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Para prevenir el maltrato, la violencia y el abuso infantil

18 Octubre 2013

Los catedráticos Noemí Pereda y Joaquín de Paúl fueron invitados a exponer sus conocimientos y experiencias ante estudiantes y profesores de la Escuela de Psicología UV.

A lo largo de la historia, la vida y el bienestar de los niños han sido poco valorados. Hasta hace apenas unas décadas, la violencia y el abuso infantiles, en todas sus formas, no eran considerados temas. Apenas se discutía sobre sus implicancias y efectos.

La academia recién los admitió en 1962, luego que el alemán Henry Kempe publicara los resultados de sus investigaciones bajo el nombre del “síndrome del niño maltratado”. La ciencia médica, en tanto, respondió a sus postulados en 1978, al reconocer el abuso sexual infantil como un problema pediátrico. Y once años más tarde lo hizo la comunidad internacional en lo jurídico, con la aprobación en Naciones Unidas de la Convención de los Derechos del Niño.

En la actualidad, la violencia y el abuso sexual infantiles conforman uno de los ámbitos más estudiados y analizados, pero no por ello es especialmente comprendido. Así quedó demostrado durante la realización de la Octava Conferencia Internacional Latinoamericana sobre el tema, que se realizó a comienzos de octubre en Viña del Mar.

Por tal motivo, la Escuela de Psicología de la Universidad de Valparaíso decidió invitar a dos destacados especialistas sobre la materia, que intervinieron en dicho encuentro, para que expusieran sus conocimientos y experiencias ante estudiantes y profesores.

La actividad consideró la participación de Noemí Pereda, licenciada y doctora en Psicología por la Universidad de Barcelona, y del destacado catedrático de Psicología Social de la Universidad del País Vasco, Joaquín de Paúl, quien por más de 30 años ha investigado asuntos relacionados con la protección social de la infancia, tanto de carácter básico como aplicado.

La primera dictó la conferencia “Panorámica contemporánea de la victimología del desarrollo”, mientras que el segundo ofreció la presentación titulada “Buenas prácticas para la prevención del abuso infantil y tratamiento de las familias y negligentes”. Ambos fueron presentados por el profesor de la Escuela de Psicología UV, Gonzalo Lira, quien en la ocasión estuvo acompañado por el director ejecutivo de la ONG Paicabí, Iván Zamora.

Mayor vulnerabilidad

Durante su intervención, la profesora Pereda explicó que los niños sufren los mismos tipos de victimización que los adultos, pero presentan una mayor vulnerabilidad a los efectos derivados de ellos porque, en general, no saben defenderse ni pueden expresar lo que en verdad sienten o les afecta. “Por ejemplo cuando una madre le quita un lápiz a su hijo y no se lo devuelve, no piensa que eso pueda afectarlo. Incluso nosotros tendemos a pensar: es un niño, no importa, da lo mismo, no se da cuenta… Distinto reaccionamos nosotros los adultos si nos pasa una situación similar”, argumentó.

Asimismo, sostuvo que los niños suelen sufrir distintos tipos de abusos de manera simultánea (polivictimización), ya que uno va derivando en otro. “Tenemos así que un niño maltratado psicológicamente después puede ser víctima de abusos físicos e incluso sexuales. Y en casos extremos se puede pasar de eso a la violación, el secuestro y el homicidio”, sostuvo la académica de la Universidad de Barcelona.

Negligencia

Por su parte, el profesor Joaquín de Paúl reveló que el problema de la negligencia es el más complejo de enfrentar en materia de maltrato y abuso infantiles, porque cuando no existe interés por parte de los adultos de modificar sus conductas y hábitos hacia los niños, es casi imposible avanzar en la generación de una respuesta empática que mejore la relación entre ellos.

“Uno se pregunta así cuál es el costo de cuidar a un hijo. Si como adultos no entendemos que hay que sumir sacrificios, postergaciones y privaciones en beneficio de ellos, quiere decir que no nos importan”, afirmó el catedrático vasco.

Por tal motivo, el investigador se mostró partidario de favorecer la aplicación de programas de prevención y tratamiento que hayan demostrado ser eficaces y cuyos resultados apunten a modificar conductas más a que a la resiliencia.