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Alumnas de Arquitectura logran mención honrosa en CAP 2020 con refugio para mujeres violentadas

30 Septiembre 2020

“Un jardín secreto en Rancagua” es el proyecto de Ivana Hidalgo y Elizabeth Herrera, que busca proteger y sanar a las víctimas.

“Un jardín secreto en Rancagua” es el nombre del proyecto con el que las alumnas de Arquitectura Ivana Hidalgo y Elizabeth Herrera obtuvieron una mención honrosa en el Concurso de Diseño en Acero para Estudiantes, CAP 2020, que este año tuvo quince universidades participantes, 27 equipos y 73 inscritos.

El proyecto es un refugio para proteger y sanar a las mujeres víctimas de violencia de género e intrafamiliar, desarrollado a modo de claustro, ocupando el centro de una manzana.

La iniciativa nació como parte del Taller Integrado de Proyectos de Arquitectura, dirigido por los profesores Marco Ávila, Cristián Rojas y Mauricio Ortiz, asignatura que se encuentra al término del ciclo de profundización, en el quinto año de la carrera, la cual permite a los estudiantes acceder al grado de Licenciatura en Arquitectura.

Ivana Hidalgo explica que “es un proyecto que aborda una necesidad en la sociedad que vivimos, aunque sería mejor que no fuera requerido. Quisimos ayudar desde nuestra área a todas aquellas mujeres que han sido víctimas de la violencia. La contingencia nos muestra lo inseguro que puede ser el propio hogar, lo que nos invita a discutir y replantear el espacio en el que habitamos”.

“Queríamos que fuera un secreto el paradero de la reubicación de sus beneficiarias, pero que no significara esconderlo. La idea era no privar a nadie del acceso a los servicios más básicos y conectarlo a la ciudad de la mejor manera posible, por eso que la decisión de posicionarse en el centro de manzana nos pareció una excelente opción”, señala.

Ivana agrega que “la idea del claustro nos pareció la forma óptima de ocupar el espacio, desarrollando jardines comunitarios para contribuir a la reinserción de la mujer a la sociedad, lo cual permite la adaptación de la idea para replicarla a cualquier parte del mundo”.

“Este proyecto no soluciona nada, pero es lo más noble que podemos hacer desde la arquitectura. Me gustaría no haber tenido que diseñar esta idea jamás, sin embargo, nada ha cambiado, nos siguen matando, sigue existiendo una sociedad machista, un mundo inseguro, que espero logre cambiar”, explica.

La alumna añade que el reconocimiento “resulta muy significativo, me siento orgullosa de llevar adelante una idea tan importante y delicada, haber aprovechado esta instancia para darle aún más visibilidad a la violencia de género, un tema que ha existido a lo largo de la historia humana y que por estos días alza su voz luchando para ser erradicada”, agrega.

Su compañera Elizabeth Herrera explica que “nuestro proyecto busca convertirse en un refugio, un centro de sanación, pero también lugar de reinserción para las mujeres víctimas de violencia”.

“Queríamos aportar desde la arquitectura a la discusión sobre la violencia de género. La mayoría de los abusos se dan en la misma vivienda, entonces nuestra idea fue brindarles seguridad y sanación en un lugar temporal, pero que pudiera marcar un paso importante para que las mujeres puedan salir adelante luego de todo lo malo”, agrega.

Sobre la mención honrosa, Elizabeth señaló que “es un logro gratificante y esperamos que contribuya a visibilizar el abuso. Los centros de acogida como éste no deberían existir, aunque ayudan mucho. Esperamos que algún día ya no estén, que no sea necesario que una mujer tenga que escapar de su hogar por temor a perder la vida”.

Marco Ávila, profesor coordinador del equipo docente, explica que “el proyecto plantea una serie de interrogantes sobre la residencia y la vivienda de transición. La estrategia para su localización consiste en la revalorización del centro de manzana para construir en su interior un edificio bajo un modelo de claustro, compuesto por dos ejes perpendiculares que crean cuatro patios. Pensamos que este es un proyecto que no debiese existir por innecesario, ya que se plantea como un centro de cuidado y acogida para mujeres que hayan sido víctimas de violencia”.

Sobre la mención obtenida al interior de taller que dirige, el académico agregó que “cada nuevo reconocimiento es mérito de una comunidad académica completa, de un trabajo permanente y consistente en el tiempo, producto de una profunda transformación curricular ya en plena implementación y de una tradición que se ha de saber continuar”.

“Este resultado nos estimula a continuar participando de nuevas instancias que permitan a nuestros estudiantes tomar contacto con otras realidades, ampliando sus propios límites y fortaleciendo una mirada propia y original en el trabajo en torno de nuestra disciplina”, agrega.