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Entrevista a Agustín Squella sobre el estado de las universidades públicas

12 Enero 2018

“No logro entender que sea tan difícil convencer que el estado debe tener una preocupación preferente por sus universidades”, dijo.

El Premio Nacional de Ciencias Sociales y académico de la Universidad de Valparaíso Agustín Squella concendió una entrevista al sitio web del Observatorio de Educación Superior de las Universidades del Estado en la que se refirió de manera crítica a la situación que enfrentan las instituciones de educación superior públicas.

Este es el texto íntegro de la entrevista:

AGUSTÍN SQUELLA: “NO LOGRO ENTENDER QUE EN CHILE SEA TAN DIFÍCIL CONVENCER QUE EL ESTADO DEBE TENER UNA PREOCUPACIÓN PREFERENTE POR SUS UNIVERSIDADES”

En esta entrevista otorgada a OBESUP, el abogado, periodista, académico y Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales, Agustín Squella, se refiere a la realidad de las universidades públicas chilenas, desde que se instauró el modelo privatizador de la educación superior, en 1981. Señala que la ideología neoliberal parece haber calado más hondo de lo que se está dispuesto a admitir en sectores que se dicen progresistas. Sin perjuicio de lo anterior, afirma que el gobierno de la presidenta Michelle Bachelet avanzó en atender una deuda histórica con dichas instituciones del Estado, al enviar el de proyecto de ley especial que se debate en el Senado. Sobre la tramitación de esta normativa dice: “Es necesario aprovechar este momento. No lo tuvimos antes ni lo vamos a tener tampoco durante los próximos 4 años".

¿Cree usted que el paradigma en el sistema de educación superior que imperó en Chile, a partir del año 1981, podría tener una variación en caso de aprobarse los dos proyectos de ley en trámite legislativo?

Espero que la tenga. La provisión mixta de educación superior, y específicamente en el nivel universitario, es un bien, pero lo que se planeó en 1981 fue un sistema altamente privatizado, como el que tenemos ahora, donde las universidades estatales son solo 18 de 60 y concentran apenas el 23% de la matrícula universitaria, y no porque los jóvenes no las prefieran, sino por las carencias que ellas tienen y que no han sido subsanadas por ninguno de los gobiernos que hemos tenido desde 1990 en adelante. Además, es ya claro para cualquiera que abra bien los ojos que muchos de los así llamados proyectos universitarios privados han sido solo oportunidades de negocios para que sus dueños lucren con una actividad en la que el lucro, hallándose prohibido, no fue nunca debidamente controlado. Por tanto, lo que estaba en la cabeza de los legisladores universitarios de la dictadura no era la provisión mixta, sino la preponderancia de la provisión privada y la gradual caída de voltaje en las universidades estatales. Se quiso tanto estimular a aquella como desalentar a estas.

A su juicio, ¿qué factores influyeron en que los gobiernos democráticos no le dieran prioridad a recuperar las universidades públicas, para transformarlas en la columna vertebral del sistema de educación superior?

"Para mí eso es un misterio, salvo que la ideología neoliberal, que propicia el retiro del Estado de toda actividad educacional, amén de otras actividades, haya calado mucho más hondo de lo que estamos dispuestos a admitir en gobiernos, parlamentarios, dirigentes políticos y expertos que afirmaron no suscribir esa ideología y que tuvieron el poder desde 1990 en adelante. No logro entender que en Chile sea tan difícil convencer que el Estado debe tener una preocupación preferente por sus universidades, y nótese que digo “preferente”, no exclusiva ni excluyente. Una cosa es el valor de la provisión mixta de formación universitaria, pública y privada, pero otra muy distinta es empujar deliberada o pasivamente las cosas a favor de la provisión privada, parte de la cual responde solo a emprendimientos de negocios o, cuando no, a iniciativas confesionales, esto es, declaradamente no plurales ni pluralistas. Si para la dictadura gobernar consistió en privatizar, además de otras cosas harto más reprobables, esa tendencia se ha mantenido. Hoy, si no se privatiza, se externaliza, se concesiona, dejando al Estado en un rol extremadamente pasivo, hasta el punto de que gobernar pareciera hoy no educar, sino concesionar. ¿En qué país del planeta el Estado se desentiende de sus universidades y se cruza de brazos ante el avance de la hegemonía privada en materia de educación superior? El Estado debe respetar la libertad de enseñanza, la libertad de abrir y gestionar establecimientos educacionales de cualquier nivel, mas no al precio de renunciar a los deberes preferentes que tiene para con la educación pública. Y la cosa se pone peor cuando en un país como el nuestro se privatiza no solo la educación, sino también el acceso a otros bienes básicos, tales como salud y previsión, bienes básicos que tienen que ver ni más ni menos que con la satisfacción de derechos fundamentales de las personas".

Usted señaló que el Proyecto de Ley sobre Universidades del Estado se debe ver como una oportunidad que no se había producido en 27 años de democracia. ¿Qué aspectos destaca de la iniciativa legal que envió el gobierno de la Presidenta Bachelet?

"Destaco, ante todo, que se haga cargo de un asunto que fue desatendido durante más de un cuarto de siglo desde que fue recuperada la democracia, y que, descontado el gobierno de Sebastián Piñera, del que no cabía esperar nada en este sentido, fue dejado de lado por fuerzas políticas de las que sí cabía esperar otra actitud, otra disposición, otra sensibilidad, mayor diligencia. Fíjese usted que alguna vez, allá por los 90, cuando yo era rector de la U. de Valparaíso, un senador socialista me preguntó por qué el Estado debía tener universidades. Ese despistado senador estaba cuando menos equivocado en cuanto al partido en que militaba. Solo le faltó preguntar por qué debe existir el Estado. Las ideologías existen (y no uso esta palabra peyorativamente). Se trata de conjuntos de ideas y planteamientos prácticos acerca de fines que perseguir y medios para lograrlos para tener una sociedad mejor, y, en tal sentido, el neoliberalismo es una ideología. Una ideología que se puede aceptar, rechazar, aprobar o criticar, mas no negarle su existencia como tal ni desconocer el éxito que desde hace ya varias décadas viene teniendo en casi todo el planeta. Así como hubo un capitalismo industrial y luego un capitalismo controlado con Estado de Bienestar, lo que campea hoy es un capitalismo neoliberal al que, lo reconozcan o no, se han convertido muchos que todavía se dicen progresistas. Y sí, el proyecto enviado por el actual gobierno representa una oportunidad, y ello con independencia de sus aspectos positivos y negativos, porque, el desatendido problema de las universidades estatales, desatendido por todos los gobiernos antes del actual, no va a ser prioridad para el gobierno que asumirá en marzo. Hay que aprovechar este momento. No lo tuvimos antes ni lo vamos a tener tampoco durante los próximos 4 años. Entonces, siempre me ha parecido que, defectos más, defectos menos, de lo que se trataba era de apoyar el proyecto actual y colaborar a que salga lo mejor posible, sin amurrarse porque su texto primitivo no era del gusto de los rectores o de las federaciones de estudiantes. Los proyectos de ley son eso -proyectos, iniciativas- y hay que confiar en que su tramitación parlamentaria acabe mejorándolos, aunque, claro, para esto último, atendido el régimen excesivamente presidencialista que tenemos, se necesita contar con la disposición del Ejecutivo.

A su juicio, ¿Cuáles son los aspectos sustantivos que debe incorporar la normativa para asegurar que las universidades estatales se fortalezcan y puedan cumplir con la misión que les confiere su condición de instituciones públicas de educación superior?

"A mí me parece bien que el proyecto en actual tramitación reconozca el derecho a la educación como un derecho fundamental, un derecho ante el cual el Estado tiene el deber de responder de alguna manera sostenida y eficaz y no confiar en que agentes privados harán la tarea o la mayor parte de esta. Me parece igualmente muy bien que establezca principios y normas acerca de la coordinación y colaboración que debe existir entre las universidades estatales y entre estas y los organismos públicos tanto nacionales como regionales, puesto que 18 universidades repartidas por todo el país constituyen un valioso soporte institucional para avanzar en lo que exige nuestra Constitución Política: que el país tenga un desarrollo equitativo y armónico desde el punto de vista territorial. Es igualmente positivo que el proyecto contemple normas sobre financiamiento y un plan de recuperación de los planteles estatales, aunque me preocupa que los rectores de estos vean el tema del financiamiento como insuficiente. No me parece mal que el otorgamiento de mayores recursos se ligue a convenios de desempeño ni tampoco creo que eso atente contra la autonomía de las universidades, puesto que seguirán siendo estas las que determinarán con cuál o cuáles proyectos postular a dichos recursos".

¿Cuál es su diagnóstico, respecto del futuro de las Universidades del Estado en el nuevo contexto social, cultural y político? Entre otros, la gratuidad se ha extendido a todas las instituciones acreditadas; surgió un referente de izquierda como el Frente Amplio, que defiende la educación pública; y gana la elección presidencial el candidato de CHILE VAMOS, Sebastián Piñera, quien en su programa de gobierno no hace alusión a las universidades públicas.

"Soy reacio a hacer predicciones. Las pocas veces que las hago me equivoco casi siempre. Fíjese que al ser elegido rector en 1990 pensé que no pasarían dos años antes de que todas las universidades del Estado tuvieran nuevos estatutos y que, de acuerdo con estos, se tendría que elegir rector de acuerdo con las nuevas reglas. Seré un rector de solo dos años, pensé entonces, y créame que la perspectiva me parecía muy bien, atendido que lo mío nunca ha sido la gestión universitaria. Pero vea usted: estamos en 2018, es decir, han pasado nada menos que 28 años, y salvo la Universidad de Chile y las dos nuevas universidades que fueron creadas en 2016, todas las demás continúan con los estatutos que les fueron impuestos por la dictadura. Eso a mí me parece escandaloso. Se dirá que hubo otras prioridades, pero ¿28 años? Lo que a mí me parece es que fue antes un asunto de intereses que de prioridades.

"No tengo nada contra los intereses. Los hay en todas partes y en todas las actividades. Lo que me irrita es que se trate de presentar asuntos que son de meros intereses como si se tratara de gran des cuestiones de principios, exigentes misiones institucionales de las universidades o ampulosos proyectos educativos de estas. Durante 28 años, casi todas nuestras discusiones en materia de universidades han tenido que ver solo con el dinero, dinero para los estudiantes, dinero para las instituciones, dinero para los investigadores, y casi todos los debates de fondo se han soslayado. Es importante mejorar las condiciones materiales en que acceden los jóvenes a la universidad y aquellas que conciernen a las instituciones, a sus planteles académicos y funcionarios. Pero no se trata solo de eso.

"Pienso que si el texto de la ley sobre universidades estatales sale bien de su trámite legislativo, los 18 planteles de ese carácter, especialmente en regiones distintas de la metropolitana, van a tener una oportunidad de desarrollo que se les ha venido negando sistemáticamente hasta ahora. Una oportunidad que las instituciones tendrán que gestionar con máxima responsabilidad y los gobiernos implementar con la mayor eficiencia y buena fe. De lo contrario, como pasa tantas veces, se tratará de una oportunidad fallida, frustrada, y todos los actores del sistema empezarán a echarse la culpa unos a otros.

"Por otra parte, no hay que ser adivino para contar con que el gobierno que asumirá en marzo no prestará mayor atención a las universidades estatales, de manera que el actual gobierno ha hecho bien en avanzar lo más posible con el proyecto de ley a favor de ellas. Por hacer eso en esta y otras materias, al gobierno de Bachelet se le acusa hoy de incurrir en frenesí legislativo, pero quienes le hacen ese cargo habrían sido los mismos que le habrían diagnosticado el síndrome del pato cojo si hubiera dejado de gobernar antes del término de su mandato. La gratuidad parcial es ya un hecho y en eso al menos no podrá haber vuelta atrás, aunque, claro, la implementación de ella tiene que hacerse mejor de cómo se ha venido efectuando. Hay que disminuir y ojala eliminar la brecha entre el valor real de los aranceles y aquel que fija la autoridad pública. La gratuidad no puede ser a costa del empobrecimiento de las universidades ni de la renuncia a sus planes de desarrollo.

"Y si se me permite agregar algo, déjeme expresar un deseo: que nuestras comunidades estudiantiles, que luchan legítimamente por sus derechos, tomen mayor conciencia de sus deberes. Es lo que digo a mis alumnos cada vez que inicio un curso en la universidad. Sí, todos queremos oír hablar antes de derechos que de deberes, pero estos últimos también existen, y reponer una cultura de los deberes no es para debilitar ni menos para sustituir la ya felizmente instalada cultura de los derechos, sino para complementarla. “Pregúntate por tus derechos”, digo siempre a los estudiantes. “Y ejércelos”, añado. “Pero piensa también en tus deberes, en los viejos deberes universitarios de asistir a clases, participar críticamente en ellas, hacer las lecturas de cada curso, estudiar a conciencia para cada evaluación, presentarse a las pruebas y exámenes en las fechas que deben tener lugar, y así”. Deberes que los estudiantes deben cumplir en beneficio de ellos mismos y no de sus familias, de la universidad en que se encuentran, del Estado o de la sociedad chilena. Sí, también hay que responder ante esas instituciones, pero los principales beneficiados con el cumplimiento de sus deberes son los propios estudiantes".