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Los beneficios de incorporar a los usuarios en el diseño de interfases hombre-máquina

26 Marzo 2018

Destacado investigador portugués Pedro Arezes abordó el tema en un encuentro con docentes y estudiantes de Kinesiología.

El desarrollo de nuevos y cada vez más sofisticados equipos tecnológicos y dispositivos electrónicos provistos de pantallas, aplicaciones o elementos destinados a mejorar nuestra comunicación, facilitarnos diversas tareas y ampliar nuestras capacidades de respuesta frente a las necesidades que a diario enfrentamos en los más diversos ámbitos de la vida no solo ha modificado de manera consistente el modo como hoy cada uno de nosotros aprende, trabaja o se relaciona con los demás. También ha comenzado a generar una serie de importantes cambios para el ser humano a nivel de sus dimensiones neurocognitivas, psicomotoras y musculoesqueléticas.

Es un hecho comprobado que las computadoras y los teléfonos móviles inciden, por ejemplo, en la velocidad y el número de las conexiones neuronales que registran nuestros cerebros, pero además en el surgimiento de una serie de conductas y dificultades físicas provocadas por su utilización o manipulación habitual exagerada.

No es de extrañar, por ello, que cada vez más personas sufran dolores en sus articulaciones, en especial en sus dedos, manos, cuello y espalda.

“Cuando uno realiza una acción o un movimiento físico y lo hace en forma constante, repetitiva, eso con el tiempo afecta negativamente a nuestro cuerpo. Tendremos dolores o sufriremos algún inconveniente que afectará nuestra salud. Con los productos de la industria y los equipos tecnológicos pasa algo similar. Quienes los diseñan muchas veces no piensan en el usuario sino en las características de los propios aparatos. Los computadores y celulares son un ejemplo. La primera empresa que prestó atención a la interfaz de los mismos marcó la diferencia”, sentencia el destacado académico e investigador portugués Pedro Arezes.

El catedrático en Ingeniería de Factores Humanos de la Escuela de Ingeniería de la Universidad de Minho, y profesor visitante del MIT y la Universidad de Harvard (ambas de Estados Unidos) visitó la Universidad de Valparaíso para sostener un encuentro con docentes y estudiantes de la Escuela de Kinesiología.

Invitado por el Centro de Estudios del Trabajo de dicho plantel, que dirige el profesor Ignacio Castellucci, Arezes se refirió a temas como la ergonomía y los nuevos retos para el diseño de interfases hombre-máquina y la obesidad como factor de riesgo en los trastornos músculoesqueléticos asociados con el movimiento vertical de cargas.

Desafíos

Para el ingeniero industrial de la Universidad de Minho, el tema de aminorar los efectos no deseados de las nuevas tecnologías pasa en lo esencial por diseñar equipos más confortables. En su opinión, si los conocimientos de ergonomía son aplicables a los objetos e instrumentos eso contribuirá a que estos sean mejores desde el punto de vista funcional y comercial al mismo tiempo.

“Por tanto, el desafío principal es lograr que disciplinas como la ingeniería, las carreras de la salud y el diseño conversen más entre sí, con miras a diseñar interfases hombre-máquina que sean cada vez más funcionales, seguras y confortables, sin perder su complejidad y utilidad, y que -además- contribuyan a evitarnos problemas físicos y frustraciones emocionales”, afirmó el catedrático portugués durante el encuentro sostenido en el Campus de la Salud UV de Reñaca.

Para avanzar en esa línea, Arezes advierte que es necesario que los estados y las empresas inviertan recursos en investigación, ya que la ergonomía es muy importante.

“Hay que diseñar y proyectar los puestos de trabajo y los equipos para que sean lo mejor posible para el cuerpo. Cuando a veces me dicen que para eso es necesaria creatividad más que dinero yo digo: ‘Hasta cierto punto’. A partir de un nivel determinado la dificultad es tener los recursos para investigar posibles efectos y producir los nuevos instrumentos”, concluyó el docente invitado.