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Arquitecto formado en la UV obtiene Premio Nacional de Arquitectura 2016

24 Enero 2017

Con más de 40 años de trayectoria, Edward Rojas Vega, fue distinguido por su aporte al rescate de la identidad y cultura de Chiloé.

El Internado Campesino San Francisco, finalista del Premio Andrea Palladio, Vicenza, Italia; el Hotel Unicornio Azul, seleccionado por el Colegio de Arquitectos de Chile como una de las cinco obras relevantes de Chile para la FAPPA; el techo de la feria de Dalcahue, exhibida en la muestra de arte y cultura Chile Vive–Madrid en 1987, y el Museo de Arte Moderno Chiloé, Premio Restauración Patrimonial de la Junta de Andalucía de la X Bienal de Arquitectura de Santiago, son sólo algunas de las obras más características de Edward Rojas Vega, recientemente distinguido como Premio Nacional de Arquitectura 2016.

Titulado de la Universidad de Chile-Sede Valparaíso, actual Universidad de Valparaíso, en 1977, el arquitecto se radicó en Chiloé, desde donde comenzó a desarrollar la tarea de poner en valor la identidad y la cultura de la isla, junto el decidido rescate de su patrimonio arquitectónico, como su ya clásica defensa de los palafitos a fines de los ‘70 frente a un decreto que buscaba erradicarlos, además de su obstinada labor de reconstrucción de las características iglesias de la isla, a través de la actualización de las tecnologías del pasado.

Acción y reflexión arquitectónica

Sobre el Premio Nacional de Arquitectura 2016, Edward Rojas explica que “es muy importante porque se premia un trabajo de cuarenta años en que se ha buscado poner en valor la arquitectura de Chiloé, así como su cultura y magnífico territorio”.

“A lo largo de estos años he tenido la fortuna de habitar este lugar con mi familia y he ido desarrollando proyectos en distintos ámbitos de la arquitectura, de la educación y la gestión cultural. El premio no solo distingue una sola obra de arquitectura, sino una acción y una reflexión arquitectónica, que traspasa lo arquitectónico y alcanza lo cultural”, explica Rojas.

El arquitecto destaca que “la distinción pone de manifiesto que es posible realizar una obra en provincia y en regiones, eso es una muy buena señal, porque Santiago no es Chile. En la medida que seamos capaces de leer el lugar y trabajar con las energías propias del sector y preocupados de lo que ahí sucede, más que de lo que está sucediendo en otros lados, es posible montar una obra que desde su dimensión local, desde su dimensión de arquitectura de lugar pueda ser capaz de tener un valor universal. Conoce a tu pueblo y conocerás al mundo, decía el poeta”.

Los años de estudio en Valparaíso

“Estudié en un momento muy particular, en tres edificios distintos: en Blanco, en O`Higgins y después en Playa Ancha. Fue un tiempo muy convulsionado, pero muy creativo. Una de las grandes enseñanzas de la escuela fue que la arquitectura no es una disciplina aislada, era importante en la formación la antropología, la sociología, la historia… Uno debía volver a mirar los territorios desde ese punto de vista y no desde la imagen del arquitecto iluminado que va a resolver los problemas, sino ser parte de un proceso y una dinámica”, explica.

Rojas agrega que en sus años de estudiante “llegó a mis manos un libro que se llamaba ‘Arquitectura sin Arquitectos’, que hablaba sobre cómo las propias comunidades y sus culturas habían dado respuesta a la arquitectura y a la ocupación territorial. Eso fue lo que Valparaíso me enseñó. Cuando llegué a Chiloé vi los palafitos y las iglesias y pude entender que este territorio con sus habitantes y sus carpinteros habían construido un mundo en base a las maderas nativas, regidos por una cultura de bordemar. Entender el territorio fue esencial. La escuela que vivimos en Valparaíso fue clave para ese conocimiento”.

“Trabajar con el lugar es lo que aprendí cuando estudiaba Arquitectura en la Universidad de Chile-Sede Valparaíso. En ese anfiteatro maravilloso, que es la geografía de Valparaíso, la comunidad humana fue construyendo su historia, en el plan, en los cerros, acondicionando la arquitectura a esa condición del lugar de la historia del territorio, de ese mundo”, explica.

“Ese aprendizaje de Valparaíso lo pude aplicar en Chiloé, porque al llegar me di cuenta que había una cultura y un lugar maravilloso sobre los cuales se podía hacer una arquitectura sustentable, en tanto ella se sustentaba en los elementos propios del lugar, en su tecnología, en sus materiales, en sus maderas, en sus artesanías carpinteras, en el conocimiento de los maestros mayores y que se podía volver contemporánea, incorporar la eficiencia energética, hacer que la condición del cobijo del habitar sea más agradable”, añade.

Los desafíos de Chile

Según explica Pilar Urrejola, presidenta del Colegio de Arquitectos, en la web de la institución, “con esta decisión el Colegio quiere hacer homenaje a un arquitecto que pone en valor la arquitectura, el arte y la creación en una zona del país llena de potencial, aportando a su revitalización. Ha fortalecido y logrado dar consistencia a la arquitectura regional, ha generado un gran interés nacional e internacional en toda la disciplina, traspasándola al campo de la docencia, del patrimonio y de la arquitectura de ciudad. Nos ha enseñado que la forma de habitar se asume desde lo sustentable, desde el amor al oficio y por la reinterpretación de la arquitectura regional como una arquitectura de carácter contemporáneo”.

Al respecto, Rojas advierte que “estamos en un momento de grandes cambios en Chiloé, la llegada del aeropuerto rompe las distancias, se puede venir por el fin de semana, hay un casino, hoteles cinco estrellas, se está produciendo todo un desarrollo, pero lo importante es que ese desarrollo tenga una mirada hacia lo local, a lo regional, a la escala del lugar, tenga una mirada hacia lo propio y de ahí fundirlo con estos elementos de la contemporaneidad”.

“Seguramente va a haber todo un desarrollo inmobiliario, cosas que ni nos imaginamos en este minuto, pero sería importante que cada una de estas acciones tomarán en cuenta el lugar donde ellas se desarrollan, de modo que la arquitectura y el nuevo urbanismo se realicen en armonía con la naturaleza, que es uno de los patrimonios esenciales de este territorio”, añade.

Todo lo contrario al mall. “Fue proyectado en Buenos Aires, nos imaginamos que el arquitecto ni vino, él mismo señaló que era una caja boba para que adentro se desarrolle todo el comercio del retail y esto se metió con fórceps en la ciudad y está convertido en un ejemplo de lo que no se debe hacer”, asegura.

Los tres nuevos proyectos

En la actualidad Edward Rojas se encuentra dirigiendo tres nuevos proyectos sobre iglesias. “La primera la estamos realizando junto a Fray Julio, arquitecto franciscano de Castro, la cual es una pequeña iglesia sobre palafitos que integra un salón de velatorio para adultos mayor de los barrios de palafitos; la segunda es la reconstrucción de la iglesia de Purranque, que se quemó el año pasado. Ya tenemos el anteproyecto para ser presentado a los más de 30 mil peregrinos que veneran a San Sebastián”.

“La tercera es una pequeña iglesia en Chiloé continental, en Boudahue, donde no existe espacio de congregación. Estamos usando un sistema de construcción en madera, con uniones y ensambles sin clavos, con tarugos de madera. Es una verdadera escuela de carpinteros, porque recrea y optimiza los sistemas constructivos del siglo XVIII y se convertirá en un espacio ciudadano, con calefacción, ventilación, eficiencia térmica y acústica, e iluminación. Es una gran oportunidad, porque estamos usando tecnologías del pasado que son actualizadas”, agregó.

Capacidad distinta

El decano de la Facultad de Arquitectura UV, Juan Luis Moraga, fue compañero de estudios del reciente Premio Nacional. Sobre sus años de alumnos, Moraga cuenta que “Edward tuvo una manera de estudiar la carrera en sus años que aún tiene vigencia. Hay una vinculación de la formación que él tuvo, respecto del reconocimiento de las comunidades pequeñas y el valor de lo social, sin descuidar que se entra a esa reflexión con una obra de arquitectura. Su formación le sirvió para instalarse en Chiloé, sobre todo en un periodo de oscuridad política”.

“Lo recuerdo como un estudiante, que al igual que muchos de nosotros, pasaba muchas pellejerías, se destacaba por ser muy amistoso y generoso en la ayuda a los compañeros, pero extraordinariamente dedicado, un tipo con una fuerza de trabajo y de dedicación distinta. Siempre me dijo que tenía una presión muy grande porque era del norte, entonces no podía desperdiciar el tiempo que pasaba en la universidad, no venía a hacer un diletante, se abocaba al máximo al trabajo, cuando nosotros llegábamos con diez láminas, él siempre llegaba como 20 o 30, era una capacidad de trabajo distinta, producto de su responsabilidad frente a su familia”, agrega.

El decano señala que “al llegar a Chiloé Edward comenzó a desarrollar una labor muy relevante de rescate del valor de lo local, trabajando en base a prácticas de los maestros sobre el corte de la teja de alerce que se había perdido. Hay que destacar que solo cuatro escuelas de Arquitectura a nivel nacional tienen premios nacionales, la PUC, la PUCV, la Chile y nosotros. Es bien significativo, porque es un premio que tiene alto prestigio en el gremio y Edward queda instalado en una pléyade de arquitectos muy destacados y con eso nos lleva como escuela y Universidad”.

Premio a la coherencia

Marco Ávila, director de la Escuela de Arquitectura UV, señala que “el premio es un reconocimiento a su trayectoria, persistencia y ejercicio de constancia de largo aliento. Su desarrollo siempre ha estado vinculado a un territorio y un paisaje particular, a una identidad cultural. Es un premio a una constancia, a una coherencia, es un regalo para la Escuela y para la comunidad arquitectónica”.

Ávila asegura que “Edward siempre ha estado en la escena nacional por medio de su obra, en el ejercicio de estar tan involucrado en la región de Chiloé. Es un justo premio porque premia un proyecto de vida, más que una obra particular. Edward tiene una manera propia para acceder a la construcción de un paisaje con identidad territorial y para nosotros es un privilegio, porque comparte valores que persisten en nuestros estudiantes”.