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Elevar volantines en forma competitiva desarrolla conocimiento matemático complejo

14 Septiembre 2018

Investigación de la UV exploró la reconstrucción del conocimiento matemático a través del volantinismo de competencia chileno.

Uno de los grandes desafíos que hoy tienen los profesores de matemáticas es cómo convertir la asignatura en un ramo atractivo y valorado por los estudiantes. En la actualidad, investigadores en matemática buscan desarrollar nuevas formulas pedagógicas que se orienten a re-encantar a los alumnos con los números. La exploración de nuevas didácticas educativas ha llevado a los investigadores a mirar más allá de la tradicional sala de clases y encontrar en lo cotidiano una forma de enseñanza diferente, pero significativa.

“Hoy el cuestionamiento es que en el aula se espera justamente generar procesos de pensamiento avanzado. Es decir, más que la repetición de fórmulas sea justamente el análisis crítico y profundo el concepto a trabajar”, explica Lianggi Espinoza, profesor e investigador del Instituto de Matemáticas de la Universidad de Valparaíso (IMUV) y doctor en Matemática Educativa por el Cinvestav-México.

El investigador realizó un estudio desde la socioepistemología, marco teórico de la matemática educativa, que indaga en el conocimiento social, cultural e históricamente situado. Con este enfoque se estudiaron los saberes producidos y difundidos por jugadores expertos del volantinismo nacional.

“Los resultados muestran la existencia de un complejo sistema de explicación, producido y difundido en la práctica, en el que está presente el pensamiento matemático”, afirma el investigador.

El volantinismo de competencia es un deporte nacional, que se practica en zonas populares, “cuya pericia implica la adquisición y el uso de un sistema de explicación de alta complejidad, ligado al corte de los hilos más que la habilidad propia de la manipulación del volantín”, advierte Espinoza.

En Chile, el volantinismo de competición se juega en lugares autorizados, con un árbitro y con distancias reglamentadas. Tienen autorización para usar hilo curado en las competencias, pero certificado. Algunos de los tipos de cortes que se llevan a cabo en las “comisiones” (o enfrentamiento entre dos jugadores) son “mete por abajo”, “cama elástica” y “kamikaze”, éste último uno de los más espectaculares y que solo los más avezados pueden realizar.

Tal como lo explica el académico, al igual que en el ajedrez, el disfrute del juego está ligado a la puesta en uso de este sistema explicativo, el cual contiene variables que actúan de manera simultánea y que varían en función de la posición espacial del corte. “Las posibilidades para resolver una jugada son múltiples y operan en décimas de segundos. Por esto, la cantidad de decisiones que se puede optar en un combate son numerosas”, sostiene el matemático.

Pericia

En relación a lo cognitivo—continúa Lianggi Espinoza— para alcanzar grados de pericia se requiere poner en uso prácticas de anticipación, representaciones mentales y procesos de reflexión de las jugadas, que son característicos de la ciencia moderna.

También es interesante detenerse en la noción de “ángulo” que tienen los jugadores. “Todo cruce de los hilos se da en cierto ángulo, pero también en cierta posición, dimensión e intensidad. En el aula la noción de ángulo está definida de manera muy precisa, en cambio para los jugadores es una definición más polisémica, es decir tiene muchos significados. Otra diferencia es que en las escuelas la idea de ángulo es estática, pero para los volantineros es una concepción dinámica, vale decir es un ángulo que está en movimiento y ese aspecto dinámico también es característico de la ciencia. Hoy en el colegio uno quisiera poder trabajar con el ángulo de manera dinámica, pero a los estudiantes les cuesta mucho, en un aula es difícil”, afirma.

En relación al aprendizaje, los principiantes aprenden a través del mecanismo de “observación-imitación” y de “variaciones”, por ensayo-error y reflexión sobre la acción. Los expertos activan procesos creativos y de construcción de nuevos conocimientos.

Según el estudio, tras el volantinismo existe toda una escuela fuera de la escuela, en la cual los jugadores se reúnen por el disfrute de aprender. Enseñan y aprenden en relaciones de pares e interacción con expertos. Además, cada campeonato es un aula, en la cual los jugadores que están escalando en grados de pericia están en constante aprendizaje.

“En el volantinismo de competición uno puede observar una manera de pensar matemáticamente. Es exactamente el mismo mecanismo de análisis de los grandes matemáticos, que en este caso está operando en un contexto cotidiano y lo realiza una persona que no fue a la universidad, pero que ha decidido hacer de este deporte un estilo de vida. Muchas veces se puede pensar que un joven que no está en la escuela no está aprendiendo, sin embargo este resultado revela que muchos jóvenes a pesar de no asistir a una educación formal, están igualmente desarrollando pensamiento matemático y conceptualmente mucho más elaborado de lo que se hace en el aula. Y lo más importante es que, además, lo disfrutan. El desafío es lograr eso en las escuelas, que los alumnos disfruten de aprender matemáticas”, concluyó.

El estudio formó parte del proyecto de investigación titulado “La construcción social del saber matemático en tres prácticas cotidianas”, financiado por Conicyt-PAI.