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Equipo de biólogos marinos de la UV participó en expedición científica a la Antártica

16 May 2018

Se trata de la segunda campaña de muestreo del proyecto INACH, a cargo de la doctora Gabriela Muñoz.

Determinar la comunidad completa de parasitofauna de peces de las zonas antártica y subantártica del sur de Chile (específicamente de Punta Arenas y Puerto Natales) y compararlas es uno de los objetivos del proyecto liderado por la doctora Gabriela Muñoz de la Facultad de Ciencias del Mar y de Recursos Naturales de la Universidad de Valparaíso, y que permitió a dos alumnas ayudantes de la carrera de Biología Marina, Melissa Rebolledo y Fanny Cartes, junto al profesor Pablo Conejeros, co-investigador del proyecto, viajar al continente helado.

El desafío fue realizar la segunda campaña de muestreo del proyecto INACH RT 32-16, titulado: “Tramas entre parásitos y peces de las zonas antárticas y subantárticas del sur de Chile: biodiversidad, conectancia y densidad de vínculos”, cuya investigadora principal es la doctora Muñoz, directora del Laboratorio de Parasitología UV.

El equipo de biólogos marinos UV permaneció cerca de veinte días en el gélido entorno de la Base O’Higgins, la estación de investigación científica chilena más antigua de la zona (1948), que acoge a delegaciones nacionales y extranjeras y que está ubicada en el territorio antártico chileno, específicamente en el islote Isabel Riquelme de la rada Covadonga en el cabo Legoupil.

El trabajo de terreno consistió en la recolección de peces antárticos, obtenidos en los alrededores de la Base O´Higgins, tales como Islote Barrios, Isla Larga e Isla Rosas.

Las muestras de peces actualmente son analizadas en el Laboratorio de Parasitología de la sede de Montemar UV. Se examinan sus parásitos, para luego abordar temas ecológicos, lo que forma parte de los objetivos del estudio.

Melissa Rebolledo advierte que salir a terreno en la Antártica no fue tan fácil, “si bien la temperatura rondaba los 0°C, la sensación térmica llegaba hasta los -17,5°C y nos encontramos con ráfagas de viento de hasta 110 kilómetros por hora, condiciones con las cuales era imposible salir a pescar, ya que solo se permite hacer expediciones cuando la velocidad del viento es menor a 37 kilómetros por hora”.

La joven explica que el lugar alberga una gran cantidad de aves, siendo los más abundantes los pingüinos Papua (Pygoscelis papua) que nidifican en la zona , y en los islotes cercanos durante el verano. También se pueden observar asentamientos de pingüinos Adelia (Pygoscelis adeliae) y pingüinos Barbijo (Pygoscelis antarcticus). Además, es posible encontrarse con parejas de palomas antárticas (Chionis alba) y sus polluelos.

“Cuando el clima nos acompañó, realizamos terreno alrededor de la base a bordo de botes zodiac facilitados por el Ejército de Chile. No solo éramos acompañados por los militares, sino que también por algunos mamíferos marinos que sentían curiosidad por nuestra presencia, como la temida foca leopardo (Hydrurga leptonyx) y el lobo fino antártico (Arctophoca gazella)”, señala.

Melissa Rebolledo da cuenta del minucioso trabajo en el laboratorio. Con la ayuda de un bisturí y otros instrumentos que ayudan a la disección de los ejemplares capturados han logrado obtener cerca de 500 parásitos de un ejemplar, en circunstancias que el promedio por pez oscila entre los 200 y 300. Agrega que la disección y búsqueda de estos pequeños organismos (que habitan tanto dentro como en la superficie corporal del hospedero), dura entre seis y siete horas, aproximadamente.

Por su parte, Fanny Cartes valoró la experiencia como una gran oportunidad para la formación profesional, sobre todo por lo complejo que es hacer investigación en Chile y más todavía si se realiza en un lugar tan extremo como la Antártica.

“Desde mi experiencia aún como estudiante poder conocer todo lo que ofrece la Antártica es sin duda una experiencia personal inolvidable. Observar cada día un paisaje único con tanto aun por descubrir inspira a seguir este trabajo que es la investigación. Conversar con otros biólogos marinos que llevan años de profesión y experiencia dejan en una la convicción de que aún queda mucho por hacer. Espero que la misma oportunidad que tuve yo de vivir esta experiencia la repitan más alumnos”, afirma.

La estudiante destaca el enorme potencial de la Antártica. “Es importante llegar a comprender cuáles son los procesos que expliquen la diversidad de organismos que están allá, sobre todo la parasitofauna, ya que los parásitos son piezas fundamentales porque desempeñan funciones claves en los ecosistemas, como la regulación de la abundancia o de la densidad de las poblaciones hospederas y la estabilización de la red alimentaria. Además, los parásitos pueden ser un indicador útil en el entendimiento de la evolución de los animales de vida libre y de la salud de los ecosistemas. Por lo mismo, analizar si se ha generado o no una adaptación de los parásitos y poder comprender cómo estos organismos se encuentran en la Antártica es uno de los tantos objetivos de esta investigación”, sostiene.