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Psiquiatras califican como “compleja”, idea que ellos certifiquen uso de armas

28 May 2015

Especialistas de Chile y Estados Unidos advierten que la medida propuesta por el Gobierno no necesariamente favorecería la disminución de actos violentos.

Pocas horas después que dos estudiantes fueran asesinados a tiros por un joven de 20 años en Valparaíso, el Gobierno anunció la presentación de una propuesta que busca traspasar a los médicos psiquiatras la responsabilidad de emitir los certificados destinados a acreditar la capacidad mental de todas las personas que deseen comprar armas de fuego en nuestro país.

Si bien la iniciativa fue inicialmente valorada por las autoridades políticas y la ciudadanía, por entender que ésta busca reducir la cantidad de armamento destinado a la defensa personal, con el correr de las horas ésta ha despertado algunas suspicacias, sobre todo entre los especialistas.

De hecho, el tema fue analizado en un encuentro de sobre jóvenes y salud mental que organizó la Facultad de Medicina de la Universidad de Valparaíso, en el que tomaron parte destacados psiquiatras nacionales y extranjeros.

Riesgo de “medicalizar”

Para el psiquiatra infanto-juvenil chileno Héctor Parada, quien en la actualidad ejerce en el John L. Gildner Regional Institute for Children and Adolescents de Maryland, Estados Unidos, la señalada propuesta es “compleja”, ya que no existe evidencia clara que permita predecir que alguien que tenga un problema de salud mental necesariamente actuará en forma violenta usando armas.

“Este tipo de alternativas forman parte de una discusión político-cultural vital, que está lejos de zanjarse. Mi impresión inicial es que dejar en manos de los psiquiatras la emisión de los certificados de uso de armas es problemático, ya que equivale a ‘medicalizar’ el tema, lo que es delicado y podría llegar a tener otro tipo de limitaciones. Por ejemplo, abriría un flanco en materia de responsabilidades. ¿Qué pasa si una persona que haya sido autorizada por un psiquiatra para inscribir un arma de fuego después la utiliza en un acto violento? ¿Este profesional sería entonces el responsable?”, argumentó el especialista.

Parada explicó que en Estados Unidos los casos de violencia juvenil en los que hay involucradas armas de fuego han disminuido en los últimos años, pero siguen focalizados en ciertos grupos raciales y socioeconómicos. En tal sentido, dijo que hay factores de riesgo que los desencadenan y que, a su juicio, se debe evaluar primero. “En estas materias el análisis siempre es forense. Es decir, se hace después de ocurrido el hecho, tal como aconteció recién en Valparaíso. Por tanto, podría ser forzado en un primer instante predecir este tipo de cosas, si bien es un problema de salud pública que debe ocupar tanto a las autoridades como a los ciudadanos”, acotó.

Objetivo vs eficacia

En tanto para el médico jefe del área de psiquiatría infanto-juvenil del Hospital de la Universidad de Georgetown, ubicada en Whashington DC, y profesor visitante de la Facultad de Medicina de la Universidad de Valparaíso, Matthew Biel, la propuesta en la que trabajan las autoridades chilenas debe ser analizada considerando dos aspectos esenciales: su objetivo y su eficacia.

“Las armas son vistas de diferentes maneras por cada sociedad. Cómo se balancea el derecho a la autoprotección con la restricción a su uso, para evitar hechos violentos, es una interrogante que no es fácil de responder. La idea de que los psiquiatras puedan establecer con exactitud si una persona está habilitada para portar armas me parece excelente, desde la perspectiva de la protección y del hecho de que el gobierno busque tener un rol más activo en la prevención. Sin embargo, no necesariamente puede llegar a ser efectiva”, afirmó.

A juicio del especialista, lo anterior se debe al hecho de que la violencia asociada al uso de armas es resultado de otro tipo de problemas, que son previos.

“Son pocos los que reparan en el hecho de que mueren más jóvenes por suicidio que por uso de armas. Lo que pasa es que esto último genera un impacto público mayor. Este tipo de violencia es más habitual en la ciudad y en las comunidades pobres, y tiene patrones que se deben considerar, ya que funciona como un mal contagioso. En Chicago se ha analizado este tema y se ha tratado de combatir el uso de armas mediante métodos para prevenir la venganza por ejemplo, tal como se combate el Sida. En mi opinión, su génesis es previa a la certificación de las armas. Sin duda tenemos mucho que aprender en este tema”, concluyó Biel.