Fentanilo: la amenaza silenciosa que podría impactar a Chile
Conocido por su alta letalidad y capacidad de generar adicción, el fentanilo es un opioide que ha causado estragos en América del Norte. Expertos alertan sobre su posible proliferación en Chile y las graves consecuencias que esto podría traer para la salud pública, especialmente en los jóvenes.
El fentanilo, un opioide sintético con una potencia hasta 50 veces mayor que la heroína, se ha convertido en un grave problema de salud pública en América del Norte y ahora plantea una amenaza emergente en Chile. Aunque su uso legítimo en tratamientos médicos lo posiciona como un recurso valioso para el manejo del dolor severo, su irrupción en el mercado clandestino podría desencadenar una emergencia sanitaria sin precedentes, con graves implicancias para la población y el sistema.
Según el profesor Ramón Sotomayor-Zárate, doctor en Farmacología, director del Centro de Neurobiología y Fisiopatología Integrativa de la Universidad de Valparaíso (CENFI UV), especialista en drogas de abuso, el fentanilo actúa directamente en los receptores opioides del cerebro, especialmente en el circuito de la recompensa, una estructura clave en la regulación del placer y la motivación: “El fentanilo hackea este sistema, estimulándolo de manera exagerada, lo que genera una dependencia extremadamente alta. Es una droga muy eficaz para tratar el dolor en pacientes oncológicos, pero su potencia también la convierte en altamente peligrosa fuera de este contexto”, explica Sotomayor.
Ante la inquietud por la posible expansión ilegal del fentanilo en Chile, el doctor Ramón Sotomayor aclara que esta droga ya está presente en el país como un medicamento aprobado por el Instituto de Salud Pública de Chile (ISPCH) para tratar dolores severos, especialmente en pacientes con cáncer.
“El fentanilo es un recurso invaluable en el contexto médico, particularmente para pacientes oncológicos. Si bien puede generar dependencia, su uso está plenamente justificado porque alivia dolores que de otro modo serán intolerables”, afirma el investigador, quien además dirige el Programa de Magíster en Ciencias mención Neurociencias de la Universidad de Valparaíso.
Sin embargo, el académico advierte que la situación cambia cuando esta droga sale del control clínico y se introduce al tráfico ilícito. Según el doctor Sotomayor, existen dos fuentes principales de fentanilo: la primera corresponde a productos farmacéuticos, como ocurrió en un caso reciente en que se detectó la venta de ampollas sustraídas de hospitales o clínicas. Este tipo de fentanilo es de grado farmacéutico, que se caracteriza por su alta pureza. La segunda fuente, mucho más peligrosa, es el fentanilo producido en laboratorios clandestinos.
“El fentanilo artesanal utiliza precursores químicos y se fabrica sin los estándares de calidad necesarios, lo que resulta en productos altamente contaminados”, enfatiza Sotomayor. Estas sustancias suelen mezclarse con otras drogas, como cocaína o éxtasis, aumentando significativamente los riesgos de intoxicación. “Los contaminantes y la falta de control en su producción generan cuadros de intoxicación graves que no solo afectan al consumidor por el fentanilo, sino también por las sustancias adulterantes”, agrega.
El doctor Sotomayor sostiene que la proliferación de estas versiones sintéticas en las calles representaría una amenaza mucho más grave para la salud pública, especialmente entre adolescentes y jóvenes, quienes son los más vulnerables a estas sustancias: “El acceso fácil al fentanilo clandestino podría incrementar significativamente los cuadros de adicción en este grupo. Es lo que ya vemos en el hemisferio norte, donde esta droga ha llegado a las calles de manera alarmante”.
Ante esta amenaza, el investigador subraya la importancia de estar alerta a las señales de consumo y sobredosis. Los síntomas incluyen dificultad para respirar, pérdida de conciencia y pupilas contraídas. En caso de emergencia, el doctor en Farmacología recomienda actuar rápidamente acudiendo a un centro de urgencias: “El uso de naloxona puede ser clave para revertir los efectos de una sobredosis, pero lo esencial es la prevención, sobre todo entre los más jóvenes”.
El fentanilo ya está en Chile como medicamento inyectable y parches transdérmicos, pero su posible irrupción en el mercado clandestino plantea un desafío para las autoridades y la sociedad. “Evitar que esta droga se propague requiere un esfuerzo coordinado entre salud, educación y seguridad pública. La prevención y la educación son nuestras principales herramientas para frenar lo que podría convertirse en un grave problema de salud pública”, concluye Sotomayor.
Nota: Pamela Simonetti