
Una experiencia de internacionalización en casa a través de la biosemiótica
Profesoras Macarena Silva y Loreto Paniagua relatan el proyecto que desarrollaron para alumnos de pre y postgrado de la UV y del Centennial College de Toronto, Canadá.
Nunca imaginaron Macarena Silva y Loreto Paniagua que tras participar de un proyecto de sostenibilidad desarrollado por la Facultad de Humanidades y Educación, de la que son académicas, terminarían embarcadas en una experiencia de internacionalización en casa junto a estudiantes de postgrado de una universidad canadiense y sus propios alumnos y alumnas de Filosofía y Música de la Universidad de Valparaíso.
Durante el primer semestre de 2024 formaron parte del proyecto “Escuchando el relato de la naturaleza en el mundo actual”, en el cual trabajaron con colegios de Valparaíso, San Antonio, Quillota y Zapallar. Ese trabajo incluía salidas a terreno que fueron registradas en video y que luego fueron incluidas en una página web del proyecto que se alojó en el sitio web de la Facultad (https://humanidadesyeducacion.uv.cl/vcm/proyectos-vcm/relato-naturaleza).
“La Universidad publica esto en LinkedIn y a partir de eso me escribe la profesora Ewa Kowalski, del Centennial College de Toronto, Canadá, y me dice que le gusta mucho lo que digo en una entrevista que está en esa página, me invita a participar en un proyecto COIL (Collaborative Online International Learning) y me manda documentos, ideas. Me dice que no habla español, pero que si me interesa nos podemos juntar en una reunión. Yo le digo que sí me interesa y que voy a invitar a una amiga, e invité a Loreto. No teníamos idea de quién era, ni qué hacía, ni dónde trabajaba esta profesora, así que googleamos un poco y le dijimos que sí”, relata Macarena Silva, quien es profesora de Música, tiene un magíster en Currículum, un máster en Didáctica de la Música y también ejerce docencia en la Facultad de Ciencias UV.
Loreto Paniagua ya trabajaba sobre biosemiótica y comunicación interespecies en sus estudios doctorales y había abordado esos tópicos en congresos, publicaciones y otras instancias académicas, generalmente fuera de la UV, y esa fue la temática que empezaron a madurar. “Nosotras con Macarena hemos hablado de semiótica en educación y yo en mis estudios doctorales estoy desarrollando la tesis sobre biosemiótica. Me interesa mucho el tema de cómo podemos comunicarnos con la naturaleza sin pensar siempre dentro de los parámetros lingüísticos formales de la comunicación tradicional. Ya habíamos desarrollado un poco la cuestión de la observación, de la aproximación, por ejemplo, a los humedales y otras formas de vida con los niños de distintas edades en el otro proyecto. Y aquí se dio la oportunidad para continuar ese trabajo, pero desde otra perspectiva, con estudiantes universitarios”, cuenta la académica, quien es profesora de Filosofía, magíster en Filosofía mención Lógica y Filosofía de las Ciencias y actualmente cursa un doctorado en Lógica y Filosofía de la Ciencia.
Prosigue Macarena Silva: “Nosotras veníamos de nuestros diálogos académicos, porque Loreto estaba trabajando en su doctorado y yo estaba trabajando con pedagogía invisible y semiótica pedagógica, los símbolos y los signos en el aula. Entonces Ewa mandó un documento que tenía una serie de títulos y de posibilidades de proyectos. Había un área que estaba relacionada con las problemáticas medioambientales y pensamos que era la que nos facilitaba más el trabajo, por ser una continuación del que ya veníamos realizando. Y ella tenía en su universidad hartos fondos asociados a este proyecto, entonces estaba buscando un socio colaborador para poder llevar a cabo este proyecto, para poder ejecutarlo con sus estudiantes de postgrado”.
Nació así el taller internacional “Biosemiótica y Comunicación Interespecies”, una experiencia de internacionalización en casa, sin movilidad física, ya que era íntegramente en línea. Asimismo, marcado por la multiculturalidad, ya que los estudiantes de pregrado de la UV eran chilenos y los de postgrado del Centennial College provenían de países como India, Turquía, Bangladesh, Colombia, Ecuador y Kenia, entre otros. Se suma a lo anterior la transdisciplinariedad y la libertad creativa.
Aunque el curso se desarrolló de forma bilingüe en una primera instancia, gran parte de las actividades se realizaron en inglés, idioma que no dominaban todos quienes participaron. “Pero el tema del lenguaje tiene que ver también con nuestro proyecto, porque aprendimos a comunicar, mucho más allá del idioma, de la barrera. (…) Fue increíble cómo todos se fueron soltando y terminamos con estudiantes que finalizaron sus exposiciones en inglés", explica la profesora Silva.
“Destaco la oportunidad pedagógica de volver a poner sobre la mesa el tema del medio ambiente, de la relación biosemiótica con la naturaleza, de ir desantropomorfizando la relación que tenemos con nuestro entorno natural y entregando herramientas en contextos que son híper estructurados, como la academia”, comenta Loreto Paniagua.
Macarena Silva complementa: “Ver lo pedagógico desde otros lugares que también tienen que ver con nuestras búsquedas como investigadoras y como académicas, es darle una mirada diferente a la educación y a la pedagogía. Esto era una oportunidad para trabajar transdisciplinarmente, una oportunidad que se da pocas veces, para sacar a tus propios estudiantes de sus lugares académicos tradicionales y llevarlos a un espacio neutro, donde nadie es alumno ni profesor. Nosotros mediamos, pero hicimos una mediación pequeña, y de hecho nos encontramos primero con mucho temor de los estudiantes ante la libertad”.
Respecto al trabajo colaborativo con la profesora Kowalski, comentan que “nosotras nos hicimos cargo de llevar el proyecto, lo que era muy gracioso, porque ella era la de la idea, la que tenía el financiamiento, pero nosotras los llevamos adelante. Y fue tan así que ella vino a Chile, como que encontró su lugar con nosotras”.
“Fue muy interesante porque en una de las sesiones, cuando estábamos sin estudiantes todavía, nos pusimos a hablar de Paulo Freire y ahí hubo un punto de convergencia educativo, porque ella admiraba mucho los proyectos educativos emancipadores latinoamericanos. Entonces encontramos un punto común en que esta visión, por ejemplo, de que no había asimetría de poder dentro de esas aulas virtuales en las que estábamos trabajando, fue muy favorecedora para el trabajo que estábamos haciendo. No éramos nosotras las profes dando la clase, sino que estábamos todos descubriendo esto a poco. De hecho, yo también me involucré en hacer unos dibujos”, rememora Loreto Paniagua.
Sobre el taller propiamente tal, que se realizó durante el segundo semestre de 2024 y duró alrededor de cuatro meses, explican que “el mensaje era observar, recorrer los espacios. Dimos algunas ideas, como la trayectoria desde tu casa hasta la universidad y viceversa, o desde tu sala al patio: generar una especie de recorrido, de ruta, e ir percibiendo, simplemente. Percibiendo y registrando. Hay gente que grabó, hay gente que escribió, hay gente que fotografió. Y a partir de esos registros compusieron piezas musicales, escribieron poemas… La idea era un poco que se liberaran, crearan, crecieran. Era también que se entendiera que no necesariamente nos tenemos que comunicar mediante el lenguaje. Y también llegar a un proceso comunicativo, comprensivo, sin necesidad de que utilicemos el lenguaje humano”.
Ilustran la experiencia con un ejemplo: “Tenemos un estudiante, Lucas, que tiene su hijo recién nacido, y él decía ‘¿cómo lo hacemos?’. Le decíamos ‘ahí está tu hijo, que no puede hablar con palabras’. Entonces hizo todo un trabajo de entender a su hijo, con su lenguaje, con su discurso lleno de fonemas ininteligibles, pero que de todas maneras era comunicación. Entonces salió un trabajo sumamente ilustrativo. El producto, la obra de Lucas era como un mini documental, en que iba documentando en video estos gestos de su hijo y él iba relatando cómo le hacían sentido. Entonces, además de lo bello que quedó el video, es todo lo que él aprendió como papá. (…) Es también romper con esa idea de que los únicos que nos podemos comunicar de forma efectiva, afectiva, temporal, somos los seres humanos y que los demás seres vivos simplemente quedan completamente excluidos”.
En cuanto a la experiencia de internacionalización, la profesora Silva rescata que “también es incorporar a los procesos académicos este espacio en que los estudiantes se conecten con ellos mismos y con su entorno. El habitarse, observarse, escucharse, mirarse, percibirse, estar en cuerpo presente… Y nosotros formamos profes. Esa es mi área de investigación y ese también fue un punto de diálogo”. Apunta la profesora Paniagua: “Cómo vamos a formar profesores desconectados de sí mismos y también de los otros, de todos los otros seres vivos que te rodean. Porque cuando uno habita el aula hay muchas cosas que pasan que nadie las dice. Uno entra a un aula y tiene que identificar que un estudiante no está bien… y no te lo va a decir, y uno tiene que ser capaz de entender esas señales. Es una cosa tan delicada, que tenemos que extender nuestra perspectiva epistemológica hacia estos lugares”.
Respecto a futuros proyectos, las profesoras comentan que tienen la idea de sistematizar la experiencia ya realizada a través de un artículo redactado junto a la profesora Kowalski, pero también replicarla. “Esto tiene proyección, sin duda, pero también quedamos disponibles a sumarnos a otras posibilidades que aparezcan. Y es algo que otros académicos pueden buscar, porque hay muchas universidades que trabajan con estructuras COIL que están dispuestas a hacer link con otras instituciones. Esto es pura voluntad y lo que lo nutre es la convicción que potencia la formación inicial de nuestros estudiantes y para nosotras mismas, porque esto es siempre como freiriano, de ida y vuelta: los estudiantes aprenden, aprendemos nosotras, cualquier profe que tenga eso en perspectiva puede disfrutar mucho haciendo un proyecto COIL”.
Arriba, Loreto Paniagua. En la fotografía inferior, Macarena Silva.
Nota: Juan Pablo Salas / Fotos: Denis Isla