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Arquitectura y medio ambiente: destacan el legado y obra de Glenda Kapstein

17 Agosto 2021

Sitio Plataforma Arquitectura revaloriza el trabajo de la destacada profesional titulada en 1967 en la U. de Chile Sede Valparaíso.

La obra y legado de la destacada arquitecta Glenda Kapstein (Santiago de Chile, 24 de noviembre de 1939- Viña del Mar, 13 de enero de 2008), titulada en 1967 en la Universidad de Chile Sede Valparaíso, fue destacado en una nueva edición de Plataforma Arquitectura, uno de los sitios web dedicado a la especialidad con mayor cantidad de lectores a nivel mundial.

Al año siguiente de su titulación en Valparaíso, Glenda viaja a España, donde reside entre 1968 y 1979, desarrollando un intenso trabajo colaborativo con destacados arquitectos europeos. Al regresar a Chile, se radica en Antofagasta para iniciar su carrera académica y de investigación comprometida con el desierto de Atacama y con el medio ambiente, orientación que se refuerza con la publicación de su libro “Espacios Intermedios” (1988).

La Casa de Retiro de la Fundación Alonso Ovalle de 1991 es considerada su obra más importante. Fue nominada al premio Mies Van der Rohe para Arquitectura Latinoamericana en 1996 y obra participante en el Congreso de la UIA Barcelona del mismo año.

En 2003 recibió el Premio Internacional PLEA (Passive and Low Energy Architecture) por su esfuerzo por poner en valor la relación entre arquitectura y medio ambiente.

Luis Varas, arquitecto y académico UV cuenta su experiencia con Glenda Kapstein: “La conocí en la Escuela de Arquitectura, en los años 60, cuando ella era ayudante-alumna de Taller. La recuerdo junto al profesor Haramoto, con quien se complementaba muy bien, ya que ella tenía un carácter fuerte pero agradable y el profesor una tranquilidad reflexiva heredada de sus abuelos. Después hubo una larga pausa, de años, hasta encontrarnos como profesores en la Universidad Católica del Norte”.

Según Varas, el principal aporte de Kapstein al mundo de la arquitectura fue “situarse con facilidad en la cima de la ola que se generó tras la muerte de Le Corbusier. Fueron tiempos complejos, muchos arquitectos prestigiosos cayeron en la tentación de crear nuevas tendencias, con muy poco éxito. Glenda supo interpretar con originalidad el patrimonio proveniente del maestro, siendo así fiel al legado del Movimiento Moderno en Arquitectura”.

El académico explica que “el testimonio del reconocimiento de su trabajo es la publicación a nivel internacional de sus proyectos, entre los que sobresale la Casa de Retiro de la Compañía de Jesús, en Antofagasta, obra en la cual la acompañó el arquitecto Osvaldo Muñoz, ex profesor de nuestra escuela”.

Sobre cómo se forjó su vinculación entre arquitectura y medioambiente, Varas comenta que “su estadía en España fue una importante motivación. En esos días en Europa empezaban a tomar forma muchas iniciativas ecológicas. A su regreso, irse a vivir al norte de Chile debe haber sido un detonante. La nueva Escuela de Arquitectura de la UCN, fundada por Angela Schweitzer, estaba abierta a todo proyecto de interés académico. Glenda presentó y desarrolló su proyecto de investigación sobre el clima en relación con la casa, en San Pedro de Atacama. La Casa de Retiros recoge magistralmente los resultados de estas investigaciones”.

En cuanto al legado que la arquitecta dejó para las nuevas generaciones de profesionales, el académico señala que “es un tema que habría que desarrollarlo en dos planos diferentes y a la vez complementarios. El primero es de carácter ético. A los arquitectos de nuestra generación se nos hablaba de la ‘honestidad del material’. La obra misma debía responder a este principio. Nada debía sobrar, nada debía simular ser otra cosa. El lema de Mies van der Rohe, ‘menos es más’, debíamos hacerlo nuestro. Estos principios están reflejados en plenitud en la obra de Glenda”.

“El otro plano, de especial importancia para los estudiantes, es el desarrollo de la capacidad de distinguir aquello sin lo cual la obra pierde su sentido. Creo que ambas cosas son un legado que dejó a los más jóvenes”, agrega.

Varas destaca que “de nuestra colega me gustaba esa dualidad que tenía entre estrictez y amabilidad. Me gustaba verla cómo se exigía a si misma sin maltratarse. Era una amiga rigurosa que exigía reciprocidad. Glenda tenía una gran capacidad de trabajo y era capaz de armar algo sorprendente con muy poco. Supo equilibrar el trabajo académico con el profesional y su trabajo fue como una prueba que la arquitectura se desarrolla investigando”.