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Egresados de Historia UV presentaron libro “Etnógrafos escolares del Gran Valparaíso”

02 Junio 2017

Publicación presenta un modelo educativo inédito sobre enseñanza del patrimonio.

Carolina Maturana, Danilo Jara y Ángelo Villagrán eran alumnos tesistas de Pedagogía en Historia y Ciencias Sociales cuando se ganaron el proyecto Fondart “Etnógrafos escolares del Gran Valparaíso. Una propuesta para la enseñanza del patrimonio local a partir del enfoque de la Ciudad Educadora” en 2015/2016. Ese financiamiento les permitió trabajar con cerca de 150 niños de sexto año básico de escuelas de Valparaíso, Viña del Mar y Quilpué, quienes se formaron como pequeños etnógrafos, es decir, niños dedicados a estudiar y describir su pueblo y su cultura.

“Etnógrafos escolares del Gran Valparaíso” es la publicación que registra el trabajo desarrollado por los ahora titulados de la UV, que ha sido ya distribuida en las corporaciones municipales de Educación de las tres comunas involucradas, a la vez que se encuentra disponible online para los profesores que deseen ocuparlo con sus alumnos.

El libro fue presentado en una ceremonia que tuvo lugar en la biblioteca de la Facultad de Humanidades, y que contó con la participación de Luis Alegría, magíster en Antropología, académico de la USACh; María José Larrondo, directora de Gestión Patrimonial de la Municipalidad de Valparaíso, y Graciela Rubio, directora del Centro de Estudios e Investigación Pedagógica del Instituto de Historia y Ciencias Sociales.

Encontrando sentido al patrimonio

Según explica Carolina Maturana, “los etnógrafos escolares son estudiantes de enseñanza básica de segundo ciclo que aprenden herramientas de la etnografía de observación para descubrir su ciudad. Y dentro de ese descubrimiento van encontrando sentido al patrimonio que tienen en la ciudad”.

El trabajo de los autores consistió en desarrollar “un modelo de trabajo inédito, ya que no existe un diseño de estas características: de carácter interdisciplinario, pensado para niños de enseñanza básica, conceptualizado a cada territorio”, señala Carolina Maturana, añadiendo que “dentro de ese margen de lo inédito, la idea era contribuir en un área que se está recién abriendo”.

El trabajo se extendió por un año escolar: “Hacíamos un taller en aula y en terreno. Hacíamos recorridos a partir de los contenidos que habíamos visto en la clase, y entonces los chicos iban como descubriendo, por ejemplo, ese pasado colonial que aún está presente en la ciudad, cosas de ese tipo”.

El libro registra el proceso y los resultados del trabajo de los autores. “Es una propuesta para profesores, está pensado para ellos, y, junto con contarles la experiencia, dejamos a su disposición los textos escolares que diseñamos para cada ciudad, para que los profesores los puedan descargar y puedan trabajarlos en el aula. De hecho, ya nos han invitado de varios colegios, de Valparaíso, Quilpué y Viña del Mar, para contarnos que están trabajando nuestro libro. Ha sido muy interesante”, señala Carolina Maturana.

“Etnógrafos escolares del Gran Valparaíso” se entregó a las corporaciones municipales de las tres comunas, cincuenta libros a cada una, 150 en total. “Pensamos que las corporaciones harán llegar a sus profesores de la enseñanza pública esta propuesta, para que puedan pensarla en sus escuelas. No es un manual, no es una receta, sino que es para tomarlo, apropiárselo y ver de qué forma lo pueden aprovechar con sus estudiantes”, subraya la autora.

El taller se puede incorporar a la asignatura de Historia, aunque por el tipo de trabajo, dice Carolina Maturana, puede integrarse a algunas otras asignaturas: “Incorpora tantos elementos que lo podrían trabajar en Ciencia, en Matemática… Porque está basado en esta idea de la Ciudad Educadora: se aprende la ciudad desde la ciudad y para la ciudad. Asignaturas tenemos montones como para aprovechar ese conocimiento”.

Finaliza destacando que “los niños lo pasaron súper bien, cada salida a terreno era como el gran acontecimiento. Hacer actividades extramuros es una experiencia que favorece bastante el aprendizaje. Creo que ni siquiera los llevamos a lugares que no hubiesen pasado por ahí, pero como ahora tenían estas herramientas de análisis, claramente habían aprendido a mirar. Fuimos a la Iglesia La Matriz, por donde seguramente habían pasado o sabían que es una iglesia antigua, conocían el barrio, pero como iban con estas gafas de los etnógrafos, lo vieron de otra manera”.