Valeria Vera, la estudiante de Tecnología Médica UV que compitió con la selección chilena femenina de rugby7 en los Panamericanos
A las 11:15 horas del viernes 3 de noviembre pasado, Valeria Vera Solís vio concluida la espera. La estudiante de quinto año de la carrera de Tecnología Médica de la Universidad de Valparaíso y pilar de Las Cóndores, la selección chilena femenina de rugby 7, ingresó enérgica a la cancha del Estadio Municipal de La Pintana, en Santiago, para enfrentar al representativo de Canadá por la fase de grupos de los Juegos Panamericanos 2023.
El debut de la que viste el seis en la espalda no pudo ser más duro. Las Canucks, las campeonas defensoras y uno de los equipos más fuertes del mundo en la disciplina, las vencieron con propiedad y ganaron finalmente la medalla de plata. Las chilenas terminaron séptimas.
Para Valeria, sin embargo, quien como apasionada rugbista sabe que tanto en el deporte como en la vida el premio al esfuerzo y al sacrificio no siempre es el triunfo, la presea fue otra: ser parte del primer equipo de rugby 7 de mujeres en defender los colores de Chile en la mayor cita deportiva continental. Una forjada con un metal más noble.
“Haber podido participar en los Juegos Panamericanos es la experiencia deportiva más importante que he tenido. Es un sueño todo lo que viví. Estar en la Villa Olímpica, competir por la selección y compartir con quienes practican otros deportes es algo que me llegó a fondo y me motiva a más”, confiesa la joven de 24 años, oriunda de Quilpué, que integró la lista de los 664 deportistas que defendieron los colores nacionales durante el mayor desafío deportivo que ha organizado nuestro país en toda su historia.
Del ballet a la selección
Lejos parece haber quedado para Vale —como la apodan sus compañeras— aquel momento de 2017, cuando siendo todavía una escolar se le acercó un preparador físico en el gimnasio municipal de Villa Alemana que al fijarse en su biotipo le planteó la posibilidad de optar por la ovalada.
“Al comienzo me reí y acepté de curiosa, porque quería hacer algún deporte. Hasta entonces no había practicado ninguno. Lo único que hice antes fue ballet, durante diez años, pero ya lo había dejado. Entonces me di cuenta de que el rugby me gustaba y de ahí no paré”, admite la estudiante.
Así, a poco de cumplir los dieciocho, casi de sopetón, esta universitaria disciplinada y responsable, que para distraerse a veces anda en bicicleta o ve películas, empezó a jugar al rugby en la categoría en la que forman siete jugadoras por equipo en lugar de quince.
Partió enfrentando resistencias, porque a su familia esa opción no le agradó. “Fue difícil que me entendieran. El rugby todavía es visto como un deporte no convencional en Chile y menos el de mujeres. Hay muchos estereotipos al respecto, pero en la medida en que demostré compromiso y dedicación, en la medida en que mi familia se dio cuenta de que me gustaba y me hacía feliz, me fue apoyando y ahora es incondicional”, afirma la futura tecnóloga médica de la UV.
Los primeros colores que vistió Valeria fueron los del Villa Alemana Rugby Club (VARC), al que hasta hoy pertenece. Allí destacó de inmediato por su fuerza. Al año siguiente, en 2018, pasó a integrar la selección regional de rugby 7, lo que le permitió foguearse en varios torneos nacionales.
A fines de 2019 participó en un concentrado de juveniles que jugó contra Colombia, torneo que para ella fue una gran vitrina, ya que al año siguiente, en plena pandemia, la incluyeron en el proceso destinado a conformar la selección nacional adulta.
No obstante, confiesa que ese período fue complejo. “Me tuve que operar la rodilla derecha, ya que producto de jugar me corté el cruzado anterior y me rompí el menisco. Mientras me estaba recuperando llegó la nómina de las preseleccionadas, donde vi mi nombre. ¡Éramos más de treinta! Fui considerada a pesar de mi lesión, lo que me dejó muy contenta. Con ese incentivo hice mi recuperación: quería obtener un cupo y estar en la nómina definitiva”.
En octubre de 2020 le dieron el alta médica y dos semanas después participó en un concentrado nacional en el que se jugó la opción de ser incluida finalmente entre Las Cóndores.
El golpe que más duele
La lesión que sufrió en su rodilla derecha no fue el único escollo que Valeria Vera tuvo que sortear durante su formación y preparación como rugbista. Como le ocurre a la gran mayoría de los deportistas jóvenes y de alto rendimiento en Chile, pronto se dio cuenta de que compatibilizar estudios y obligaciones personales con la práctica deportiva es casi imposible.
“Cada vez que tenía que viajar para competir pedía permiso para faltar a clases o postergar pruebas. En mi carrera siempre me dieron facilidades para ausentarme y rendir los exámenes al final de cada semestre, lo que en definitiva terminaba siendo más difícil, porque me jugaba todas las opciones académicas de una sola vez. Solamente tuve problemas cuando quise jugar un challenge en Santiago, en semana de exámenes. Aunque me dijeron que sí, me explicaron que si me ausentaba corría el riesgo de no poder tomar los ramos del semestre siguiente. En todo caso, nunca me eché una asignatura. Sólo congelé un año, por motivos personales”, recalca.
Valeria no lo admite de manera abierta, pero el escaso reconocimiento y apoyo que hay para los deportistas en Chile es lo que más le duele. Para absorber los golpes que recibe por tacles o en los scrum se entrena a diario, pero la poca valoración que dan en su país a quienes se dedican al deporte —más todavía la que reciben quienes visten la camiseta nacional— es un impacto que a ella siempre la remece.
“Lo más decepcionante surge a la hora de enfrentar a equipos de profesionales, mujeres cuyo trabajo es jugar al rugby. Ahí es cuando empieza lo triste: darse cuenta de que acá no puedes hacer eso, porque debes estudiar la mayor parte del día. Pero en realidad eso no es así. Yo entreno toda la semana, me alimento bien, tengo que descansar bien y cumplir igual con todo. Entonces, al comparar estas dos realidades y darse cuenta del nivel que por ello alcanzan otros equipos y no el tuyo, es algo que en verdad cuesta asimilar”, enfatiza.
El futuro
Desde que se ganó un puesto en la selección chilena femenina de rugby 7, Valeria Vera jugó cinco campeonatos sudamericanos y participó en los Juegos Odesur 2022, donde Las Cóndores salieron quintas entre ocho equipos. Un mejor precedente fue el Sudamericano de Asunción, que se disputó en octubre pasado —como antesala de Santiago 2023— y donde alcanzaron el tercer lugar.
A comienzos de este año fue incluida en la nómina de las treinta jugadoras preseleccionadas para los Panamericanos. Sólo quedaron doce, que fueron confirmadas apenas dos semanas antes del inicio del torneo continental.
“Para mí el proceso fue extremadamente exigente, porque coincidió con el término de mi carrera; con los internados, con la práctica profesional, con unos ramos que me quedaban y con todo lo demás que implicó el desafío de prepararse para representar a Chile. Tenía que estar bien física, técnica y mentalmente para competir al máximo. No podía faltar a entrenar un solo día, no podía desteñir al final. Cuando supe que sería una de las doce fue ver cumplido un sueño después de tres años en que los sacrificios fueron muchos y grandes”, revela.
En pocas semanas más, Valeria egresará de su carrera y recibirá el tituló de tecnóloga médica, con mención en oftalmología y optometría. Cumplirá así otro sueño.
¿Qué pasará entonces con el rugby?: “El rugby es algo que yo en verdad no quiero dejar. Ha sido una parte muy importante de mi vida, de mi desarrollo personal. Además, siento que haber jugado este Panamericano fue un punto de inflexión, porque Las Cóndores comenzaron a tener mayor visibilidad. Entonces, tenemos que luchar para que nos sigan viendo y para que el rugby femenino siga creciendo y se consolide en nuestro país. No somos las primeras. Hay mujeres que juegan este deporte desde hace más de veinte años en Chile, pero haber podido estar presentes y competir en ese nivel creo que es el inicio de algo mayor. Tenemos que ampliar el camino, para que así las futuras generaciones de mujeres lleguen a ser profesionales de este deporte”, sentencia la pilar de la selección chilena femenina de rugby 7.
Dijo el autor de “Hojas de hierba” de la estirpe pionera: No hay delicias dulces reservadas para quienes abren caminos. Ni almohadón ni medias, ni nada pacífico. Ni riquezas seguras y aburridas, ni diversiones mansas. Valeria Vera lo sabe.
Texto: Gonzalo Battocchio