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“La Nueva Canción tiene una vertiente política no ligada con un gobierno en particular”

15 Septiembre 2017

Dice Daniel Bengsch, profesor de Literatura Francesa, Italiana e Hispanoamericana en la U. de Constanza, de visita en la UV.

Alta asistencia han tenido las sesiones del seminario “La Nueva Canción chilena y argentina”, que está dictando en la carrera de Pedagogía en Música de la UV el doctor Daniel Bengsch, profesor de Literatura Francesa, Hispanoamericana e Italiana en la Universidad de Constanza. El académico visita la Universidad de Valparaíso en virtud del convenio suscrito entre la institución y esa casa de estudios superiores de Alemania.

El programa considera sesiones los miércoles a las 12:00 horas, iniciadas el 23 de agosto y que se prolongarán hasta el 4 de octubre, todas gratuitas y abiertas a la comunidad, en el Centro Docente Patricio Lynch, ubicado en Patricio Lynch 1, esquina avenida Playa Ancha.

Política fuera de la política

Respecto de si existe una relación entre la música y la política, el profesor Bengsch es claro: “Creo que existe una relación política entre los jóvenes y la Nueva Canción, pero una relación quizá bastante mercantilizada, que funciona por símbolos que conocemos, como por ejemplo el Che Guevara, Fidel Castro y grupos de rock. Así podríamos también observar en las ferias de artesanía, por ejemplo, que hay objetos con el rostro de Víctor Jara, poleras con Violeta Parra. Entonces, por un lado hay una mercantilización de la música popular, de la Nueva Canción chilena, y también hay una ideologización”.

Esa es una parte del tema, añade, “pero creo también que la Nueva Canción chilena —o argentina o cubana— no merece solamente ser comprendida como un movimiento político en el sentido estrecho que hace vínculo con un partido o un conglomerado, por ejemplo la Unidad Popular, o con la propaganda de un candidato como Allende. Es verdad que en Chile la Nueva Canción tuvo un auge y una efervescencia incomparable a partir del ’69, antes del gobierno de Allende, porque proliferaron grupos y había una política fuera de la política. Fuera de eso, creo que se olvida a menudo que la Nueva Canción tiene también una vertiente política que no tiene nada que ver con un gobierno particular, que tiene que ver con las preocupaciones del movimiento, de dar la palabra al pueblo, de guardar el acervo musical del pueblo, de coleccionar y recordar las raíces musicales nativas y transportarlas al casco urbano sin que se conviertan en folclor de masas”.

Explica Daniel Bengsch que “en este seminario yo pongo de relieve el asunto político fuera de Allende. Hubo canciones comprometidas destinadas a apoyar a Allende, pero también otra cosa, y al considerar solamente el asunto político partidista se pierde toda una dimensión literaria de la Nueva Canción. Y puesto que no solamente coleccionaron canciones, sino que también compusieron canciones —con poetas como el argentino Armando Tejada Gómez—, los textos de la Nueva Canción tienen un valor muy precioso que hay que cuidar, analizar, estudiar”.

Desde el exilio

Consultado respecto de si hubo un corte en el desarrollo de la Nueva Canción debido a las dictaduras en América Latina, Bengsch afirma: “Hay un corte en torno a la presencia en el país y a las posibilidades de tener efecto dentro del país. Pero la Nueva Canción chilena siguió desarrollándose desde el exilio, y hay discos y composiciones muy importantes, de Quilapayún, de Inti Illimani por ejemplo, que provienen del exilio. Creo que esa es también una evolución bastante importante para la Nueva Canción chilena, que sigue existiendo desde el exilio, que transportó la situación política a Europa, por ejemplo”.

Es el exilio lo que provoca, desde el punto de vista del académico, “que tengamos una idea muy política que tiene que ver con la dictadura, con la censura. Pero Argentina tiene una evolución completamente distinta desde un principio, mucho más literaria, con un manifiesto. Por ejemplo, cuando Mercedes Sosa regresó del exilio, en 1981, ‘82, en Chile todavía había dictadura, y los dos hilos del movimiento se sobreponen y se traman entre ellos, y la difusión de la música latinoamericana, fuera de una política de música de panfleto, creo que proviene de Argentina”.

Destaca Daniel Bengsch su punto de vista como alemán: “En Europa tenemos una idea del folclor latinoamericano que tiene que ver con Argentina, por la variedad de canciones que cantaba Mercedes Sosa. Y la idea que tenemos en Europa de Chile, y particularmente en Alemania, tiene que ver con la canción de protesta, la canción comprometida, y por lo tanto conocemos menos canciones aparte de esas. Conocemos a Violeta Parra, por su historia, pero sí hay representantes muy fuertes —no quiero hablar por toda Europa—: la propia Violeta Parra, Inti Illimani, Quilapayún, Víctor Jara…”

Diálogo

Respecto de la respuesta al seminario que está dictando en la UV, Daniel Bensch destaca que “la gente es muy acogedora y abierta a discutir. Hay un diálogo entre la gente, sin mí; a veces la presentación de un tema es como un impulso que incita a conversar, a hablar entre ellos, y yo también trato de interpelar a los otros. No me gusta tanto hablar, hablar, hablar y que los otros escuchen no más: me interesa que participen”.

Añade, sí, que “me gustaría de aquí en adelante que consideremos más el texto y que descartemos un poquito lo de la política… Pero es un muy buen ambiente, muy simpático. La semana pasada tuvimos algo que me asustó, porque escuchamos una canción de Víctor Jara y yo no tenía en cuenta que escuchar a Víctor Jara, con su pasado, con su muerte, podría sublevar emociones; yo no pensé en eso, y de repente creía que era mi falta, por no haberlo pensado, pero todo salió bien”.


[b]“Como comunidad de carrera nos hemos enriquecido mucho”[/b] Ximena Soto, directora de la carrera de Pedagogía en Música, explica que la presencia de Daniel Bengsch en la UV “se genera ‘por culpa’ del doctor Adolfo Vera, que es quien hizo el convenio con la Universidad de Constanza, el proyecto que genera la posibilidad de contar con la visita de este profesor”. Dado el tema analizado en el seminario, añade la directora, “para nosotros fue fantástico articular este trabajo. La asistencia tanto de académicos como de alumnos ha sido bastante interesante. Estoy súper agradecida, además Daniel ha sido muy cálido con nosotros, muy amable, y por lo que me ha comentado, está muy contento de la recepción que ha tenido”. Esa recepción, detalla Ximena Soto, “ha estado fantástica; partimos con 25 participantes, luego tuvimos 37, y así cada semana se ha ido incrementando. La gran garantía que tiene el seminario es que al ser modular —independiente de la certificación, que pide el ochenta por ciento de asistencia— cada semana se puede asistir sin que sea necesario haber asistido a la sesión anterior. Ahora se nos ha generado un fenómeno: cada semana hay personas que se repiten y se va sumando más gente”. Elemento destacable, según la directora, es que “a nosotros como comunidad de carrera nos ha resultado muy interesante poder vernos a través del análisis de la Nueva Canción chilena y argentina, nos ha ayudado a vernos con una mirada desde otra parte. Al terminar cada sesión se dan conversaciones muy interesantes, porque son miradas distintas. A nosotros nos ha enriquecido mucho, e hicimos un trabajo para articular con las asignaturas, para que los profesores pudieran ver alguno de los módulos que se están dando y generar luego un análisis posterior en las asignaturas”. A la vez, enfatiza, “nos ha servido para llamar a la comunidad, porque el seminario es abierto, puede venir cualquier persona. Mucha gente nos ha escrito preguntando si es posible participar aunque no sean de la Universidad, y por supuesto nuestra invitación es a que vengan, esa es nuestra responsabilidad finalmente como universidad pública: tenemos que hacernos cargo de abrir las puertas a la comunidad a nuestras actividades”.