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“El pasado reciente tiene que ser abordado desde la memoria, el conocimiento histórico y los DDHH”

28 May 2018

Afirma Graciela Rubio, académica del Instituto de Historia y Ciencias Sociales.

Una invitación a revisar la memoria reciente, a fin de aportar en la construcción de conciencia sobre los resultados de la dictadura en Chile y de esa forma contrarrestar la despolitización que presenta la sociedad actual formula la profesora Graciela Rubio, académica del Instituto de Historia y Ciencias Sociales de la UV, a partir de la reciente presentación del libro “20 años Sitio de Memoria. Parque por la Paz Villa Grimaldi”.

La publicación, que se encuentra disponible sólo en formato on-line y de manera gratuita (http://villagrimaldi.cl/wp-content/uploads/2018/04/20-an%CC%83os-Sitio-de-Memoria-WEB-28.ENE_.2018.pdf) fue presentada hace unos días en el Centro de Extensión del Ministerio de las Artes, las Culturas y el Patrimonio, en Valparaíso, abriendo el ciclo Escrituras con Memorias. Entre los panelistas se contó la doctora Rubio, quien destaca la participación del Instituto de Historia y Ciencias Sociales en el evento: “Es muy relevante, porque sitúa a la Universidad en estos temas de memoria, Derechos Humanos e historia reciente, que son aproximaciones o discusiones abiertas sobre el pasado y que merecen permanentemente estar en discusión pública, por todos los eventos actuales”.

Despolitización y negacionismo

En relación a esos eventos actuales, explica: “Por ejemplo, cierta despolitización de la sociedad, expresada por ejemplo en un estudio que apareció en abril pasado que detecta que entre estudiantes de octavo básico el 57 por ciento está de acuerdo con una dictadura. Ese es un indicio. Otro: tuvimos hace un mes, casi paralelamente, la destrucción del memorial de la avenida Brasil, en Valparaíso. Más allá de la acción o de la tendencia del estudio, lo que aquí hay son indicios de despolitización, y por otro lado, de falta de vinculación con la historia reciente, y particularmente hay otra tendencia que se está instalando, con elementos conservadores: una suerte de negacionismo de los hechos”.

De esta forma, señala Graciela Rubio, “el libro que presentamos —que conmemora los veinte años de la conformación del Sitio de Memoria de Villa Grimaldi y la corporación que lo sostiene— viene a mostrar y a ratificar que los hechos de violación sistemática de los Derechos Humanos son hechos históricos. Hay distintas razones que explican eso, unas que tienen que ver con la política de los acuerdos que se ha expresado en currículum escolar, de modo que el currículum no es el más adecuado o no abre la posibilidad de abordar el pasado reciente por las nuevas generaciones, y menos de discutirlo. Por otro lado, están las memorias sociales, que tienen registros específicos y particulares de ese pasado y tienden a consolidarse; es decir, son muy difíciles de cambiar, y no hay espacios públicos donde se discutan, entonces no hay posibilidad de enriquecer las perspectivas. Y por último, la formación en Derechos Humanos también es incipiente. O sea, las referencias para aplicarla, sobre todo a ese pasado que tiene una riqueza importante para discutir sobre los Derechos Humanos, están cerradas”.

Los elementos anteriores, añade, “más los cambios socioculturales, explican la desvinculación o la inabordabilidad de este pasado reciente. El libro viene a constatar que sí ha habido violación sistemática de los Derechos Humanos en Chile, y que fue una política: no fue un grupo de personas, fue una política de Estado. Por lo tanto, ahí hay mucho que discutir, mucho que analizar, ya que particularmente articula investigación histórica con la memoria testimonial de quienes estuvieron ahí detenidos y sobrevivieron”.

Otro punto que plantea la profesora Graciela Rubio es que “la historia registrada en relación al pasado reciente tiene un sesgo, porque ha sido relatada, en este caso, desde la política sistemática. Pero esa política sistemática también mostró —eso está relatado en el Informe Valech— que la violencia particularmente más aguda fue en contra de analfabetos y de mujeres. Evidentemente, hay procesos que tienen que seguir abriéndose, y ya lo están haciendo, porque las mujeres que fueron violentadas —las que están vivas, obviamente— hoy están llevando estas causas hacia la justicia, en tribunales. Pero eso es reciente, y queda pendiente el tema de las minorías sexuales. Esto ratifica aun más que es un proceso abierto”.

Proyectos cortados

Otro punto que destaca Graciela Rubio del libro “20 años Sitio de Memoria. Parque por la Paz Villa Grimaldi”, es el siguiente: “241 personas fueron ejecutadas y/o desaparecidas y el promedio de edad era de 25 años. El perfil era ser dirigente social, es decir, personas con un proyecto de transformación de sociedad. Están las fotografías. Esto abre otra dimensión de la discusión, que tiene que ver con los proyectos políticos y la capacidad que tiene la sociedad chilena y las democracias para integrar distintos proyectos políticos y hacerse cargo”.

Muestra asimismo el concepto de que “fue una política sistemática: había que eliminar al joven dirigente, y daba lo mismo si estaba embarazada, cualquier cosa. Había toda una jerarquía en Villa Grimaldi; el sitio estaba dirigido por Manuel Contreras en el período de la DINA, después por Hugo Salas Wenzel en el período de la CNI, y ya ahí el sitio se cerró porque la estrategia de represión cambió, se volvió mucho más focalizada, individualizada, a través de la CNI”.

Continúa: “El sitio muestra la memoria del horror, lo que se conoce como políticas de deshumanización. Destruir lo humano. El espacio fue redefinido, se ordenaron de manera muy pedestre, diría yo, los espacios, para hacer el circuito del suplicio. Unas casetas de un metro cuadrado, que los que estaban ahí llamaban irónicamente ‘las casas Corvi’, donde podían estar hacinadas cinco personas, por horas (hay dibujos sobre eso), vendados, vendadas, y escuchando los gritos de los torturados que tiraban al patio del lado. Es dolor. Pero no nos quedemos en el dolor, sino quedémonos en la política y en los jóvenes. Porque se tiene a hablar de la víctima, pero esa víctima era un luchador político social”.

Sobre si se logrará cicatrizar esa herida pendiente, señala Graciela Rubio: “No sé si la palabra es cicatrizar. Pero hay salidas que tienen que ver con la educación. Ese pasado tiene que ser abordado trabajando la memoria, el conocimiento histórico y los Derechos Humanos, es lo que yo sostengo. Y esa integración —o relación— tiene que ser problematizadora. Y no puede ser uno más que el otro. Evidentemente, un Sitio de Memoria, cuando enseña esto —el Parque Cultural Villa Grimaldi tiene un área de educación, tiene un área de museo— va desarrollando estrategias para ir integrando estos elementos. Estos procesos son nuevos, los sitios de memoria son recientes en la historia, pero están en todas las sociedades latinoamericanas que han vivido las experiencias dictatoriales, y en Europa también. Entonces no es tampoco un fenómeno aislado, y como dije, no pasa sólo porque lo sostengan quienes estuvieron ahí. Ya no. Una vía es que la sociedad heredera se haga cargo; no se responsabilice por lo que pasó, porque no estuvo ahí, pero que se haga cargo de preservar y cuidar su presente para ver un futuro. Pero con este resultado que comentaba al inicio sobre los chicos y las dictaduras, no estamos ahí. Estamos amenazados permanentemente para reeditar lo que pasó”.