevó al colapso”, destacó. Agregó que entender y aceptar este enunciado es fundamental para construir las bases de una recuperación de la industria.

Explicó asimismo que basta con revisar las estadísticas del Servicio Nacional de Pesca para comprobar cómo la productividad se ha venido deteriorando año tras año, medido en número de ovas de un año versus el número de smolts (individuos listos para ir al mar después de un año en agua dulce), y el número de smolts de un año versus los kilos cosechados al año siguiente.

“Estos dos índices venían claramente alertando que la industria iba derecho al colapso, y nuestra tesis se fundamenta precisamente en estas cifras, además de la experiencia de haber trabajado por más de 20 años en esta actividad”, dijo.

Buscando una salida, la industria salmonera se ha organizado y ha implementado una serie de pautas de trabajo tendientes a detener el avance de esta enfermedad, destacando de manera casi exagerada, según Nieto, la llamada “bioseguridad”, prácticamente poniendo este concepto como un fin más que como un medio. “Este enfoque ha dejado fuera otro elemento tal vez más importante: el llamado ‘bienestar animal’, ya incorporado en la legislación europea, y por cuya virtud las explotaciones animales rentan, puesto que se crían animales cuyos sistemas inmunológicos están activos en tanto el animal no vive estresado”, afirmó.

Daniel Nieto comentó que las agencias colocadoras de dinero para proyectos de investigación han entregado a universidades e institutos de investigación más de 80 mil millones de pesos entre los años 1983 y 2005, lo que es una cantidad suficiente para producir más de algún resultado de impacto positivo en los resultados. Señaló el especialista que este tradicional divorcio entre la academia y la industria debe encontrar caminos de encuentro para que el dinero invertido en ciencia, que viene de todos los contribuyentes, genere resultados que se traduzcan en mejoras concretas en la industria y por añadidura en la sociedad completa.

Finalmente, el investigador propuso mayor inversión en tecnologías aplicadas, así como un manejo sanitario coordinado y organizado, el estudio de corrientes, la determinación de la capacidad de carga para la definición de densidades por área, períodos de descanso, fotoperíodo, logística y bioseguridad, todo lo que necesariamente debe complementarse con el bienestar animal, con ciencia, investigación y capacitación.