Construyeron invernadero en fundo El Vergel, financiados con aportes del FIC Regional 2017.
Semillas de ají, orégano, lechugas y pimientos se encuentran sembrado un grupo de estudiantes de la Escuela de Ingeniería Civil Industrial en un invernadero que construyeron en el fundo El Vergel de Quillota, como parte de la asignatura Electrotecnia y su aplicación energética.
El proyecto, denominado “Técnicas innovadoras aplicadas a la agricultura”, financiado por el Fondo de Innovación para la Competitividad, FIC Regional 2017, usa desechos de poda de plazas, ferias libres y del cementerio de Quillota como compostaje para los cultivos, en una iniciativa que tiene el foco en los agricultores de la comuna. De hecho, el proyecto finalizará con un taller para agricultores, quienes podrán evaluar la aplicación de esta técnica en sus cultivos.
Según explica Samuel Varela, académico de la asignatura y director del proyecto, “el objetivo es desarrollar una experiencia distinta, en la cual los estudiantes pudieran aplicar los conceptos que habían visto de forma teórica en la parte energética, poniendo especial énfasis en el uso de desechos para mejorar, innovar y obtener un mejor precio para los productos de los agricultores”.
Varela agrega que “la idea del invernadero es cambiar la temperatura y que a futuro puedan trabajar con productos nuevos, como frutas tropicales o algún tipo de flor, lo cual hace que el proyecto tenga un valor distinto para los agricultores, diversificando la oferta para equilibrar los precios finales”.
“Quillota tiene un promedio de cinco a seis heladas durante el año, por eso decidimos usar la técnica del invernadero para subir la temperatura y lograr un producto asociado a un requerimiento, ya que por lo general los agricultores de la zona están asociados a un uso y costumbres, lo que muchas veces los vincula solo a productos típicos”, señala.
Solucionar problemas reales
El académico añade que “otra de las acciones del proyecto es comparar el cultivo en invernadero con el que se realiza a campo traviesa para ver, de acuerdo a nuestra teoría, si se produce una mayor aceleración del crecimiento de las plantas y lograr que el producto pueda ser comercializado de forma más temprana”.
Sobre el sentido más profundo de la actividad, el profesor agrega que “buscamos generar una intersección que permite a la Universidad conectarse con los problemas reales. Nosotros elegimos esta zona agrícola para vincular a la institución, usando el vehículo de la asignatura. En realidad todas las actividades académicas debieran tributar para que fueran utilizadas en la solución de problemas, la ingeniería tiene esa capacidad”.
Aprender haciendo
Diez de los 120 alumnos de la asignatura participan activamente de la iniciativa. Ellos estuvieron encargados de construir el invernadero con botellas de plástico y realizar continuas mediciones de viento, temperatura y humedad, tanto en el interior como en el exterior.
Patricio Fuentes, estudiante de tercer año, señala que “es una actividad relevante porque por lo general las mallas de las carreras de Ingeniería son muy teóricas y ahora tenemos la oportunidad de hacer proyectos ligados a beneficios energéticos, donde los agricultores podrían dejar de perder sus cosechas por las heladas y eso es muy beneficioso”.
En tanto, Katherine López, también alumna que participó del proyecto, indica que “es interesante intentar cosas nuevas aparte de la sala de clases, porque aprendemos más, en especial sobre paneles solares y electrotecnia. Uno puede ver que la materia de clases se ve reflejada en la vida real. Además pude trabajar con gente que no conocía y pudimos comprobar que funciona”.
Mientras que Francisca Paredes, estudiante que participa en el proyecto, expresa que “es una buena experiencia para poner en práctica lo que se enseña en clases. Uno aprende a trabajar en equipo y pone en práctica lo que se evalúa en la universidad. Aprendimos cosas que no sabíamos de agricultura y se profundizó la cooperación con los compañeros”.
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